La Izquierda Reformista: Socialdemocracia y Estado de Bienestar

El origen marxista del socialismo radical y de la socialdemocracia

Para la izquierda, la desigualdad es resultado de la “explotación” de los trabajadores por los empresarios y eso es básicamente lo que sostenía Marx.

La izquierda radical es la heredera de la corriente bolchevique que, basada en el dogma marxista, propugnaba por la revolución violenta para expropiar a la “burguesía” e instaurar el socialismo de manera inmediata, como sucedió en la Rusia de los zares. De esa manera, pensaban, las ganancias del capitalista serían “socializadas”. No sucedió así y el socialismo real resultó en el mayor fiasco de la historia, ocasionando pobreza, represión y muerte. Lea “Los Fracasos del Socialismo Real”

La izquierda democrática o reformista, también llamada socialdemocracia, es la heredera de la corriente menchevique del Partido Comunista ruso anterior a la revolución de 1917, que buscaba impulsar el socialismo de manera pacífica y gradual, participando en el juego democrático. Pero mientras los bolcheviques siempre siguieron los pasos trazados por Marx en el Manifiesto Comunista, los mencheviques solo estaban siguiendo los pasos de la Sociedad Fabiana.[1]

La izquierda democrática se diferencia de la izquierda radical por el grado de profundidad de las reformas que impulsa o la prisa relativa en ejecutarlas. No puede ser de otra manera si se le pone la etiqueta de democrática, ya que está sujeta a un marco legal que no puede cambiar sin convertirse en izquierda radical o izquierda revolucionaria.

La socialdemocracia reconoce la existencia de la propiedad privada y el mercado como un mal menor, pero hace énfasis en la redistribución del ingreso para reducir la desigualdad a través de programas sociales estatales.

Tal redistribución se hace mediante la coacción del Estado sobre los individuos, a través del sistema de impuestos, lo que implica una violación de la propiedad privada y de la libertad individual, ya que la libertad de hacer uso de los ingresos del trabajo y de las ganancias, resultados del esfuerzo propio, se ve así severamente limitada. Pero esta violación solamente podría ser justificada por los socialdemócratas si su “justeza” tiene como base la creencia en la teoría de la explotación marxista.

Jesús Huerta de Soto, afamado economista español, se refiere a las consecuencias de los errores en la teoría marxista de la explotación.

“La teoría de la explotación también llamada teoría de la plusvalía es una de las teorías con consecuencias históricas modernas más graves. Esa teoría  … ha apadrinado todo el socialismo moderno, desde el más radical o marxista hasta las socialdemocracias más próximas a nosotros. … Pero esta teoría ha sido refutada hace casi 150 años y todavía la gente sigue picando y creyéndola válida.

Qué dice la teoría de la explotación? Dice que todos los bienes económicos son fruto exclusivo el trabajo humano pero que sin embargo los trabajadores no perciben el producto íntegro de su trabajo, sino que debido a una serie de instituciones odiosas, en concreto, la propiedad privada, el contrato de trabajo por cuenta ajena, etcétera, … los trabajadores son explotados por los capitalistas que se apropian una parte importante de dicho trabajo en forma de interés, plusvalía, beneficio empresarial, etcétera. … eso es lo que dice la teoría de la explotación y eso es lo que implícita o explícitamente creen millones de personas, para salir a la calle, vociferar, hacer manifestaciones, votar por partidos políticos supuestamente progresistas; mantener una legislación laboral que condena al desempleo y la pobreza a millones, llevar a cabo políticas demagógicas de todo tipo que condenan a la revolución social y la pobreza a países como Grecia. Lo trágico es que … a pesar de haberse demostrado la absoluta falsedad científica de esta teoría, muchas personas todavía hoy la consideran correcta y consideran que legitiman movimientos políticos y sociales que, como ya he dicho, son enormemente perturbadores. Crítica de la Teoría de la Explotación por el Profesor Huerta de Soto.

Véase “Los errores de la Doctrina Marxista”, donde encontrará las diversas refutaciones a la teoría marxista de la explotación, iniciando con la realizada por Eugen von Bawerk; así como el análisis de los errores de la doctrina social marxista.

Fracasada la teoría de valor trabajo como explicación de la supuesta inmoral explotación de los trabajadores por los capitalistas, con el consecuente llamado a destruir a la burguesía; ahora es sustituida por la supuesta inmoral concentración de la riqueza, con el consecuente llamado a su distribución.

Los socialistas modernos argumentan que hay “explotación” en el mercado y hay economías de escala prácticamente ilimitadas en el sector público. Piensan que las ganancias privadas son inmerecidas y aumentan innecesariamente los costos de bienes y servicios. Las soluciones incluyen sistemas estatales de servicios únicos, prohibiciones de negocios con fines de lucro, precios determinados por el Estado para reemplazar la “anarquía del mercado”, altas tasas impositivas (Marx: “de cada uno según su capacidad”) y políticas públicas que reparten muchos de los bienes y servicios gratuitamente (Marx: “a cada uno según sus necesidades”. Mercados versus socialismo.

La socialdemocracia entonces, al igual que los socialistas, sigue teniendo como principios los dogmas marxistas.

Esto es lo que también se entiende por liberalismo en los Estados Unidos, lo opuesto al conservadurismo en el aspecto moral, y una mezcla de la libertad económica del liberalismo clásico, con elementos de la socialdemocracia en cuanto a políticas redistributivas.[2]

Los socialdemócratas padecen del mismo defecto de los socialistas y comunistas, no entienden que pretender regular la economía solo conduce a su mal funcionamiento. En el afán regulatorio del funcionamiento de la economía, son los herederos de la práctica de la planificación central leninista y de la intervención estatal keynesiana. Propugnan por un Estado grande y todopoderoso que reprime las decisiones de los ciudadanos, sustituyéndolas por las de “sabios” burócratas que toman las decisiones en su lugar.

Según F.A. Hayek, debido a que los precios del mercado revelan información económicamente importante sobre los costos y los deseos del consumidor, las regulaciones y los programas de gasto que distribuyen bienes o servicios a precios por debajo del mercado, como los que son “gratuitos”, tienen una serie de consecuencias no deseadas. Se producirán menos bienes y servicios, y lo que se produce puede asignarse incorrectamente a los consumidores con relativamente poca necesidad. Hayek fue muy enfático en eso:

Para que el hombre no haga más mal que bien en sus esfuerzos por mejorar el orden social, deberá aprender que aquí, como en todos los demás campos donde prevalece la complejidad esencial organizada, no puede adquirir todo el conocimiento que permitirá el dominio de los acontecimientos. … En realidad, el reconocimiento de los límites insuperables de su conocimiento debiera enseñar al estudioso de la sociedad una lección de humildad que lo protegiera en contra de la posibilidad de convertirse en cómplice de la tendencia fatal de los hombres a controlar la sociedad, una tendencia que no sólo los convierte en tiranos de sus semejantes sino que puede llevarlos a destruir una civilización no diseñada por ningún cerebro, alimentada de los esfuerzos libres de millones de individuos”. Friedrich Hayek. La Fatal Arrogancia. Los errores del Socialismo. 1988.

En síntesis, el argumento de Hayek, como el de Mises y demás pensadores de la Escuela Austríaca, es que un grupo de burócratas ingenieros sociales en el Estado, por muy bien intencionados que sean, no podrán superar, interviniendo mediante acciones de política económica, la organización espontánea del mercado, basada en las decisiones individuales de los millones de personas que actúan en él persiguiendo sus propios intereses, sin provocar graves distorsiones que afecten a todos.  Pero para los socialdemócratas y socialistas, los daños provocados no importan, en tanto sirvan a sus objetivos ideológicos, básicamente igualitaristas. El camino al infierno está recubierto de buenas intenciones.

Las diferencias entre derecha e izquierda se reconocen en muchos temas, pero fundamentalmente en el tratamiento de la diversidad y las diferencias individuales versus la igualdad. Tal es el punto de partida de las diferencias fundamentales entre ambas cuando se trata de las visiones antagónicas sobre los individuos, la familia, la propiedad, las ocupaciones, los ingresos, la economía, la naturaleza y la sociedad.

De modo que en relación a tales diferencias de visión, es ilustrador lo que Hans-Hermann Hoppe escribió al respecto.

Cada persona, incluidos los gemelos idénticos, es única, diferente y desigual a todas las demás personas. Todos nacen en un momento y / o lugar diferente. Todos tenemos dos padres biológicos diferentes, mayores y desiguales, un padre masculino y una madre femenina. Cada persona, a lo largo de su vida, se enfrenta y debe actuar en un entorno diferente y desigual con oportunidades y desafíos diferentes y desiguales, y la vida de cada persona, sus logros y sus fallas, sus alegrías y satisfacciones tanto como sus decepciones, dolores y sufrimientos, entonces, es diferente y desigual a la de todos los demás. Además, esta desigualdad natural de todos y cada uno de los seres humanos todavía se amplifica enormemente con el establecimiento de … las sociedades basadas en la división del trabajo.

La izquierda y el socialismo en general siempre se han sentido desconcertados, enfurecidos y escandalizados por esta desigualdad natural del hombre y, en cambio, han propagado y promovido un programa de “igualación” o “igualitarismo”, es decir, de reducción “correctiva”, minimización y en última instancia de eliminación de todas las diferencias y desigualdades humanas. Acertadamente, Murray Rothbard ha identificado este programa como “una revuelta contra la naturaleza”. Sin embargo, a pesar de este veredicto, el apoyo a las ideas igualitarias y sus promotores nunca ha escaseado, ya que en todas partes hay y siempre habrá mucha gente clamando que se han quedado cortos en la vida en comparación con otros.

Por lo tanto, para hacer avanzar su utopía (o más bien distopía) igualitaria, toda característica, condición e institución humana que huela a diferencia y desigualdad, entonces, ha sido atacada por la izquierda a su debido tiempo. Abajo la excelencia humana y todos los rangos de los logros humanos, porque ninguna persona debe ser más excelente que otra. Abajo la propiedad privada, ya que implica la distinción entre lo mío y lo tuyo y, por lo tanto, hace que todos sean desiguales. Abajo todas las diferencias de ingresos. Abajo la familia como ciudadela de la desigualdad, con un padre varón y una madre mujer y sus hijos comunes, jóvenes y dependientes. Abajo en particular los hombres y especialmente los hombres blancos como las personas más desiguales de todas. Abajo el matrimonio por su exclusividad, y abajo la heterosexualidad. Abajo la discriminación y las preferencias individuales de y por una persona sobre otra. Abajo la libre asociación y la disociación. Abajo todos los pactos, y abajo todas y cada una de las fronteras, fortificaciones o muros que separan a una persona de otra. Abajo los contratos privados exclusivos, bilaterales o multilaterales. Abajo los empleadores y propietarios como desiguales y diferentes de los empleados e inquilinos, y abajo la división del trabajo en general. Abajo con la noción bíblica de que el hombre debe gobernar y ser el amo de la naturaleza y estar por encima de todos los animales y plantas, y siempre abajo con todos los que disienten del credo igualitario de izquierda. Hans-Hermann Hoppe en Llewellyn H. Rockwell Jr. Against the Left. 2019.

Las visiones antagónicas sobre igualdad versus desigualdad son entonces la manzana de la discordia entre dos ideologías que dividen a la humanidad.

De la lucha contra la pobreza a la lucha por la igualdad de ingresos

La riqueza generada en tan solo 150 años ha sacado de la pobreza extrema a gran parte de la humanidad. Antes de 1,820 todas las personas eran pobres. Solo una pequeña minoría era rica: los monarcas, nobles, aristócratas y autoridades religiosas. Esa minoría tenía acceso a cosas que a la gran mayoría estaban vedadas.

La desigualdad económica en las sociedades pre modernas era extremadamente alta y la persona promedio vivía en condiciones que hoy llamaríamos pobreza extrema. El gráfico muestra que durante el milenio anterior (del año 1,000 al 2,000), la riqueza creada se mantuvo casi estática durante 800 años. Es después del año 1800 que el crecimiento económico empieza a acelerarse. Pero es a partir de 1900 que crece más rápidamente.

Nunca, en toda la historia de la humanidad, al planeta Tierra había tenido una tasa de pobreza extrema tan baja como la que tenemos en el 2015. La tasa de pobreza extrema mundial se ha dividido por 5 desde 1970 y se ha dividido por 2 desde 1990. Es decir, los objetivos del milenio que pedían que la pobreza se dividiera por dos entre 1990 y 2015 se consiguieron. El éxito fue tan rotundo que a septiembre de 2015, las Naciones Unidas propusieron un nuevo objetivo para la humanidad: erradicar la pobreza extrema en 2030. Xavier Sala i Martin. Economía en Colores (2015)

Es un hecho, como lo demuestran las cifras, que es el crecimiento de las economías lo que ha reducido drásticamente la pobreza en el mundo, independientemente de que las desigualdades de ingreso se mantengan o aumenten. Y eso sucede en cada país de manera diferente. Según el «World Inequality Report 2018» con base a datos de 1980 a 2016. «La mitad más pobre de la población mundial ha visto crecer significativamente sus ingresos gracias al alto crecimiento en Asia. El crecimiento de los ingresos ha sido lento o incluso nulo para las personas entre el 50% inferior global y el 1% superior. [Esto es el 49% que constituye la clase media y media alta] … Desde 1980, la desigualdad de ingresos ha aumentado rápidamente en América del Norte y Asia, ha crecido moderadamente en Europa y se ha estabilizado a un nivel extremadamente alto en Oriente Medio, África subsahariana y Brasil.»[3] Sin embargo, las clases medias norteamericanas y europeas aumentaron sus ingresos en menos de la mitad que en China e India, debido a la globalización, principalmente al movimiento de las inversiones de aquellos países a los últimos.

La percepción de la gente común sobre el capitalismo es entonces menos favorable entre norteamericanos y europeos (y también entre latinoamericanos) que entre los asiáticos orientales, quienes se han beneficiado más del crecimiento económico, el movimiento de capitales, la creación de empleos y el comercio internacional.

El grave error de la izquierda al asumir como cierta la falacia marxista de la explotación y su consecuente ataque a la desigualdad de ingresos como causante de la pobreza, es como hemos visto, refutado por la evidencia estadística de la realidad.

Hoy, el debate se concentra en la desigualdad de ingresos y de riqueza. La izquierda propugna por reducir esa desigualdad, ya que le atribuye ser causa de la pobreza, mientras que la derecha la considera un resultado natural de la dinámica del capitalismo y no causante de pobreza.

La visión de la izquierda es la de suma cero: “un crecimiento más rápido es la única forma efectiva de ayudar a los menos afortunados. La guerra de clases y la redistribución, por el contrario, no son efectivas. Dichas políticas se basan en la falacia de que la economía es un pastel fijo, y los defensores de este punto de vista se fijan en la desigualdad porque creen erróneamente que un ingreso adicional para los ricos significa menos ingresos para los pobres.” Dan Mitchell. One Image that Underscores Why Growth Is the Most Effective Way to Help the Poor.  Sept. 2018.

El enfoque en la desigualdad de ingresos es erróneo, ya que la redistribución reduce la pobreza cuando es vista en un enfoque estático o de corto plazo. Es la repartición de un pastel limitado. Sin embargo, pasa por alto la dimensión temporal, el hecho de que el pastel puede crecer y que lo más importante es que los más pobres puedan consumir cada vez más de ese pastel creciente. La evidencia estadística muestra que el nivel de pobreza mundial se ha reducido desde un 90% hace dos siglos a un 10% actualmente (Banco Mundial), no precisamente por aplicar políticas de redistribución del ingreso, sino por el crecimiento de las economías.

De ahí que la bandera de la lucha contra la pobreza haya perdido atractivo para los socialdemócratas y para la izquierda en general, por lo que la nueva bandera a levantar es la de la desigualdad.

Por ejemplo, tenemos la versión 2.0 de El Capital de Marx, El Capital en el siglo XXI de Thomas Piketty. que ha tenido una amplia difusión mundial, con sus predicciones de un futuro de alta concentración de la riqueza y sus recomendaciones de política, que incluyen un impuesto mundial al capital y una alta tasa de impuesto sobre la renta.[4]

A diferencia de Marx, Piketty no aboga por eliminar a los capitalistas, sino por confiscar la mayor parte de sus ganancias. Para la izquierda, provee la justificación teórica actualizada para su lucha contra el capitalismo. Pero no hay tal justificación teórica, pues su propuesta, puramente ideológica, es absurda y carece de todo sentido práctico y aún en el hipotético caso de que fuera realizable, tendría desastrosas consecuencias para todos.[5]

Pero además, obvia otro hecho elemental. La desigualdad es la manifestación de la acumulación de activos por las empresas. Tal acumulación es resultado del proceso de inversión continua a que se ven obligadas las empresas para introducir innovaciones tecnológicas, ampliar su producción y llegar a más consumidores. En ese proceso, las empresas crecen. Las que se estancan, apenas sobreviven o mueren debido a la competencia.

Ninguna economía puede crecer y desarrollarse sino crecen también las empresas, la unidad básica de toda economía. La concentración del capital es consecuencia del aumento de tamaño de las empresas. Las empresas aumentan de tamaño al producir más, reducir costos y precios a través de la expansión de sus economías de escala e innovando y mejorando la calidad para atender las necesidades cambiantes de más consumidores. Por tanto, en este proceso, generan desigualdad de ingresos y de riqueza, al mismo tiempo que contribuyen a reducir la pobreza.

Mientras tanto, las pequeñas y medianas empresas sirven mercados locales con bienes y servicios también necesarios y muchas también son parte de las cadenas internacionales de suministro.  La desigualdad de tamaños de las empresas no es un problema, cada una tiene un papel en el engranaje económico y en conjunto crean la riqueza e impulsan el desarrollo económico.  ¿Por qué entonces habría de ser un problema la desigualdad de ingresos o de riqueza?

La dinámica del capitalismo es la continua creación de riqueza, impulsada por la innovación. La obtención de ganancias es el indicador de que una empresa está realmente satisfaciendo las necesidades de los consumidores. Las que no lo hacen tienen pérdidas y desaparecen. La desigualdad de ingresos es consecuencia natural de la actividad empresarial. La acumulación continua de ganancias conduce a la inversión y la concentración de capital, resultando desigualdad de riqueza acumulada, pero al mismo tiempo, es la fuente de la inversión, de nuevos y más variados bienes y servicios, más baratos y de mejor calidad y también la fuente de mejores salarios.

La acumulación de capital implica desigualdad, pero también es la única manera de elevar el nivel de vida de todos, como lo expresó Mises hace más de 70 años:

“El principio fundamental de aquellos economistas verdaderamente liberales que hoy en día son generalmente abusados como ortodoxos, reaccionarios y realistas económicos, es este: no hay medios para elevar el nivel de vida general que no sea acelerar el aumento del capital en comparación con la población. Todo lo que el buen gobierno puede hacer para mejorar el bienestar material de las masas es establecer y preservar un entorno institucional en el que no haya obstáculos para la acumulación progresiva de nuevo capital y su utilización para la mejora de los métodos técnicos de producción. El único medio para aumentar el bienestar de una nación es aumentar y mejorar la producción de productos.

…No hay medios para elevar la altura de las tasas salariales y el nivel de vida general más que acelerando el aumento de capital en comparación con la población. El único medio para aumentar las tasas salariales de forma permanente para todos aquellos que buscan trabajo y ansiosos por ganar salarios es aumentar la productividad del esfuerzo industrial al aumentar la cuota per cápita de capital invertido.

…La filosofía que subyace al sistema de impuestos progresivos es que los ingresos y la riqueza de las clases acomodadas se pueden aprovechar libremente. Lo que los defensores de estas tasas impositivas no se dan cuenta es que la mayor parte de los ingresos gravados no se habrían consumido, sino ahorrado e invertido. De hecho, esta política fiscal no solo evita la acumulación adicional de nuevo capital. Provoca la desacumulación de capital.»  Ludwig von Mises. Planning for Freedom. 1952, 1974, 2017.

La riqueza no está almacenada en una bóveda de Rico McPato, está en forma de activos de empresas. No se puede redistribuir sin destruir el tejido económico.

Intentar reducir la desigualdad de riqueza solo sirve para apaciguar el sentimiento de envidia de los que propugnan por reducirla. No sirve para sacar a las personas de la pobreza.

En toda economía, algunas personas se enriquecen más rápido que otras, pero eso no tiene nada de malo, si las personas se ganan el dinero con honestidad. Bueno, a menos que usted sea marxista y crea que toda ganancia, por honesta que sea su procedencia, proviene de la explotación de otros.

Es preciso diferenciar la acumulación de riqueza en función de su origen legítimo o ilegítimo. Es saludable para la economía y la sociedad acabar con la apropiación ilegítima de ganancias obtenidas mediante la corrupción..

Es lo que se ha dado en llamar el “capitalismo de compadres o compinches” en el que las élites en el poder están coludidas con la oligarquía local para extraer las rentas derivadas de las prácticas corruptas, las que no pueden obtener participando en el libre juego de la competencia en el mercado, perjudicando así a otros competidores y a los consumidores en general. Esta forma de capitalismo corrupto es fuente de ingresos y riquezas de origen ilegítimo, cuya concentración conduce a una desigualdad moralmente repudiable, pero también reduce la competencia justa, disuade la inversión y estanca el crecimiento económico, necesario para reducir la pobreza.[6]

En su estudio de mercados y corrupción, Jason Brennan y Peter Jaworski de la Universidad de Georgetown concluyeron (Riddle, 2019):  «La política corrompe los mercados. Cuanto más politizada se vuelve una economía, más actores privados intentan manipular las regulaciones y la ley para engañar a los consumidores y competidores. En lugar de tratar de mantener el mercado desagradable lejos de la política prístina, deberíamos tratar de mantener la política sucia lejos del mercado.» También se refiere al tema de la corrupción en la distorsión de los mercados y su relación con el aumento de la desigualdad:[7]

Lea La desigualdad generada por acumulación legítima conduce al progreso para todos para revisar los argumentos que sustentan lo antes mencionado.

La socialdemocracia impulsa políticas públicas que implican una mayor intervención del Estado en la economía y la sociedad, la regulación del mercado, la redistribución del ingreso mediante subsidios y provisión de servicios estatales, financiados con altos impuestos a las empresas y personas de mayores ingresos.

Los socialdemócratas pretenden “transformar” el capitalismo de libre mercado otorgando más poder al Estado para redistribuir la riqueza que producen los empresarios y conseguir una mayor igualdad de ingresos en la sociedad, manteniendo la mayor parte de la propiedad privada de los medios de producción, pero confiscando una mayor proporción de los ingresos generados, que son, por definición, propiedad de quienes los generan. Redistribuyen, por tanto, la propiedad.

Al mismo tiempo, el carácter coactivo de la tributación, aceptada también por el liberalismo clásico, pero con límites, es llevado a un mayor grado. El dilema que enfrentan los socialdemócratas y socialistas democráticos es que se ven impedidos de lograr su objetivo de igualdad de ingresos mientras sigan respetando el sistema de propiedad privada, debido a que la tributación tiene un límite objetivo, más allá del cual causa un efecto negativo en la recaudación de impuestos, ya que disuade la inversión e incentiva la evasión. Pasado ese límite, se está matando a la gallina de los huevos de oro. La curva de Laffer ilustra esa realidad.

Sin embargo, la mayoría de la gente no está al tanto de estos hechos, no están al tanto de que hay un límite a la tasa impositiva pasado el cual la recaudación disminuye, fomentando la evasión fiscal, la reducción de la inversión, de la producción y de la oferta de bienes y servicios; no están al tanto de que una parte de las recaudaciones es capturada por la corrupción o gastada ineficientemente; no están al tanto de que existen prioridades para atender las necesidades de grupos, que son precisamente aquellos que no tienen voz ni capacidad de lobby, y tampoco están al tanto de que también hay un límite a los gastos gubernamentales, pasados los cuales resulta la inflación y la anulación real de los beneficios.

De esta ignorancia se aprovechan los políticos populistas para atraer a las masas de votantes prometiendo darles lo que demandan, conduciendo así a los países al camino del despeñadero económico y social. Esa ha sido una de las debilidades de la democracia, en la que las mayorías, por cierto no bien informadas, votan y deciden.

Lea más sobre este tema en “Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza”

El Estado de Bienestar

La explicación más convincente del marcado cambio en la suerte de los pobres es que continuaron respondiendo, como siempre lo habían hecho, al mundo tal como lo encontraron, pero que nosotros, es decir, los no pobres y los desfavorecidos, habíamos cambiado las reglas de su mundo. No de nuestro mundo, solo el de ellos. El primer efecto de las nuevas reglas fue hacer rentable para los pobres comportarse a corto plazo de maneras destructivas a largo plazo. Su segundo efecto fue enmascarar estas pérdidas a largo plazo: subsidiar errores irreparables. Intentamos proporcionar más a los pobres y, en cambio, producimos más pobres. Intentamos eliminar las barreras para escapar de la pobreza y sin darnos cuenta construimos una trampa. (Charles Murray, Losing Ground, pág.9) citado en: The Perverse Effects of Welfare State. Scott Beaulier and Bryan Caplan. 2007.

En las democracias, la presión que la mayoría, los que están en los niveles bajos de ingresos, ejercen sobre los gobiernos, termina por hacer muy necesario el análisis de cuál es el balance óptimo entre crecimiento económico y desigualdad.

En el título de su célebre libro de 1975, Arthur Okun nos dijo que el «gran balance» que enfrenta la sociedad es entre igualdad y eficiencia. Podemos usar el sistema del gobierno, los impuestos y las transferencias para trasladar los ingresos de los ricos a los pobres, pero ese sistema es un «cubo con fugas». Parte del dinero se pierde a medida que se mueve. Esta filtración no debería impedirnos tratar de redistribuir, argumentó Okun, porque valoramos la igualdad. Pero debido a que también nos preocupa la eficiencia, la filtración nos detendrá antes de igualar completamente los recursos económicos. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

La ineficiencia del Estado es histórica. Hay Estados más eficientes que otros en el manejo de los recursos. Eso depende en buena parte de la cultura. de cada país. Las evidencias de que el Estado en América Latina es un gran despilfarrador de recursos salieron a luz con la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de su informe insignia  “Mejor Gasto para Mejores Vidas. Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018) que muestra que cada año, la ineficiencia en el gasto de los Gobiernos de América Latina y el Caribe genera un despilfarro total de 220.000 millones de dólares, el equivalente a un 4,4% del PIB. «Esa cifra, bien invertida, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema en la región» asegura Alejandro Izquierdo, economista jefe del BID.

Para ampliación sobre este tema ver: El Estado, un problema o solución?

Lamentablemente, se confirma el refrán popular que reza “lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta”, lo que también puede ilustrarse en la siguiente imagen.

Como demostró el economista ganador del Premio Nobel Milton Friedman con su ilustración de “cuatro formas de gastar el dinero” los consumidores en el sistema de mercado gastan su propio dinero y, por lo tanto, tienen más cuidado en cuánto gastar y en qué se gasta el dinero. En la medida en que también usan lo que compraron (la esquina superior izquierda en la imagen) también son más exigentes, para que los artículos comprados sean de buen valor. Recopilarán y considerarán información que ayude a comparar los valores de diferentes opciones.

La esquina superior derecha de la imagen muestra el caso de gastar el dinero propio en otra persona (para la familia, dependientes o regalos a amigos), lo que introduce ineficiencias porque el receptor puede asignar un valor menor al gasto. La ineficacia de la esquina inferior izquierda se ejemplifica en el mayor gasto que se produce cuando se gasta en uno mismo utilizando el dinero de otras personas, como ocurre con los viajes a cuenta del empleador o el entretenimiento totalmente reembolsados. La categoría inferior derecha es la que se aplica a los empleados del gobierno que gastan los ingresos fiscales en los beneficiarios de programas estatales; no solo existe una tendencia a gastar en exceso el dinero de otras personas, sino que el gasto puede tener poco valor desde la perspectiva de los beneficiarios del programa.[8]  Mercados versus socialismo.

Además de la filtración y la ineficiencia del gasto estatal, los subsidios permanentes pueden tener un efecto perverso en los beneficiarios de los mismos, actuando como un desincentivo del esfuerzo individual para procurarse ingresos, reforzando y prolongando la dependencia de vivir de lo que el Estado ofrece, fomentando la mentalidad del “free rider” y la creencia en “derechos” que no pueden satisfacerse sino es mediante la exacción de recursos a otros.

Una crítica recurrente del estado del bienestar es que daña perversamente a las mismas personas a las que pretende ayudar[9]. Dar dinero a los pobres reduce sus incentivos para ingresar a la fuerza laboral, adquirir experiencia y eventualmente unirse a la clase media. Brindar asistencia social a los niños nacidos fuera del matrimonio fomenta el embarazo en la adolescencia y desalienta el matrimonio, dos serios impedimentos para escapar de la pobreza (Herrnstein y Murray 1994, Murray 1984). Como dice sucintamente Murray Rothbard, “La fácil disponibilidad del cheque de bienestar obviamente promueve la mentalidad presente, la falta de voluntad para trabajar y la irresponsabilidad entre los destinatarios, perpetuando así el círculo vicioso de pobreza-bienestar” (1978, p. 154). ).

Existe una queja paralela sobre la acción afirmativa en la educación superior.[10]

Los efectos perversos que con frecuencia se atribuyen al estado de bienestar son fáciles de interpretar desde una perspectiva conductual. Si las personas sobreestiman la magnitud de los beneficios inmediatos en relación con los más distantes, en realidad, en la red, puede dañarlos ofreciéndoles beneficios inmediatos adicionales. Ya tienden a invertir menos. Hacer su presente más habitable con regalos en efectivo solo amplifica esta tendencia. De manera similar, si las personas sobrestiman sistemáticamente sus propias habilidades, fácilmente podría dañar a un estudiante admitiéndolo en un programa para el cual no está calificado. Cegado por el exceso de confianza, es probable que seleccione la mejor escuela que lo acepte, sin considerar apenas el posibilidad de que esté fuera de su liga.

Como explica Tyler Cowen, la “crítica conservadora tradicional del estado de bienestar … implica una tensión analítica”. En la mayoría de los asuntos, los conservadores y libertarios argumentan desde las teorías económicas neoclásicas y de la escuela de Chicago. En estos enfoques, un regalo en efectivo siempre mejora la situación de las personas, como lo demuestra la demostración en el aula de cómo tales regalos desplazan a las personas hacia ‘curvas de indiferencia más altas’. Esta es una lección básica de cualquier curso intermedio de microeconomía, independientemente de la persuasión política del instructor. (2002, pág.39), … Lo mismo ocurre con cualquier programa gubernamental que amplíe el conjunto de oportunidades de los pobres.)

Obtener ingresos adicionales requiere sacrificios (pérdida de tiempo libre, reubicación en un área con trabajo mejor pagado, capacitación, horarios inconvenientes, etc.), y la gente evalúa si los ingresos netos obtenidos son suficientes para justificar los sacrificios. Las elevadas tasas impositivas inclinan fundamentalmente esta compensación a favor de preferir contar con menos ingresos. Mercados versus socialismo.

En este artículo, Dan Mitchel explica cómo el estado de bienestar castiga tanto a los pobres como a los ricos en los Estados Unidos.

Los ricos se ven perjudicados por razones obvias. Son golpeados con tasas oficiales más altas, y también los más afectados por la doble imposición (las capas adicionales de impuestos sobre el ahorro y la inversión resultante de los impuestos a las ganancias de capital impuestos dobles en dividendosimpuestos sobre la muerte, etc.).

Pero también señalé que se penaliza a los pobres porque quedan atrapados en la dependencia.

En gran parte, esto se debe a que enfrentan malos incentivos cuando trabajan e intentan ser autosuficientes. No solo se ven afectados por los impuestos federales y estatales, sino que también pueden perder el acceso a varios programas de redistribución. Y la combinación de esos dos factores puede producir tasas impositivas marginales implícitas muy altas.

Me citó un ejemplo sorprendente de este fenómeno en 2012, que demuestra que para una madre soltera en Pennsylvania estaría mejor ganar $ 29.000 en lugar de $ 57,000. En otras palabras, su tasa impositiva marginal implícita sobre $ 28,000 adicionales sería del 100 por ciento (cumpliendo así el odioso sueño de FDR, aunque contra un grupo diferente de víctimas).

¿Qué tan generalizado es este problema? Un nuevo estudio publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica nos da la respuesta. … estima tasas impositivas marginales implícitas para varios segmentos de la población.

En pocas palabras, cuando las personas son castigadas por participar en un comportamiento económico productivo, responden reduciendo su trabajo, sus ahorros, sus inversiones y su espíritu empresarial.

La conclusión es que el estado de bienestar es una mala noticia tanto para los contribuyentes como para los beneficiarios. Todo lo cual puede ayudar a explicar por qué la tasa de pobreza dejó de caer una vez que el gobierno declaró una “guerra contra la pobreza”. Dan Mitchell. The Welfare State Penalizes the Poor with High Marginal Tax Rates [11]

Se aduce que el Welfare State (Estado de Bienestar) con sus generosas políticas sociales ha producido desarrollo económico y disminuido considerablemente las desigualdades de ingresos. Lo último es discutiblemente cierto, pero lo primero es falso.

En los países donde se ha impulsado, -y hay que hacer notar que no solamente en los países nórdicos, sino que también en otros países europeos, además de Canadá, Japón, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda- no hubo ningún Estado de Bienestar durante el tiempo que tardaron para desarrollarse y no es sino después, cuando las empresas privadas y la economía de mercado hubieron alcanzado mayor productividad y creado suficiente riqueza, cuando sus gobiernos tuvieron los suficientes ingresos para empezar casi todos sus programas sociales.

Muchos confunden la intervención gubernamental en algunos aspectos económicos y sociales con un sistema económico socialista. De modo que no es difícil encontrar publicaciones refiriéndose al “socialismo” de los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) y su éxito en el desarrollo económico. Absolutamente falso, todos ellos tienen un sistema capitalista, hay unas pocas empresas estatales y todas las demás son privadas. El Primer Ministro danés, Lars Løkke Rasmussen tuvo que salir al paso de menciones de un candidato presidencial en un debate público en Estados Unidos sobre el supuesto socialismo de los países nórdicos.

A menudo se destaca a los países nórdicos por tener políticas supuestamente socialistas y resultados económicos admirables. Pero la realidad, según los hechos, es diferente.

“Al combinar los gobiernos estatales, locales y centrales, el gasto público es aproximadamente la mitad del PIB en los países nórdicos, en comparación con el 38% del PIB en los Estados Unidos (OCDE 2018b). Sin embargo, los países nórdicos hoy en día son poco socialistas, porque tienen impuestos corporativos bajos a nivel internacional, tienen una baja regulación de las empresas, permiten que el sector privado participe en la provisión de educación primaria y secundaria, vinculan los beneficios sociales completos con tener un historial laboral, y requieren costos compartidos para la atención médica en el momento del servicio. Aunque estos países tienen seguro médico de cobertura universal, no imponen un solo pagador a toda la nación, a pesar de ser países más homogéneos que los Estados Unidos (Anell, Glenngård y Merkur 2012; Vuorenkoski, Mladovsky y Mossialos 2008; Olejaz et al.2012; Ringard et al.2013; Sigurgeirsdóttir, Waagfjörð y Maresso 2014).

Encontramos que hoy en día, las tasas impositivas marginales de los países nórdicos sobre la renta del trabajo no están de hecho muy por encima de las de EE. UU., una vez que se consideran los impuestos implícitos sobre el empleo y la renta. Los niveles de vida de los países nórdicos siguen siendo al menos un 15 por ciento más bajos que los de EE. UU., en gran parte porque la gente trabaja menos. Los beneficios privados y sociales de una educación universitaria son más altos en los Estados Unidos, aunque la educación universitaria es al menos igual de común aquí. Estos resultados son consistentes con la idea económica básica de que la redistribución y los sistemas de pagador único tienen costos significativos en términos de reducción de los ingresos nacionales.

Los propios países nórdicos reconocieron el daño económico de las altas tasas impositivas en relación con la creación y retención de empresas y la motivación del esfuerzo laboral, por lo que sus tasas impositivas marginales sobre la renta personal y corporativa han caído 20 o 30 puntos, o más, de sus picos en las décadas de 1970 y 1980 (Stenkula, Johansson y Du Rietz 2014). Mercados versus socialismo.

La conveniente idea que nunca muere

Como hemos visto anteriormente, la izquierda, la socialdemocracia y los socialistas ya no pueden argumentar que el capitalismo, la economía de mercado y la libertad económica son incapaces de reducir la pobreza. La base teórica marxista que predecía que la “explotación” de los trabajadores el capitalismo aumentaría, no reduciría la pobreza, se desinfló ante la realidad.

Como la evidencia demostró que la pobreza se redujo a causa del crecimiento económico, la nueva bandera pasó a ser la lucha contra la desigualdad de ingresos. Sin embargo, la base teórica marxista es la misma, la “explotación” de los trabajadores causa la desigualdad.

Sin embargo, como vimos también anteriormente, esa falacia teórica no se sostiene ante la evidencia. La desigualdad de ingresos es producto del crecimiento y la acumulación de capital en el tiempo, no de que unos están quitando a otros parte del pastel que les corresponde en una economía estática. La desigualdad de ingresos va acompañada de aumento de ingresos para todos.

Aun así, no faltan intelectuales que, por motivos ideológicos, persistan en ofrecer sustentos teóricos para los políticos y activistas de la izquierda, la socialdemocracia y los socialistas, que son tomados por estos como dogma sin más análisis. También vimos anteriormente que son una estafa.

Solamente se me ocurre pensar en algunas razones que podrían tener para persistir en esas ideas, a pesar de que la realidad ha demostrado que son contraproducentes.

Una es la que manifiesta Kristian Niemietz en su libro “Socialismo: la idea fallida que nunca muere“: “Tan pronto como se confronta a los socialistas con ejemplos de experimentos fallidos, siempre ofrecen la siguiente respuesta: “¡Estos ejemplos no prueban nada en absoluto! De hecho, ninguno de estos son verdaderos modelos socialistas””.  Siempre están pensando que, con su novedoso modelo, esta vez será diferente. Utopías futurísticas.

La otra es que la teoría marxista de la explotación, por su simplicidad explicativa, aunque falsa, de las diferencias de ingresos entre las personas, resulta muy fácil de creer para las amplias masas, nunca expuestas a las argumentaciones que se han hecho en su contra, y aún para los intelectuales que han sido adoctrinados por tantos años en la misma. También, en ambos casos y para muchos, la teoría se ha convertido en dogma de fe, similar al de una religión.

Por otra parte, la corta memoria histórica, no transmitida eficientemente de una a otra generación, ha actuado en favor de los renovados intentos de la izquierda por captar el apoyo de las masas. En sus conferencias sobre la filosofía de la historia, el filósofo alemán Hegel observó: “Pero lo que la experiencia y la historia enseñan es esto: que los pueblos y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia, ni han actuado según principios deducidos de ella.”

La otra es que existen innegables diferencias naturales entre las personas, independientemente del país y del sistema político, económico y social donde vivan. En cualquier parte, habrán personas que explotando sus cualidades tendrán más éxito en la vida que otras. Como dice Hoppe: “en todas partes hay y siempre habrá mucha gente clamando que se han quedado cortos en la vida en comparación con otros.”  De ahí que hay personas, que son las menos, las que logran alcanzar una posición de holgura económica o hasta de poseer mucha riqueza. Otras, la gran mayoría, no lo logra por diversas circunstancias. Su reacción para con las primeras puede ser diversa, desde la admiración, hasta la envidia y el odio.

Las primeras se convierten en las proveedoras y protectoras de las otras, que se convierten en dependientes de las primeras. Las primeras pueden vivir más independientes, no necesitan tanto de las segundas pues hay muchas. Las segundas no pueden vivir sin las primeras, pues dependen de ellas. Esa situación marca la manera en que las personas se comportan en los diferentes momentos de su vida, situación que también puede cambiar a lo largo del tiempo. Por tanto, a las personas que se sienten que dependen de otras, les conviene la colectividad, no la individualidad. Las primeras abogarán por preservar la desigualdad, las segundas por promover la igualdad. Todo es un asunto relacionado a lo que conviene al interés propio, natural al ser humano.

Pero cualquiera que sea la explicación, y de hecho cada una puede ser parte de la explicación, el hecho es que los socialdemócratas, los socialistas y la izquierda en general, abogan por la igualdad de ingresos y son fervientes partidarias de un Estado grande que efectúe su redistribución, aplicando altas tasas de impuestos a los empresarios, los trabajadores y los consumidores, cercenando de manera coactiva el derecho a gozar de los frutos del esfuerzo propio, que es propiedad privada, limitando también de esa manera la libertad individual.

La evidencia demuestra que las altas cargas impositivas desalientan la inversión pues acaban matando “la gallina de los huevos de oro” al disuadir el ahorro, la inversión y la motivación por generar ingresos, tanto entre empresarios, como entre trabajadores. El resultado es siempre menos producción, menos empleo y más pobreza.

Cuando los impuestos son insuficientes, el Estado echará mano del recurso a endeudar a la presente y futuras generaciones para cubrir los crecientes gastos estatales.

La evidencia también demuestra que esa exacción impositiva o la deuda adquirida, es administrada ineficientemente por la burocracia estatal, en base al principio de que gastar el dinero de otros para beneficiar a otros es la peor de las cuatro formas posibles de usar el dinero.

Otra evidencia demostrada es que, además de la ineficiencia administrativa, una parte importante de los impuestos son malversados o robados, principalmente en países con alto nivel de corrupción e impunidad.

Otra evidencia del derroche e inequidad de un Estado grande que dispone de cuantiosos ingresos fiscales es que parte son usados en programas y subsidios indiscriminados que no se enfocan en ayudar a aquellos que realmente necesitan, como los niños, discapacitados y ancianos y que benefician a adultos sanos con capacidad de trabajar, que acaban promoviendo la dependencia de las personas de la ayuda estatal y perjudicando la actividad productiva.

A pesar de todas esas evidencias, la izquierda, la socialdemocracia y los socialistas, apartan la vista para negarlas sin aportar evidencias en contra, ya que esa realidad no coincide con sus creencias ideológicas de los males de la sociedad son causados por la “explotación”.

La alternativa e Ideas para el futuro

La alternativa a las políticas socialistas, socialdemócratas y en general, de la izquierda, es un Estado reducido al mínimo de las funciones estrictamente necesarias. De esa manera, se reduce el incentivo perverso para vivir de lo que el Estado puede ofrecer, incentivando la motivación por obtener ingresos en la economía privada. Se reduce la cantidad de fondos manejados por la burocracia, el despilfarro, la filtración y la corrupción. Y también muy importante, se reduce la posibilidad de que políticos populistas tomen el poder.

Una carga impositiva moderada para financiar un Estado limitado, deja en los bolsillos de empresarios y consumidores más dinero para usarlo en las necesidades que estos juzguen más convenientes a sus intereses personales. Deja más dinero disponible para ahorrar e invertir, impulsando mayor producción de riqueza y por supuesto, más dinero para consumir, aumentando la demanda y como efecto, la oferta de bienes y servicios. Esto produce un círculo virtuoso de crecimiento económico sostenido que reduce la pobreza y eleva el nivel de vida de la población.

Un Estado limitado debe concentrarse en financiar programas sociales enfocados a los más desfavorecidos, como educación pertinente, especialmente para niños y jóvenes en la educación básica, media y superior. También proveer alimentación en la etapa temprana a niños de escasos recursos. Es la mejor inversión que la sociedad puede hacer para que estos se puedan incorporar posteriormente a la generación de riqueza para todos.

Dada la singular importancia de la educación para el futuro de la sociedad, el Estado debe enfocarse en promover la educación en valores morales y éticos orientados al progreso, desterrando de ella las teorías que promueven el victimismo, el odio, la violencia y la confrontación en la sociedad. El marxismo, por tanto, debe ser desterrado de la educación y por el contrario, se debe preservar la memoria histórica de los fracasos y crímenes que se cometieron en su nombre.

Una educación que promueve el progreso debe cultivar el razonamiento lógico, la experimentación y la práctica, fomentar la creatividad y la innovación, fomentar el emprendimiento en la creación de negocios y desterrar el énfasis actual en la preparación de empleados que luego salen a buscar un puesto de trabajo ofrecido por otro.

De la misma manera, enfocarse en servicios de salud enfocados estrictamente en las personas pobres, discapacitadas y ancianas sin ingresos.

Un Estado limitado debe eliminar todo tipo de subsidios generalizados que son aprovechados tanto por pobres como ricos. Igualmente, debe eliminar todo subsidio que promueva un efecto perverso en las decisiones de trabajo.

Un Estado limitado debe abolir las fuerzas armadas, un enorme lastre improductivo para la sociedad, y limitarse a ofrecer seguridad pública y justicia independiente.

Un Estado limitado debe eliminar y reducir el número y costo de las regulaciones que encarecen la producción de bienes y servicios. Eliminar, reducir y facilitar trámites gubernamentales que se exigen a las personas. La tecnología digital es un aliado para eso.

Estas son algunas ideas básicas, muy lejos de ser exhaustivas, para lo que harían falta muchos párrafos más.  Hay otros temas, ni siquiera mencionados, como infraestructura y servicios relacionados, comercio exterior e interior, política agropecuaria e industrial, política salarial, seguridad social, etc.  Todo eso requiere un tratamiento que escapa a las limitaciones del tema de este breve ensayo.

Arturo J. Solórzano Arce
Septiembre de 2020

Información relacionada:
1. ¿Por qué la SOCIALDEMOCRACIA está en CRISIS en EUROPA?

 


Notas

[1] Llewellyn H. Rockwell Jr., The Left, the Right, and the State. 2008. Fundada el año de la muerte de Marx [1883] para promover sus ideas a través del gradualismo, la Sociedad Fabiana buscaba “hacer un panal” de la sociedad, como dijo Fabian Margaret Cole, con medidas socialistas encubiertas. Al pasar por alto [ocultar] sus objetivos, la Sociedad Fabiana esperaba evitar galvanizar a los enemigos del socialismo.

…originaron, promovieron y dirigieron en el parlamento la mayor parte de la política social británica …[durante] 80 años. El resultado fue una economía y una sociedad destrozadas, hasta que Margaret Thatcher comenzó a desfabianizar Inglaterra [1980].

Los fabianos lograron su objetivo de establecer el “estado proveedor”, un estado de bienestar que se preocuparía no solo por los pobres, sino también por la clase media, desde la cuna hasta la tumba.

Ya sea la compensación de los trabajadores, las pensiones de vejez, las prestaciones por desempleo o la medicina socializada, los fabianos siempre enfatizaron la “reforma social”, señaló John T. Flynn. Ellos vieron temprano el inmenso valor de la reforma social para acostumbrar a los ciudadanos a mirar al Estado para aliviar todos sus males. Vieron que la agitación por el bienestar podría convertirse en el vehículo para importar ideas socialistas en la mente del hombre común.

[2] Scott Sumner. The Great Danes: Cultural Values and Neoliberal Reforms, 2008. “Cuando se trata de cuestiones económicas de pobreza y desigualdad, los conservadores se centran en la obligación ética de los ricos de ayudar a los “pobres que lo merecen”. Los liberales se centran en la obligación de la sociedad en su conjunto de mejorar la vida de todos los pobres, una postura fácil de justificar sobre bases utilitarias, al menos en principio. Durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, la opinión liberal favoreció cada vez más varios tipos de programas de bienestar social, que se consideraba que reducían la desigualdad económica.”

[3] El informe abunda en datos y gráficos que miden el progreso del ingreso según estratos de ingresos por regiones y países. En resumen, se deduce que (1) el ingreso real ha aumentado a nivel mundial; (2) el 50% de menores ingresos ha tenido un aumento real a una tasa mayor que el 10% de más altos ingresos y sustancialmente mayor al 40% de ingresos medios; (3) la brecha de ingresos entre el 50% inferior y el 10% inferior se ha reducido; (4) los mayores aumentos de ingreso se concentran en Asia Oriental y algunos otros países no desarrollados.

Usando las variaciones de ingreso del World Inequality Report 2018 y aplicándolas a un ingreso promedio mundial de $10,000 en 1980 para ejemplificar qué ha pasado con la brecha entre altos y bajos ingresos, resulta que la brecha de ingresos se ha reducido de 6.1 a 5.4 veces.

[4] La propuesta propone un impuesto del 90% sobre el patrimonio de los más ricos para conformar un fondo de capital universal que daría a cada persona 120,000 euros al cumplir los 25 años.

[5] Una vez repartida la riqueza de los multimillonarios, esta se gastaría principalmente en consumo. Por un tiempo el aumento del consumo podría aumentar la producción, pero una vez agotado, las nuevas inversiones caerían estrepitosamente en el mundo y las economías se derrumbarían, incrementando el desempleo y la pobreza.

Aun suponiendo que no pasaría nada, hay otro pequeño detalle, una verdad del tamaño de un elefante. Toda economía tiene una relación determinada entre el stock de bienes de capital y el de bienes de consumo que esos bienes de capital pueden producir. Si por efecto de la desafortunada propuesta mencionada estamos reduciendo el stock de bienes de capital al confiscar la riqueza invertida, el resultado será menos bienes de consumo disponibles, no más. Menos capital invertido significa menos producción. Y ya sabemos qué resulta de una demanda incrementada versus menor disponibilidad de bienes en el mercado: inflación, que al final convertirá los 120.000 euros en cero euros en muy poco tiempo. El balance final será cero aumento en el consumo de las personas y destrucción de la capacidad productiva, que en el mediano plazo significa aumentar el nivel general de pobreza.

[6] El capitalismo no ha surgido y no ha funcionado de manera similar en todas partes que ha echado raíces. William J. Baumol, Robert E. Litan, And Carl J. Schramm en su libro Good Capitalism, Bad Capitalism, and the Economics of Growth and Prosperity (2007) categorizan cuatro tipos de sistemas capitalistas: capitalismo emprendedor, capitalismo de grandes empresas, capitalismo guiado por el Estado y capitalismo oligárquico (o capitalismo de compinches). Los mecanismos que dirigen las energías productivas y las inversiones en cada sistema son los que diferencian una forma de otra y explican en buena parte el ritmo de desarrollo económico de los países.

[7] Los emprendedores pueden generar una enorme riqueza al mejorar la situación de las personas en la sociedad. No hay nada de malo en eso. Desafortunadamente, como en los viejos tiempos, también vemos a los políticamente conectados trabajando con agencias gubernamentales para manipular las ganancias .

Al pensar en la desigualdad económica en nuestro mundo moderno, debemos tener cuidado de diferenciar entre los medios económicos y los medios políticos para obtener riqueza.

Hay una verdad en la antigua historia de saqueo de la clase dominante, y todos están de acuerdo en que el poder corrompe.

Los altos niveles de control del gobierno sobre la economía tienden a generar corrupción y desigualdad estructural. Los mercados abiertos de cooperación dinámica tienden a disminuir la desigualdad y aumentar la riqueza para los más desfavorecidos.  Jason Riddle. 5 Spooky Facts about Power and Inequality You Probably Didn’t Know 

[8] La brecha entre el gasto del programa y el valor para los beneficiarios ha sido medida por Gallen (2015), Finkelstein y McKnight (2008) y Olsen (2008), entre otros.

[9] Murray (1984) es posiblemente el crítico más prominente de la ‘Guerra contra la Pobreza’. Friedman (1982 [1962]) ofreció argumentos similares contra la vivienda pública y el bienestar dos décadas antes: el objetivo de estos programas era ayudar a los pobres, pero el El efecto involuntario fue “todo lo contrario” (179). Sowell (1996 [1980], 1990) y Chávez (2002, 1992) plantean objeciones similares a la acción afirmativa y las políticas relacionadas.

[10] Supuestamente lleva a estudiantes de minorías a inscribirse en programas demasiado competitivos. En consecuencia, los estudiantes que pueden obtener un título universitario de una escuela menos competitiva a menudo terminan abandonando y no logran completar ningún título. Como observa críticamente Thomas Sowell:

Este estudiante [minoritario] no recibe una mejor educación porque está en una escuela más prestigiosa. Por el contrario, es muy posible que obtenga una educación mucho peor en instituciones tan aceleradas, en el sentido de no aprender cosas que es perfectamente capaz de aprender, en un entorno de aprendizaje que avanza a un ritmo normal. Un estudiante de esa minoría puede terminar “confundido, tambaleante e incapaz de seguir el ritmo” (1993, p. 137).

[11] Una plétora de políticas fiscales y de beneficios federales y estatales determinan conjuntamente los incentivos de los estadounidenses para trabajar. … Disposiciones complejas y, a menudo, misteriosas que condicionan los pagos de impuestos y los ingresos por beneficios a los ingresos laborales, los ingresos por activos, los ingresos totales y el nivel de activos. … Las innumerables características de nuestro sistema fiscal plantean las preguntas centrales de este documento: ¿Cuáles son los niveles típicos de tasas impositivas netas marginales que enfrentan los estadounidenses de diferentes edades y niveles de recursos, teniendo en cuenta todo el sistema fiscal federal y estatal? … ¿Cuánto afecta la elección del estado en el que vivir en el incentivo para trabajar? … Abordamos estas preguntas ejecutando datos de la Encuesta de Finanzas del Consumidor (SCF) de 2016 a través de The Fiscal Analyzer (TFA).

Desigualdad y Desarrollo Económico: Por qué la desigualdad es necesaria para reducir la pobreza

Ninguna economía puede crecer y desarrollarse sino crecen también las empresas, la unidad básica de toda economía. En la dinámica económica global, las empresas más grandes son las que alcanzan las economías de escala necesarias para competir en los mercados y ofrecer bienes y servicios para más consumidores con mayor calidad y menores precios. No todas lo logran ni todas necesariamente compiten en mercados globales. Las pequeñas y medianas empresas sirven mercados locales con bienes y servicios también necesarios y muchas también son parte de las cadenas internacionales de suministro.  La desigualdad de tamaños de las empresas no es un problema, cada una tiene un papel en el engranaje económico y en conjunto crean la riqueza e impulsan el desarrollo económico.  Por qué entonces habría de ser un problema la desigualdad de ingresos o de riqueza?  

La riqueza no está almacenada en una bóveda de Rico McPato, está en forma de activos de empresas. No se puede redistribuir sin destruir el tejido económico. 

Intentar reducir la desigualdad de riqueza solo sirve para apaciguar el sentimiento de envidia de los que propugnan por reducirla. No sirve para sacar a las personas de la pobreza.

El enfoque para reducir la desigualdad de ingresos es diferente.

En el título de su célebre libro de 1975, Arthur Okun nos dijo que el “gran balance” que enfrenta la sociedad es entre igualdad y eficiencia. Podemos usar el sistema del gobierno, los impuestos y las transferencias para trasladar los ingresos de los ricos a los pobres, pero ese sistema es un “cubo con fugas”. Parte del dinero se pierde a medida que se mueve. Esta filtración no debería impedirnos tratar de redistribuir, argumentó Okun, porque valoramos la igualdad. Pero debido a que también nos preocupa la eficiencia, la filtración nos detendrá antes de igualar completamente los recursos económicos. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

La desigualdad de ingresos o de riqueza es sin duda un tema que está en la palestra actual en el ambiente político y académico.  Varios libros y numerosos ensayos e investigaciones se han escrito al respecto. Organizaciones internacionales y gobiernos lo abordan. Es parte de plataformas de partidos políticos, movimientos y organizaciones. El siguiente video abre un diálogo sobre desigualdad que vale como una introducción al tema.

Pero, qué es la riqueza?

La Enciclopedia  Alemana de Economía define riqueza como “el conjunto de bienes, derechos y obligaciones de una persona física o jurídica, privada o pública” y la “suma algebraica de los valores de todos los elementos que forman parte de este conjunto”. La suma de los valores de los bienes y derechos constituye la riqueza bruta. La riqueza neta viene dada por la diferencia entre la riqueza bruta y el valor de las deudas. El término riqueza se suele utilizar como sinónimo de patrimonio, capital o hacienda. La riqueza produce renta y la renta incrementa la riqueza. El concepto de riqueza es estático, pues viene definida con referencia a una fecha o momento determinado en el tiempo, mientras que el de renta es dinámico (incremento o decremento de riqueza entre dos fechas diferentes). El concepto de riqueza se corresponde con el de stock o “fondo”, y el de renta con el de “flujo”, esto es, la cantidad de disponibilidades líquidas utilizadas en una determinada actividad.

La riqueza de las naciones puede medirse por el PIB, la de los individuos por la renta percápita. La pobreza es lo contrario de la riqueza. Cuando la riqueza se acumula en pocas personas se genera desigualdad económica. La riqueza personal se consigue, lícita o ilícitamente, por herencia y acumulación de capital.  Wikipedia

Así ilustra Michael Munger el concepto en un artículo:

La riqueza es el resultado de las cosas que se intercambian, no el dinero. Como dijo Alfred Marshall en su libro histórico Principios de economía , “Toda riqueza consiste en cosas deseables; es decir, cosas que satisfacen los deseos humanos directa o indirectamente “. Marshall continúa señalando que no todas las cosas deseables son riqueza, porque también deseamos afectos familiares y amigos de confianza. Pero toda riqueza consiste en el acceso a cosas deseables; La pobreza es la falta de dicho acceso, no la escasez de dinero.

La idea errónea surge al concebir la riqueza como dinero, y aún peor como moneda física. El último error se puede solucionar fácilmente, ya que solo alrededor del 10% del “dinero” total que utilizamos toma la forma de trozos de papel y monedas . Si considera que la riqueza es el valor de los activos e instrumentos financieros, la moneda es mucho menos del 1% del total.

Pero incluso cuando pensamos en la riqueza como “valor”, es fácil confundirse. El problema es la premisa de que la riqueza es una cosa objetiva. No lo es: el valor es subjetivo. Mi riqueza financiera, en un nivel, es simplemente el valor liquidado de todos mis activos. Para “liquidar” algo, tengo que convertirlo en efectivo o alguna otra forma de valor intercambiable. … la riqueza son bienes y servicios, o más bien la riqueza es el uso de cosas y el acceso a los servicios. Where Did The Wealth Go?

La pobreza es la ausencia de riqueza, pero nunca puede ser absoluta, sino relativa, pues hay grados o niveles de pobreza, como los hay de riqueza. Las causas de la riqueza están asociadas a diversos factores y es un tema de estudio de la economía. Siendo riqueza y pobreza dos conceptos opuestos, vale con referirnos a las causas de la pobreza:

La causa aproximada de la pobreza es la baja productividad. Las personas son pobres porque su trabajo les permite producir muy poco para alimentarse y albergarse adecuadamente, y mucho menos para satisfacer otras necesidades, como la salud y la educación. La baja productividad a su vez tiene causas diversas y múltiples. Puede ser el resultado de la falta de crédito, lo que impide a los productores realizar las inversiones que aumentarían su producción y, por lo tanto, sus ingresos. Puede ser el resultado de la falta de acceso a nuevas y mejores tecnologías. Puede deberse a la falta de habilidades, conocimientos u oportunidades de trabajo. Puede ser la consecuencia del pequeño tamaño del mercado, lo que deprime la rentabilidad de la adquisición de nuevos equipos y tecnologías. O puede deberse a élites explotadoras, por lo general en contubernio con el gobierno, que bloquean cualquier mejora en las condiciones económicas que amenazarían su poder. Las razones finales de la pobreza se pueden rastrear a una o más de estas causas. Dani Rodrik.  The Globalization Paradox.  2011

A esos factores agregaría el factor cultural: la pobreza, como la riqueza, el éxito o el fracaso, de las personas y las sociedades, también depende del conjunto de valores culturales que se practican: las ideas, creencias,  comportamientos, orientaciones conductuales, costumbres, actitudes,  y suposiciones subyacentes prevalecientes entre las personas en una sociedad.

Vea también en el Apéndice: Un nuevo enfoque de la pobreza y Desigualdad económica y desigualdad de ingresos

El conflicto libertad vs. igualdad

“Un mundo en el que los hombres sean libres e iguales sería el paraíso en la Tierra. Un mundo así es difícil de lograr; y obligados a escoger, debemos poner la libertad por encima de la igualdad. Porque la ausencia de libertad conduce a la más desastrosa de las desigualdades e injusticias: el despotismo. Pero la desigualdad no conduce necesariamente a la ausencia de libertad”. Karl Popper.

La igualdad de oportunidades y la igualdad ante la ley (en el sentido legado a los israelitas por Moisés en el Levítico 24,22: “Un mismo estatuto tendréis para el extranjero, como para el natural; porque yo soy Jehová vuestro Dios”) no sólo son compatibles con la libertad sino inherentes a ella. No es así con relación a la igualdad de resultados. Ya que este tipo de igualdad no existe en el reino animal ni tampoco entre los pueblos primitivos, debe considerársela antinatural, alcanzable sólo mediante la coerción, razón por la cual todos los sistemas utópicos presuponen un poder despótico y todos los déspotas insisten en la igualdad de sus súbditos. Como percibió Walzer Bagehot un siglo atrás, “no existe un método para lograr que los hombres sean, a un tiempo, libres e iguales”.

Irónicamente, la pretensión de alcanzar la igualdad no sólo destruye la libertad sino también la propia igualdad, pues como demuestra la experiencia del comunismo, los encargados de garantizar la igualdad social reclaman para sí privilegios que los elevan por encima del común de las gentes. También trae como resultado una corrupción generalizada, porque la elite que monopoliza los bienes y servicios, como debe hacerse si se quiere distribuirlos equitativamente, espera una compensación para sí a cambio de su distribución. Richard Pipes. Propiedad y Libertad, La Piedra Angular de la Sociedad Civil. 2002.

La desigualdad pasó de ser un concepto principalmente político a un concepto principalmente económico desde que la igualdad ante la ley, el concepto político, se concibiera y aceptara como parte de los principios fundamentales de las sociedades occidentales después de la Revolución Francesa, tal como lo expresa Max Eastman en los siguientes párrafos.

La democracia moderna surgió y avanzó bajo un estandarte inscrito con dos ideales: libertad e igualdad. Se combinaron en nuestra Declaración de Independencia. Se combinaron en el lema de lucha de la Revolución Francesa, que se convirtió en el lema de la República Francesa. … La frase “libres e iguales” ha sido casi tan actual en Estados Unidos como la palabra democracia misma.

Para nuestros antepasados, estas dos palabras tenían el mismo significado. La libertad significaba elegir tu propio gobierno por voto popular; La igualdad significa que cada ciudadano tiene un voto. La libertad significaba el imperio de la ley; la igualdad significaba que todos los hombres son iguales ante la ley. La libertad significaba que no debería haber barreras sociales públicamente reconocidas; igualdad significaba lo mismo. No hubo confusión aquí porque la vida era simple, la tierra espaciosa y la conversación era principalmente sobre política. Pero cuando la vida se volvió compleja, abarrotada, industrializada y comenzamos a pensar en términos económicos, surgió un conflicto inherente entre estas dos ideas. Es bastante obvio que si los hombres son económicamente libres, incluso en un sentido no absoluto, se desarrollarán desigualdades entre ellos. Y, por el contrario, no se les puede sujetar a la igualdad económica, ni a nada parecido, sin restricciones forzadas.

Fueron los socialistas quienes aportaron la idea de extender los ideales democráticos a las relaciones económicas de los hombres, y fue Marx quien hizo que esta idea pareciera práctica e inherente al desarrollo natural de las relaciones económicas. Propuso hacer que la igualdad sea económica aboliendo el mercado competitivo y haciendo que el estado produzca y distribuya toda la riqueza. La libertad, prometió, se seguiría a sí misma. Después de un período de transición de la dictadura, el estado, de hecho, “se marchitaría”.

Con esa noción de una “transición” a la extinción del Estado, ocultó el inevitable conflicto frontal entre libertad e igualdad. Ocultaba el hecho de que, entre los dos, había elegido la igualdad, no la libertad, una sociedad sin clases, para usar su término, y estaba preparado para dejar que el estado hiciera lo que tenía que hacer para que se materializara.

… La idea de los marxistas era que la libertad política significaba libertad solo para las clases explotadoras, y su motivo era hacer que todos los hombres fueran igualmente libres. Pero mientras esto resuelve en lógica abstracta el conflicto entre los dos ideales, en la acción práctica no resuelve nada, ya que la base de toda libertad tal como se concibe ahora es económica. Es la igualdad económica —la igualdad en relación con la empresa que determina la producción de riqueza— lo que es “liberar al proletariado y con ello a toda la sociedad libre”. Y esta igualdad, como los eventos han demostrado mil veces, no se puede establecer o mantener sin restricciones nuevas, generalizadas y violentas. Con toda la casuística metafísica, los encantamientos dialécticos y las fervientes elucubraciones económicas que aportó, la “sociedad de los libres e iguales” de Marx es una contradicción de términos. En ninguna sociedad concebible, los hombres pueden ser, en el sentido económico, iguales y libres. Max Eastman. Reflections on the Failure of Socialism. 1940.

El conflicto entre la libertad individual y la igualdad continúa hasta la fecha. 

La tendencia del mundo contemporáneo parece indicar que los ciudadanos de las democracias están dispuestos a entregar sus libertades  despreocupadamente a cambio de la igualdad social (junto con la seguridad económica), sin tener en cuenta las consecuencias. Y las consecuencias son que su capacidad para retener y utilizar aquello que ganan y poseen, para contratar o despedir a voluntad, para firmar contratos libremente, e incluso para decir lo que se piensa, está siendo sistemáticamente erosionada por los gobiernos que se ocupan en re distribuir el capital privado y en subordinar los derechos individuales a los derechos de los sectores sociales. Todo el concepto de bienestar social, tal como ha evolucionado en la segunda mitad del siglo XX, es incompatible con la libertad individual, porque permite que diversos grupos con necesidades comunes se alíen y reclamen sus derechos a satisfacer estas carencias a expensas de la sociedad en su conjunto incrementando, en el proceso, el poder del Estado que actúa en nombre de ellos. Richard Pipes. Propiedad y Libertad, La Piedra Angular de la Sociedad Civil. 2002

Las diferencias entre las personas

Creo que a nadie se le ocurre que pueda existir la igualdad física o psicológica, son características naturales en los seres humanos: edad, sexo, raza o etnia, tamaño, peso, discapacidades físicas, enfermedades crónicas, el nivel de coeficiente intelectual, etc.

Por ejemplo, las habilidades resultantes de ventajas físicas en varios deportes, marcan la diferencia de ocupaciones e ingresos. De hecho, como escribe Dan Mitchel en un artículo, “hay evidencia académica bastante sólida de que las personas más altas y las personas más atractivas ganan más dinero y tienen mejores vidas. .Eso es injusticia genuina, al igual que tener mejores padres es una fuente de injusticia genuina.” Solo veamos los ingresos de las reinas de belleza y las modelos como ejemplo.

Hay otras diferencias que pertenecen al ámbito de la personalidad y que se reconocen como existentes: habilidades innatas o desarrolladas –las del artista en la pintura, la música, el baile, la poesía, la novela, etc. – o las de un vendedor que es capaz de convencerte hasta de comprar algo que piensas no necesitabas, las del investigador-innovador que aplica sus conocimientos en una idea hasta que logra encontrar una solución a problemas tecnológicos, las del emprendedor capaz de detectar oportunidades de negocio que otros no ven y convertirlas en una empresa exitosa, las del político capaz de ganar los votos y el apoyo de las masas a sus ideas y acciones, entre otros ejemplos que podría agregar. Son habilidades propias de individuos, que no están presentes o no están desarrolladas en igual grado en las personas.   

También hay otras que se pretenden ocultar porque no es “políticamente correcto” hablar de ellas: hay personas más activas y energéticas, mientras otras son más pasivas y perezosas; hay optimistas y pesimistas; hay quienes se sienten muy seguros de sus capacidades, valoran su independencia, gustan de correr riesgos, enfrentar retos y no tienen temor a la incertidumbre y a lo desconocido, mientras hay quienes tienen poca seguridad en sus capacidades, prefieren evadir los riesgos, temen a lo desconocido y a la incertidumbre, prefieren la seguridad y son más dependientes de otros; hay quienes valoran más el trabajo que el ocio y viceversa, y por tanto se sienten más felices dedicando más tiempo al trabajo o a la diversión y al descanso; hay quienes se preocupan más por el futuro y otros se despreocupan de ello para vivir el presente; hay quienes rigen sus acciones por preceptos y valores morales establecidos en doctrinas religiosas o que respetan las prohibiciones legales, mientras que otros no actúan en base a tales preceptos, valores, normas y leyes. Los criminales están en este último grupo.

A estos y otros aspectos se refiere Vargas Llosa:

“La igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades no significan la igualdad en los ingresos y en la renta, algo que liberal alguno propondría. Porque esto último sólo se puede obtener en una sociedad mediante un Gobierno autoritario que «iguale» económicamente a todos los ciudadanos mediante un sistema opresivo, haciendo tabla rasa de las distintas capacidades individuales, imaginación, inventiva, concentración, diligencia, ambición, espíritu de trabajo, liderazgo. Esto equivale a la desaparición del individuo, a su inmersión en la tribu.

Nada más justo que, partiendo de un punto más o menos similar, los individuos vayan diferenciando sus ingresos de acuerdo a sus mayores o menores aportaciones a los beneficios del conjunto de la sociedad. Sería estúpido ignorar que entre los individuos hay inteligentes y tontos, diligentes o haraganes, inventivos o rutinarios y lerdos, estudiosos y perezosos, etcétera. Y sería injusto que en nombre de la «igualdad» todos recibieran el mismo salario pese a sus distintas aptitudes y méritos. Las sociedades que lo han intentado han aplastado la iniciativa individual, desapareciendo en la práctica a los individuos en una masa anodina a la que la falta de competencia desmoviliza y ahoga su creatividad.” Mario Vargas Llosa. La llamada de la tribu. 2018

Pero también se podría agregar otro tipo de desigualdad que es inducida por la cultura, por la información recibida y los juicios de valor que nos han enseñado sobre lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto, ético o inmoral. Información y juicios de valor, creencias y costumbres que nos han sido transmitidos en el hogar y en la escuela o la universidad, en nuestras relaciones de amistad o de trabajo, en lo que leemos o vemos en los medios de comunicación. Nuestras acciones están también determinadas por las características de la cultura incorporada en nuestra visión del mundo y ésta, al igual que la influencia de la religión, tiene diferentes matices que varían de persona a persona, lo que también nos hace desiguales. Sin embargo, la cultura, de la cual la religión es parte, es la influencia que más homogeneiza el pensamiento y la acción de los grupos humanos.

En el siguiente segmento del video del diálogo sobre desigualdad, se aborda el tema de la desigualdad de consumo y de status.

Los valores culturales y su efecto en el crecimiento económico y la desigualdad

Peter Saunders, al analizar los niveles de desigualdad en un conjunto de 26 países de alto ingreso, incluidos tres latinoamericanos, concluye que el nivel de desigualdad a lo interno de los mismos también está asociado a los valores culturales que se practican, ya que un nivel de ingresos similar no explica las diferencias en los niveles de desigualdad.

Uno de esos valores culturales es el grado de confianza entre los miembros de una sociedad. En el análisis de Saunders sobre el estudio econométrico de variables que inciden en la desigualdad, de Richard Wilkinson y Kate Pickett en su libro “The Spirit Level“,  la confianza es uno de esos valores analizados y los datos muestran que a medida que aumenta la desigualdad, disminuyen los niveles de confianza.  El análisis encuentra que los países con menor desigualdad comparten, además de un mayor grado de confianza, otras características comunes, como la homogeneidad étnica, tradiciones culturales y desarrollo histórico orientadas a un sentido de pertenencia nacional común y un menor grado de individualismo y diversidad. En los extremos se agrupan países como los nórdicos y Japón por un lado, y los latinoamericanos por el otro.

Trust-vs-Inequality

Saunders concluye que, en efecto, hay una correlación negativa entre confianza y desigualdad. Explica que las diferencias en el nivel de desigualdad entre el grupo de países nórdicos y Japón, en contraste con el grupo de países anglófonos, a los que más conoce, puede explicarse en gran parte por el efecto de las diferencias en los valores culturales. 

Japón y Escandinavia fueron ambos “desarrolladores tardíos”, sociedades agrarias que se industrializaron después de que Gran Bretaña y Estados Unidos se convirtieran en las principales naciones industriales del mundo. Siguen siendo sociedades con una fuerte tradición “popular”, un sentido resiliente de identidad colectiva y un énfasis en la pertenencia nacional y el carácter distintivo. Históricamente, han sido relativamente cerrados, étnicamente homogéneos en gran medida (hasta hace poco, en el caso de Suecia, y aún hoy, en el de Japón), con bajos niveles de inmigración y muy poco matrimonio entre los “forasteros”.

En Cuidado con los Falsos Profetas, identifiqué una serie de factores históricos y culturales que probablemente hayan tenido un impacto significativo en los niveles actuales de cohesión social. La industrialización tardía de Escandinavia, por ejemplo, significa que estos países todavía tienen muchas de las características de una sociedad popular. Son países pequeños y nacionalistas donde las personas se identifican fácilmente entre sí. Hasta hace muy poco, también eran notablemente homogéneos en términos de etnicidad y creencias. Esto es crucial, ya que la investigación indica que el apoyo popular al gasto público en asistencia social y la redistribución del ingreso se debilita si las personas piensan que su dinero ayudará a las personas que son diferentes de sí mismas (el apoyo a los altos gastos en asistencia social en Suecia ha disminuido a medida que la inmigración a gran escala ha aumentado… En resumen, la homogeneidad de las naciones escandinavas contribuye a su alto nivel de cohesión social, que a su vez, ha generado altos impuestos y generosos sistemas de bienestar, no al revés.

En contraste con todo esto, mostré en mi libro que las naciones anglos tienen una larga tradición de individualismo. … El mundo anglo se ha caracterizado durante mucho tiempo por las fronteras abiertas, el libre comercio, las altas tasas de matrimonios inter étnicos y los altos niveles de inmigración, ninguno de los cuales se aplica históricamente al bloque nórdico. La investigación ha demostrado que los países anglos son los más individualistas del mundo, por lo que también tienden a estar entre los más fragmentados. Esto a su vez explica por qué su gente tiende a desconfiar de los grandes estados de bienestar y de los gobiernos hambrientos de impuestos que se inclinan por los esquemas redistributivos de ingeniería social. Nuevamente, la cultura explica la distribución del ingreso, no viceversa. Peter Saunders. When Prophecy Fails.  2011,

Francis Fukuyama, más conocido por su libro “El fin de la historia”, aborda en su obra “Trust. The Social Virtues and the Creation of Prosperity” (Confianza. Las Virtudes Sociales y la Creación de Prosperidad), 1995,  este elemento cultural fundamental, la confianza, que se construye a partir de la honestidad, como determinante para el desarrollo económico, pues este se facilita cuando hay relaciones de cooperación. Según Fukuyama, las relaciones de cooperación basadas en la confianza en un radio más amplio que el limitado de la familia, son claves porque disminuyen los costos de transacción y por tanto mejoran la competitividad. 

El análisis de Fukuyama se concentra en el papel que juega la confianza en el crecimiento y desarrollo económico, independientemente del grado de desigualdad, y confirma los hallazgos de Wilkinson y Pickett, enfatizados por Saunders en cuanto a la alta correlación del grado de confianza en la sociedad y el nivel de ingreso percápita.

Trust-vs-GDP

En conclusión, el nivel de desigualdad crece en la medida en que crece el  nivel de ingreso de los países.

Somos desiguales y es precisamente esa desigualdad la que nos conduce al progreso. Esa desigualdad es la que nos conduce inevitablemente a la división del trabajo, a la cooperación y al intercambio de lo que cada quién puede hacer mejor para satisfacer sus necesidades. El mercado es el medio que permite intercambiar aquello en lo que todos y cada uno de nosotros nos especializamos y la especialización crea rendimientos cada vez mayores, haciendo posible producir más y mejores cosas, más riqueza. En ese proceso, debido a las desigualdades individuales antes mencionadas, unos tienen un mejor desempeño que otros en la creación de riqueza, es decir, de bienes y servicios y por tanto es inevitable que acumulen más riqueza que otros.

Lea el artículo relacionado  El factor cultural como explicación del desarrollo económico

Derechos humanos y desigualdad

De modo que la bandera de la igualdad, levantada con la Revolución Francesa, es un principio liberal. Pero es la igualdad ante la ley, la no discriminación de las personas. El Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos  proclamada en 1948, establece que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”  y el Artículo 2 dice que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición“.

Todos los derechos que se reconocen por igual a todas las personas son derechos establecidos en las leyes de cada país. Las leyes en cada país tienen algunas diferencias, estableciendo más o menos derechos que los proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero el principio es el mismo en todos los países democráticos:  la igualdad de todos ante la ley. De ahí que la Justicia sea representada por una mujer con los ojos vendados, simbolizando la no discriminación de las personas ante las leyes. La igualdad económica no es un derecho establecido en esa Declaración. Hay dos artículos en la Declaración  que abordan el tema económico,. El Artículo 23 dice:

1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.

y el Artículo 25 establece:

1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; …(sigue)

Como puede verse, en los asuntos económicos, la Declaración establece derechos. No entra a determinar cómo esos derechos pueden ser alcanzados, lo que obviamente depende de la cantidad de riqueza, de bienes y servicios disponibles en un país dado. Tampoco establece deberes como contrapartida. Ninguno de esos derechos se puede asegurar por ley, ni en una sociedad libre ni en ninguna que no lo es; ni en economías de mercado como tampoco en economías centralmente planificadas. El derecho al trabajo no se puede asegurar si no hay suficientes puestos de trabajo disponibles.

El derecho a igual salario por igual trabajo solo es posible asegurarlo en el ámbito de una empresa o de un empleador, mas no en  el ámbito general de la sociedad por razones obvias.

El derecho a una remuneración “equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana” y lo que le sigue,  nótese que no establece un condicionante como contrapartida, es concebido como un derecho universal, no importando el nivel de contribución económica del trabajador. Es decir, el derecho no tiene un deber como contrapartida.

Este derecho  tampoco puede ser asegurado por ley. En una economía de mercado, depende de muchos factores como la naturaleza del trabajo que se desempeña y el valor aportado por el trabajador, cuya expresión es el salario, el cual difiere de una actividad económica a otra y de una empresa a otra, solo para mencionar un elemento  importante, pero hay otros. Muchos países abordan este tema estableciendo salarios mínimos por ley pero, por una parte, no llegan a cubrir las aspiraciones que establece este punto y por otro lado, hay evidencias de que reduce la oferta de puestos disponibles y perjudica a personas que estarían dispuestas a trabajar por menor salario y quedan desempleadas, en peor situación.

Tampoco se asegura este derecho en una economía socialista, aunque por leyes y regulaciones se reduzcan las brechas salariales entre los diferentes tipos de trabajo, pues en el afán por igualar lo más posible los salarios, lo que terminan consiguiendo es desestimular el empeño del individuo por tener una mejor calificación y el tesón, el ahínco, la calidad y la productividad en su trabajo.  Como resultado, se castiga el mérito y se premia la mediocridad. No es por tanto difícil entender por qué las economías socialistas terminan socializando la pobreza, igualando a las mayorías en un bajo nivel de vida  La pobreza no se elimina por decreto.

El derecho expresado en el Artículo 25 es otra manera de decir lo mismo que el Artículo 23, pero con otras palabras.  Ya vimos por qué no puede ser asegurado por ley en ningún país.  Un nivel de vida  aceptable para todos, independientemente de la contribución que cada persona hace a la economía, no puede asegurarse por las leyes. Primero, porque el nivel de vida en cualquier  país depende de la capacidad de su estructura productiva para producir riqueza (bienes y servicios).

Un país con empresas de baja productividad y competitividad  producen una cantidad de riqueza insuficiente para posibilitar un adecuado nivel de vida, independientemente de la desigualdad en la distribución de esa riqueza.  Y lo contrario es cierto. los países con empresas de alta productividad y competitividad son los que han logrado un mayor nivel de vida para la población, independientemente de la desigualdad que tengan en la distribución de la riqueza.

Segundo, porque reducir la desigualdad de ingresos o de riqueza (patrimonio) implica usar el poder coercitivo del Estado para hacerlo y significa despojar a unos para dar a otros, violando el principio de igualdad ante la ley y viola el Artículo 17 de la Declaración, que dice:

1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

“Citando un catálogo de lo que ella llama los “derechos de imprenta” del programa de acción del Partido Demócrata de 1960, Ayn Rand se pregunta “¿a costa de quién” se garantizan estos “derechos?” Responde que, teniendo en cuenta que los empleos, la comida, la ropa, la recreación, los hogares, la atención médica, la educación, etc. “no se consiguen de la naturaleza”, sólo pueden provenir de los otros. Siendo este el caso, no son “derechos”:

Si algunos hombres reciben “por derecho” el producto del trabajo de otros, esto quiere decir que esos otros están desprovistos de derechos y sometidos a un trabajo de esclavos. Cualquier supuesto derecho que requiera la violación de los derechos de otro hombre, ni es ni puede ser un derecho. Ningún hombre puede tener derecho a imponer a otro una obligación forzosa, un deber sin recompensa o una servidumbre involuntaria. Un derecho no incluye su aplicación material por parte de otros hombres: incluye tan sólo la libertad de conquistar esa aplicación mediante el propio esfuerzo.

Los “derechos de clase”, por tanto, son un fantasma. “No existen ni pueden existir otros derechos que los Derechos del Hombre, es decir, los derechos que atañen a lo que es verdaderamente universal en cada ser humano como individuo, y que son aplicables a todos, sin distinción de raza, religión, color, profesión, etcétera.” Richard Pipes. Propiedad y Libertad, La Piedra Angular de la Sociedad Civil. 2002.

En los países socialistas o comunistas, este derecho no existe.

Tercero, porque la redistribución coercitiva por el Estado no conduce a reducir la pobreza ni a elevar el nivel de vida de las mayorías, como ha mostrado la evidencia en los países que han optado por ello. La realidad demostró que para que las mayorías consiguieran  igualdad económica debía ser sacrificada su libertad, otorgando (o sufriendo forzadamente el) poder al Estado para privar a unos del fruto de su trabajo para entregarlo a otros. Pero aún ese ideal de igualdad tampoco fue cumplido en los países que implantaron las ideas de Marx, pues una nueva clase minoritaria goza de privilegios económicos y políticos negados a las mayorías. En su libro “La Nueva Clase”, de Milovan Djilas dice al respecto:

“La revolución comunista, … destruye al capitalista, al terrateniente, la propiedad privada, es decir la propiedad que utiliza fuerza de trabajo ajena. Esto crea inmediatamente la creencia de que se cumple la promesa revolucionaria de un nuevo reinado de la igualdad y la justicia.  … Como cuestión de forma, el Estado se convierte también en propietario de esa propiedad. … Es la burocracia la que usa, administra y controla oficialmente tanto la propiedad nacionalizada y socializada como la vida entera de la sociedad. El papel de la burocracia en la sociedad, es decir la administración monopolista y el control de la renta y los bienes nacionales, le da una posición especial privilegiada.  En realidad esa clase privilegiada realiza esa función utilizando la maquinaria del Estado como una cubierta y un instrumento. … esta “nueva clase obtiene su poder, sus privilegios, su ideología y sus costumbres de una forma de propiedad peculiar: la propiedad colectiva, que la clase administra y distribuye en nombre de la nación y de la sociedad.

…Sin embargo, hay diferencias fundamentales entre los políticos profesionales de otros sistemas y los del sistema comunista. En casos extremos, los políticos de otros sistemas utilizan al gobierno para asegurarse privilegios para ellos mismos y sus partidarios, o para favorecer los intereses económicos de un estrato social u otro. La situación es diferente en el sistema comunista, en el que el poder y el gobierno se identifican con el uso, el disfrute y la disposición de casi todos los bienes nacionales. Quien se apodera del poder se apodera de los privilegios e indirectamente de la propiedad. En consecuencia, en el comunismo el poder o la política como profesión constituye el ideal de quienes desean o tienen la probabilidad de vivir a expensas de los demás.”

La desigualdad económica, pues, continuó, y esta vez también desapareció la igualdad política, la igualdad ante la ley. Al transcurrir el tiempo y luego de caer por su propio peso, en los países del bloque comunista europeo, en la URSS y Europa Oriental, el sistema construido basado en las ideas de Marx, el marxismo y el leninismo quedaron totalmente desacreditados, ya que no solamente no lograron mejorar el nivel de vida de las personas ni acabó con la desigualdad, sino que además les arrebató su libertad.  La libertad, como valor y necesidad esencial de la naturaleza humana, que había predominado en la conciencia de la gente.

Como mencionamos en “Los fracasos del “Socialismo Real” el colapso de los sistemas socialistas europeos de economía planificada asestó un golpe devastador a las ideas de izquierda, al dejarla huérfana de argumentos para sustentar sus teorías y debieron entonces dedicarse a buscar alternativas para persistir en la utopía socialista. No sucedió igual en Asia, donde los comunistas en el poder, tanto en China como en Vietnam, para conservar sus privilegios, abandonaron los aspectos económicos del marxismo, pero no los políticos. Es así que impulsaron el capitalismo y la consecuente desigualdad de ingresos y riqueza que conlleva, pero retienen el poder político anulando las libertades individuales.

Ante la imposibilidad de rebatir las evidencias sobre la capacidad de la economía de mercado para crear creciente riqueza y el fracaso del socialismo para conseguir lo mismo, ningún economista serio en el mundo propugna por que el capitalismo debe ser sustituido por un sistema socialista.

Crecimiento económico, desigualdad y pobreza

La humanidad está en continuo progreso, pero no siempre ha sido así. En mi artículo “La evidencia del progreso en el mundo” inicié con el siguiente párrafo y una gráfica reveladora.

La riqueza generada en tan solo 150 años ha sacado de la pobreza extrema a gran parte de la humanidad. Antes de 1820 todas las personas eran pobres. Solo una pequeña minoría era rica: los monarcas, nobles, aristócratas y autoridades religiosas. Esa minoría tenía acceso a cosas que a la gran mayoría estaban vedadas.

La desigualdad económica en las sociedades pre modernas era extremadamente alta y la persona promedio vivía en condiciones que hoy llamaríamos pobreza extrema. El siguiente gráfico muestra que durante el milenio anterior (del año 1,000 al 2,000, la riqueza creada se mantuvo casi estática durante 800 años. Es después del año 1800 que el crecimiento económico empieza a acelerarse. Pero es a partir de 1900 que crece más rápidamente.

Históricamente, los ricos se enriquecieron explotando a los pobres, pero … Durante la mayor parte de la historia humana, hubo una sola historia de cómo los ricos se hicieron ricos. La clase política gobernante extrajo grandes sumas de riqueza de todos los demás. Los reyes y emperadores que encabezan la lista de los 10 hombres más ricos de todos los tiempos reportados por la BBC a principios de este año incluyen a Mansa Musa I, Genghis Khan, el emperador Akbar I y William the Conqueror.

Solo recientemente, a través de la expansión de las economías de mercado a fines del siglo XIX y XX, empresarios y magnates de los negocios descifraron la lista de los más ricos del mundo.  Jason Riddle. 5 Spooky Facts about Power and Inequality You Probably Didn’t Know

Durante milenios, desde la época romana hasta la Edad Media y el Renacimiento, los humanos lucharon por sobrevivir con el sudor de su frente, a menudo sólo sobrellevando una rudimentaria existencia. Estaban constantemente protegiéndose contra la muerte prematura, las enfermedades, el hambre, la guerra y los salarios de subsistencia. Sólo unos pocos afortunados —principalmente gobernantes y aristócratas— vivían vidas tranquilas, e incluso esos estaban crudos según las normas modernas. Para el hombre común, poco cambió a lo largo de los siglos. Los salarios reales per cápita eran prácticamente los mismos, año tras año, década tras década. Durante esta época, cuando la vida promedio era de apenas cuarenta años, el escritor inglés Thomas Hobbes calificó con razón la vida del hombre como «solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta».  Mark Skousen. “The big three in economics: Adam Smith, Karl Marx, and John Maynard Keynes” (2007)

En los dos siglos transcurridos desde 1820 hasta ahora, la disponibilidad de bienes y servicios sencillamente explotó. No se trató de cambios menores: hubo enormes cantidades de cambios, porque antes de 1820, las personas nacían y morían prácticamente en el mismo mundo. Desde que nacían hasta que morían, el mundo no cambiaba mucho. Pero a partir de 1820, comenzó a transformarse vertiginosamente.” Jim Yong Kim, Presidente del Grupo Banco Mundial. Discurso en American University. Washington, 10 de abril de 2018.

Nunca, en toda la historia de la humanidad, al planeta Tierra había tenido una tasa de pobreza extrema tan baja como la que tenemos en el 2015. La tasa de pobreza extrema mundial se ha dividido por 5 desde 1970 y se ha dividido por 2 desde 1990. Es decir, los objetivos del milenio que pedían que la pobreza se dividiera por dos entre 1990 y 2015 se consiguieron. El éxito fue tan rotundo que a septiembre de 2015, las Naciones Unidas propusieron un nuevo objetivo para la humanidad: erradicar la pobreza extrema en 2030. Xavier Sala i Martin. Economía en Colores (2015)

En este artículo, Dan Mitchell refuta con datos a los que aseguran que el crecimiento económico solamente beneficia a los ricos.

Repetidamente he argumentado que un crecimiento más rápido es la única forma efectiva de ayudar a los menos afortunados. La guerra de clases y la redistribución , por el contrario, no son efectivas . Dichas políticas se basan en la falacia de que la economía es un pastel fijo, y los defensores de este punto de vista se fijan en la desigualdad porque creen erróneamente que un ingreso adicional para los ricos significa menos ingresos para los pobres.

Hoy, veamos algunos números que prueban que una fijación en la desigualdad es errónea. La Oficina del Censo publicó esta semana su informe anual sobre Ingresos y pobreza en los Estados Unidos . Esa publicación incluye datos que muestran ganancias anuales ajustadas por inflación por quintil de ingresos entre 1967-2017.

Para ver si mis amigos izquierdistas tienen razón acerca de que los ricos se hacen más ricos a expensas de los pobres, calculé el cambio porcentual anual para cada quintil. He aquí, los datos muestran que hay un patrón muy claro que muestra cómo todos los quintiles de ingresos tienden a aumentar y disminuir al mismo tiempo.

Evolución del ingreso por quintiles en EEUU

La lección de estos datos es clara. Si desea políticas que ayuden a los pobres, también serán políticas que ayuden a la clase media y a los ricos. Y si odias a los ricos, debes darte cuenta de que las políticas que los perjudiquen seguramente también perjudicarán a los menos afortunados. Otra lección es que a todos los quintiles de ingresos les fue particularmente bien durante los años ochenta y noventa, cuando prevalecieron las políticas de libre mercado. Dan Mitchell. One Image that Underscores Why Growth Is the Most Effective Way to Help the Poor.  Sept. 2018.

Mitchell vuelve al tema con elementos adicionales, como la movilidad en la escalera de ingresos y el efecto de los impuestos en la inversión y el empleo.

      1. La economía no es un pastel fijo, el resto de nosotros no nos volvemos pobres cuando alguien más se hace rico.
      2. En una sociedad libre, habrá resultados desiguales porque todos hemos tomado decisiones diferentes en la vida.
      3. Fijarse en el tema irrelevante de la desigualdad distrae de abordar el problema realde la pobreza.

Quiero centrarme en el n. ° 3 porque es muy angustiante que algunas personas de la izquierda estén más interesadas en dañar a los ricos que en ayudar a los pobres.

De hecho, algunos de ellos están tan motivados por el despecho que incluso abogan por políticas que perjudicarán a los pobres mientras los ricos resulten aún más perjudicados.

Normalmente trato de evitar sonar crítico, pero eso es moralmente reprobable.

Lo más decente es descubrir las políticas que ayudarán a las personas a ascender en la escala económica.

Con eso en mente, aquí hay algunos aspectos destacados de una reciente columna FEE de Gonzalo Schwarz. Comienza con la observación de sentido común de que es mejor concentrarse en la movilidad ascendente.

… La movilidad económica, la pobreza y la desigualdad de ingresos… no son lo mismo, y las respuestas políticas para abordarlas varían. … La narrativa de la desigualdad de ingresos ha llegado a dominar nuestro discurso actual de políticas públicas, especialmente en los Estados Unidos. … Los ricos se están volviendo más ricos, pero los pobres también se están volviendo más ricos … Las políticas que tienen como objetivo eliminar las barreras que enfrentan las personas que buscan ascender en la escala de ingresos deben discutirse y seguirse rigurosamente.

Luego señala que las políticas para reducir la desigualdad a menudo son contraproducentes.

Schwarz cita el salario mínimo como un ejemplo obvio, ya que es una receta para el desempleo cuando los políticos exigen niveles de pago que exceden el valor de muchos trabajadores poco calificados.

Pero mi interés por las finanzas públicas me lleva a compartir este extracto.

Las soluciones políticas dirigidas a reducir la desigualdad de ingresos no necesariamente tendrán un impacto positivo en quienes buscan escapar de la pobreza … Con mucha frecuencia, estos objetivos pueden entrar en conflicto. … Una … “solución” de política pública popular para abordar la desigualdad de ingresos es aumentar el impuesto sobre la renta de las empresas (CIT) y utilizar las ganancias para financiar programas gubernamentales … Un documento de trabajo reciente de la Escuela de Negocios de Harvard … descubre que aumenta una reducción en los impuestos sobre la renta corporativos inversión real, un motor clave del crecimiento económico. Esto es consistente con los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que publicó un amplio documento en 2008 que encontró que los impuestos sobre la renta tienden a obstaculizar el crecimiento económico significativamente más que otros instrumentos tributarios.

La conclusión de Schwarz es acertada.

Seguir una agenda centrada en impulsar la movilidad social ascendente es más propicio para el descubrimiento de las barreras en el camino del florecimiento humano y la creación de riqueza. Romper estas barreras, tanto artificiales como naturales, es la mejor manera de garantizar que todas y cada una de las personas tengan la oportunidad de lograr su Sueño Americano.  Daniel J. Mitchel. Parte II: La pobreza es un problema, no la desigualdad. Diciembre, 2020.

Hoy, la izquierda concentra sus críticas en la desigualdad de ingresos y de riqueza. Propone reducir esa desigualdad, ya que le atribuye ser causa de la pobreza, mientras que la derecha la considera un resultado natural de la dinámica del capitalismo y no causante de pobreza.

El capitalismo como sistema económico no creó ni amplió las desigualdades de ingreso y mucho menos de riqueza. En el mundo antiguo, cuando el 90% o más de la población era pobre, solamente unos pocos, los monarcas y nobles concentraban y disfrutaban de la riqueza disponible. La desigualdad era absoluta. Con el capitalismo, la pobreza extrema mundial se ha reducido desde el 90% hasta el 10%, es decir, un 80% ha mejorado sus ingresos.

No hay mejor ejemplo que el de China para verificar que la desigualdad puede aumentar y eso no tiene absolutamente ningún impacto negativo en la pobreza, sino al contrario. China es uno de esos países donde se pasó de un sistema económico socialista a uno capitalista.

“El capitalismo de libre mercado con propiedad privada y asignación de bienes y servicios determinada por el mercado a menudo se le atribuye la generación de crecimiento económico y altos ingresos promedio. Pero los críticos sostienen que una economía de mercado no ayuda lo suficiente a los pobres. El socialismo, que combina la propiedad estatal de gran parte de los medios de producción con una asignación sustancial determinada centralmente, es defendido por ser más benévolo que el capitalismo de libre mercado.

Gran parte de la literatura analiza el bienestar relativo. La benevolencia se mide a menudo por la desigualdad o por cómo les va a los ricos en relación con los pobres, pero la desigualdad no es una buena medida de qué tan bien les va a los pobres en general.

China es quizás el mejor ejemplo de ello. Es probable que se extraigan inferencias completamente diferentes con respecto al bienestar de los pobres dependiendo de la medida elegida. La Figura 1 muestra lo que sucedió con la desigualdad de ingresos en China desde 1980 cuando la economía pasó de un control estricto a uno más orientado al mercado con una propiedad privada significativa y flexibilidad empresarial. El aumento de la desigualdad es enorme. La relación entre el ingreso promedio de los que se encuentran en el decil superior y el ingreso promedio de los del decil inferior pasó de ocho en la década de 1980 a alrededor de cuarenta, y solo comenzó a revertirse en los últimos años. Presentado solo, este hecho sugiere que, aunque el movimiento hacia el mercado ha beneficiado a los ricos en China, no ha ayudado a los pobres.

El gráfico 2, que rastrea el ingreso mensual absoluto del decil más bajo de China a lo largo del tiempo, sugiere una conclusión diferente. Aunque tomó una década, a mediados de la década de 1990, los ingresos de los más pobres de China comenzaron a crecer y la tasa de crecimiento repuntó en la última década. Hoy en día, los chinos más pobres ganan cinco veces más que apenas dos décadas antes. A lo largo de la década de 1980 y antes, una gran parte de la población china vivía en la pobreza extrema. Los pobres de hoy en China siguen siendo pobres según los estándares de los países desarrollados, pero no se puede negar que están mucho mejor que hace dos décadas. De hecho, el rápido levantamiento de tantas personas del peor estado de pobreza es probablemente el mayor cambio en el bienestar humano en la historia mundial.

La experiencia de China es quizás la más pronunciada e importante porque muchos se ven afectados. Pero no es único. India, con una población casi igual a la de China, experimentó un fenómeno similar, aunque en menor medida. La relación entre los ingresos de los que se encuentran en el decil superior y los del decil inferior pasó de dieciséis a veinte durante las últimas tres décadas. Al mismo tiempo, el ingreso absoluto del decil más pobre se duplicó aproximadamente. La desigualdad aumentó, pero los pobres se hicieron sustancialmente más ricos. India también adoptó reformas de mercado a fines de los años ochenta y noventa.

…El caso chino es una prueba de que la creciente desigualdad no implica una caída de los ingresos entre los pobres. Más allá de China, existe evidencia general sobre el tema derivada de muchos países y durante varios años. Los resultados de ese análisis se pueden resumir.

Primero, no hay evidencia de que, en general, los grupos de altos ingresos se beneficien más de un movimiento hacia el capitalismo que los grupos de bajos ingresos. El efecto de cambiar la propiedad estatal y la libertad económica sobre los ingresos no es mayor para los ricos que para los pobres. En segundo lugar, el crecimiento de los ingresos se correlaciona positivamente entre los deciles. La situación se acerca más a una marea alta que levanta todos los barcos que a que el gordo engorda al adelgazar al delgado. Por último, no existe evidencia consistente en el gran número de países y períodos examinados de un vínculo fuerte y generalizado entre el crecimiento de los ingresos y la desigualdad. Hay ejemplos, como China, donde el crecimiento de los ingresos se combinó con grandes aumentos de la desigualdad, pero otros como Chile, donde se produjo un fuerte crecimiento de los ingresos sin grandes cambios en la desigualdad, y Corea del Sur,

Las transferencias y la redistribución presentan el cuadro más complejo de la participación estatal.

Las transferencias de ricos a pobres a través del sistema tributario son un lujo que solo los países ricos parecen poder permitirse y no son un producto del socialismo per se. Existe una correlación muy alta (-.67 en 2010) entre la renta mediana contemporánea y el bajo índice de transferencia entre países.

Los países de alta transferencia como los de Escandinavia y otras partes ricas de Europa tienen principalmente propiedad privada y libertad económica más parecida a la que prevalece en Estados Unidos que en los países socialistas. Los pobres definitivamente —y como era de esperar— parecen beneficiarse de transferencias más altas en un momento determinado. Pero los altos impuestos que generalmente acompañan a las transferencias dan como resultado un crecimiento de ingresos bajos para los grupos de ingresos medios y altos dentro de un país determinado a lo largo del tiempo. Edward Paul Lazear.  Socialism, Capitalism, And Income.

Concluyendo, los datos muestran que el capitalismo ha elevado los ingresos sustancialmente para los más pobres, aunque la desigualdad se haya mantenido o aumentado. Los ingresos son una medida importante porque se traducen  en consumo. Al aumentar sus ingresos, los pobres pueden disfrutar del acceso a bienes y servicios, en una buena parte comunes a los que disfrutan los más ricos, aumentan por tanto su riqueza. La riqueza, como lo manifiesta Michael Munger no es el dinero, ni los activos que se poseen, la riqueza es poder consumir bienes y servicios, o más bien la riqueza es el uso de cosas y el acceso a los servicios. 

Más información sobre la relación entre crecimiento económico y reducción de pobreza puede encontrar en el Apéndice: La riqueza ha aumentado y la pobreza ha disminuido

Desde el punto de vista de los países, la desigualdad y la pobreza resultan de la combinación de varios factores.  Howard Wiarda es uno de los referentes principales en el tema de la influencia de la cultura en el desarrollo económico.  El siguiente párrafo que escribe intenta resumir su tesis: 

… Si preguntamos, por ejemplo, por qué Europa y América del Norte avanzaron en los primeros tiempos modernos, la respuesta es, principalmente, la cultura: la revolución de la ciencia, la imprenta, el estado de derecho, la libertad económica y política, el individualismo y el espíritu empresarial, y Gobierno pluralista y representativo. Si preguntamos por qué, en la última mitad del siglo XX, Asia Oriental se adelantó a otras áreas en desarrollo (África, América Latina y Medio Oriente), la respuesta nuevamente es, en gran parte, la cultura: la ética del trabajo duro, el honor familiar, la educación y salir adelante que son parte de la cultura confuciana de la sociedad china ahora se extienden a otras partes de Asia. Del mismo modo, si preguntamos por qué algunos países y áreas (Haití, África subsahariana, el Medio Oriente árabe y el sudeste asiático) se han quedado atrás, la respuesta nuevamente es la cultura: la ausencia de una cultura que apoye el desarrollo. La cultura y los valores están en el corazón del desarrollo. Por supuesto, también es necesario que sus instituciones estén bien, pero, al menos en las etapas iniciales de desarrollo, es esencial tener una cultura de apoyo, propicia para el desarrollo como en Asia, Europa y América del Norte. Valores tales como la responsabilidad personal, la confianza (Putnam y Fukuyama), la dignidad del trabajo, el gobierno legal y la prioridad del individuo hacen la gran diferencia en el desarrollo. Así, por supuesto, los recursos naturales, la geografía (por ejemplo, el sistema de transporte fluvial interno estadounidense y europeo), y tener un sistema de clase permeable que permita la movilidad ascendente. Todos estos factores (las instituciones adecuadas, los recursos, la geografía y un sistema social móvil ascendente) son importantes, pero en última instancia, la cultura también juega un papel importante, tal vez el más importante. La cultura es la llave que abre la puerta del éxito civilizatorio. Howard J. Wiarda, Cultura política, ciencia política y política de identidad. (2014)

De la misma manera en que los factores mencionados infuyen en el nivel de desarrollo económico, también influyen en el nivel de pobreza, altamente correlacionada, pero también con el nivel de desigualdad, como veremos más adelante.

Pero la mayor parte del crecimiento ha sido aportado por los países de economía de mercado, llamados capitalistas. Esto ha sido corroborado con datos. Por ejemplo, en un estudio realizado por Matei Dăian comparando el desempeño de los países de Europa Occidental con los de Europa Oriental y el Asia Central que estuvieron bajo el dominio comunista, llega a la siguiente conclusión:

“Existe una clara diferencia económica entre la Europa occidental más desarrollada económicamente y sus contrapartes más pobres en Europa del Este y Asia central. Pero, ¿qué causó esta divergencia económica? ¿Qué papel tan importante jugó el comunismo? Si el comunismo es responsable, ¿a través de qué mecanismos económicos logró obstaculizar el crecimiento? … Este documento encuentra no solo que el comunismo tuvo un enorme impacto negativo en el crecimiento, sino que a pesar de que el comunismo se había ido completamente de Europa en 1991; Todavía afecta el crecimiento de los antiguos países comunistas.” The Veil of Communism: An Analysis of Lifespan, GDP per Capita, Human Capital, and Agricultural Productivity in Eastern Europe .

PIB Percapita Western and Eastern European countries 1820-2000

Otra comparación es entre Estados Unidos y la URSS. Claramente se observa el menor desempeño de la economía soviética, medido por el crecimiento del Producto Interno Bruto.

PIB Percapita US vs URSS 1885-1990

El gráfico es de la investigación de Remco Kouwenhoven. A Comparison of Soviet and US Industrial Performance: 1928-90.  Contiene gran cantidad de datos comparativos. Uno de ellos muestra que la productividad del trabajo en la industria soviética en 1986 era el 25% de la de los Estados Unidos. 

Las economías socialistas no pudieron eliminar la pobreza.  En la antigua URSS, “alrededor del 40% de toda la población en 1967 sería considerada pobre según los estándares soviéticos de 1974“,  según un estudio mencionado en Nintil. En el resto de países socialistas de Europa Oriental, el nivel de pobreza era mayor, con la excepción de Alemania Oriental.

Tampoco se eliminó la desigualdad de ingresos, solo reduciéndola a un nivel similar al de algunos países nórdicos.  Sin embargo, la desigualdad es encubierta por los privilegios no monetarios de que disfrutaba la nueva clase. 

Uno solo puede conjeturar que los ingresos monetarios más altos probablemente harían que el estatus privilegiado de los grupos de élite sea más visible y, por lo tanto, políticamente perturbador. … El complejo de privilegios también tiene la ventaja de que le recuerda constantemente al receptor su estatus especial y su dependencia del continuo favor de quienes lo otorgan.”  La Unión Soviética: pobreza y desigualdad.

Esta práctica se mantiene vigente en los países de régimen comunista o socialista que aún quedan, como China, Corea del Norte y Cuba. La clase dirigente recibe privilegios principalmente no monetarios que están vedados al resto de la población.  

Una consecuencia del aumento del PIB percápita es la reducción de la pobreza, como puede verse en el gráfico interactivo abajo. El Banco Mundial mide diferentes niveles de pobreza. La tasa de incidencia de la pobreza extrema se mide por el porcentaje de la población que vive con menos de 1.90 dólares al día; la pobreza grave, que se mide por menos de 3.20 dólares cada día y la pobreza más leve, que se mide bajo  los 5,50 dólares. La tasa de incidencia de la pobreza, sobre la base de $3.20 por día (2011 PPP) pasó de 56.9% de la población en 1981 a 26.3% de la población en 2015, una reducción de 54%. Si se mide sobre la base de $1.90 por día, los que están en la pobreza extrema se han reducido de 42.1% a 10%, es decir, 4 veces.

Hoy, los ataques contra el sistema de mercado ya no se centran en la disminución de la pobreza en el mundo, sino en la distribución desigual de los ingresos y la riqueza. La distribución desigual del ingreso se mide por el Coeficiente de Gini. El siguiente mapa de Wikipedia muestra este coeficiente por países.

El impacto de la globalización

Según el “World Inequality Report 2018” con base a datos de 1980 a 2016. “La mitad más pobre de la población mundial ha visto crecer significativamente sus ingresos gracias al alto crecimiento en Asia. … El crecimiento de los ingresos ha sido lento o incluso nulo para las personas entre el 50% inferior global y el 1% superior. [Esto es el 49% que constituye la clase media y media alta] … Desde 1980, la desigualdad de ingresos ha aumentado rápidamente en América del Norte y Asia, ha crecido moderadamente en Europa y se ha estabilizado a un nivel extremadamente alto en Oriente Medio, África subsahariana y Brasil.”

Observando los datos de la tabla anterior, podemos ver que en los últimos 36 años el crecimiento real del ingreso percápita (adultos) mundial ha sido del 60%, pero ese aumento ha sido 14 veces mayor en China y casi 4 veces mayor en la India. Los que perciben menos (el 50% inferior) han aumentado su ingreso en 94%, mayor a la media global, pero también es en China e India donde más se ha aumentado. Para el 40% que está por encima (la clase media) el aumento no ha sido tan grande, pero sí de un sustancial 43%, llevándose también China e India los mayores incrementos. La clase alta representada por el 10% aumentaron sus ingresos en 70% , más que la clase media, pero en menos proporción que el 50% más pobre. En Europa, Rusia y EU-Canadá, los incrementos en el 90% de menos ingresos han sido menores al crecimiento promedio y su contrapartida ha sido un mayor aumento de los ingresos del 10% de mayores ingresos.

Hay que tomar en cuenta que China es desde hace 40 años fundamendalmente una economía de mercado con intervención estatal selectiva en algunas industrias. Ver el artículo de mi blog Desmitificando las ideas erróneas sobre China . En los indicadores globales de reducción de la pobreza y el aumento de la desigualdad, China tiene un peso importante. 

La combinación de los números 60/70/80/90 se usa con frecuencia para describir la contribución del sector privado a la economía china: contribuyen con el 60% del PIB de China y son responsables del 70% de la innovación, el 80% del empleo urbano y proporcionan 90 % de nuevos empleos. La riqueza privada también es responsable del 70% de la inversión y del 90% de las exportaciones.”  Dr Rainer Zitelmann. “Here in China, Hardly Anyone Still Believes in Karl Marx’s Ideas.” — A Travelogue

En el siguiente video Juan Ramón Rallo habla sobre  el desigual aumento de los ingresos como producto de la globalización, abordado en el párrafo anterior.

El informe abunda en datos y gráficos que miden el progreso del ingreso según estratos de ingresos por regiones y países. En resumen, se deduce que (1) el ingreso real ha aumentado a nivel mundial; (2) el 50% de menores ingresos ha tenido un aumento real a una tasa mayor que el 10% de más altos ingresos y sustancialmente mayor al 40% de ingresos medios; (3) la brecha de ingresos entre el 50% inferior y el 10% inferior se ha reducido; (4) los mayores aumentos de ingreso se concentran en Asia Oriental y algunos otros países no desarrollados.

Usando las variaciones de ingreso del World Inequality Report 2018 y aplicándolas a un ingreso promedio mundial de $10,000 en 1980 para ejemplificar qué ha pasado con la brecha entre altos y bajos ingresos, resulta que la brecha de ingresos se ha reducido de 6.1 a 5.4 veces.

Una comparación interesante ofrece este gráfico que compara los cambios en el tiempo del ingreso promedio de los países latinoamericanos versus China con respecto al ingreso promedio mundial. América Latina ha ido reduciendo su participación en el ingreso mundial, mientras China lo ha venido aumentando. Pueden consultarse otros gráficos que muestran que en Latinoamérica son los estratos de altos ingresos los que han venido aumentando su participación en detrimento de la clase media.

La convergencia de ingresos que se muestra en el gráfico anterior entre China y América Latina, es una tendencia global si se comparan por una parte todos los países en desarrollo con los países desarrollados.

Con cada revolución tecnológica, han evolucionado los procesos de producción y distribución, y estos se han propagado hacia más países con la globalización. Esta tendencia conduce a una mayor difusión de los avances tecnológicos a escala mundial que terminará por abarcar a todos los países, llegando a una inexorable convergencia de ingresos entre países ricos y pobres.

… la economía del mundo en 1950 se corresponde con un …período de quiebre en el proceso económico donde 750 millones de personas vivían en un mundo desarrollado y donde los 4.000
millones restantes quedaron retrasados.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, el patrón cambió nuevamente. Los países en vías de desarrollo comenzaron a crecer. Al inicio este pro­ceso fue lento y se trataba de países aislados. Con
el correr de los años, este proceso comenzó no sólo a ampliarse en el número de países sino que además la tasa de crecimiento se aceleró.

… De hecho, la propia evolución del término que describe “al 85% res­tante del planeta” es en sí misma interesante. En algún momento se dejó de hacer referencia a dichos países como pobres para ser llamados sub­desarrollados. Luego recibieron el nombre de países menos desarrolla­dos. A continuación se los denominó como países en vías de desarrollo, mientras que recientemente han recibido el nombre de países emergen­tes. Dicha evolución en el lenguaje utilizado para definir el estado de situación de estos países refleja la toma de conciencia acerca del proceso de crecimiento que se está experimentando y que naturalmente la situa­ción presente de pobreza no es permanente.

… Al mismo tiempo, si bien este crecimiento no ha sido uniforme en las distintas zonas del mundo dando lugar a una clara separación entre desa­rrollados y no, en los últimos 60 años se aprecia una reversión de la ten­dencia.

… aquellos países que muestran una renta per-cápita más baja muestran mayores tasas de crecimiento. A su vez, … se observa que en los últimos 1.000 y 200 años, respectivamente, ha tenido lugar una notable caída en la diferencia de la renta por habitante en las distintas zonas del planeta. Puesto en estos términos hasta podría llegar a afirmarse la existencia de convergencia ab­soluta, aun cuando hoy existan diferencias muy importantes entre los dis­tintos países del mundo.

… Finalmente, para tener una idea de lo que la convergencia junto a la aceleración de la tasa de crecimiento significa, asumamos que la misma tuviera lugar durante el siglo XXI. Suponiendo que la economía ameri­cana creciera al 2,5% anual, la convergencia implicaría que el resto de los países deberían crecer a una tasa del 4,36% anual, por lo que el ingreso per-cápita mundial crecería a un ritmo del 4,18% anual. De confirmarse esta hipótesis, el nivel de riqueza por habitante de la tierra se multiplicaría en 60,04 veces. Así, en un siglo habremos crecido 4,65 veces más que lo hecho en 20 siglos, lo cual no solo resulta difícil de imaginar, sino que implicaría ingresar a una singularidad en economía, donde la economía dejaría de ser la ciencia de administración de la escasez para convertirse en la ciencia del estudio de la acción humana frente a una abundancia radical. Javier Gerardo Milei. “El retorno al sendero de la decadencia Argentina.” (2015)

Pero también, la convergencia se produce entre las personas dentro de los países, cuando se toma en cuenta el aumento creciente en la calidad de vida.

El aumento más asombroso de los niveles de vida de los miles de millones más pobres del mundo se ha producido en la última generación. Es absolutamente impresionante. Y no sólo eso, sino que el cierre de la brecha entre ricos y pobres también ha sido bastante asombroso como resultado de dos causas principales, una de las cuales creo que a ambos nos gustará. La tecnología ha hecho que una persona más pobre tenga una brecha mucho menor en la calidad de vida de la persona más rica que hace 20, 30, 100 años.

Y la otra cosa, que a ninguno de nosotros le puede gustar, es [la ayuda gubernamental para] el bienestar. El Estado de bienestar ha provocado un enorme nivel de igualdad de acceso a la atención
de la salud, la educación, la infraestructura y las pensiones, etc.

Así que el mundo se ha vuelto mucho, mucho más igualitario por cada medida objetiva: la cantidad de alimentos que tienen las personas, el acceso a la atención de la salud, las tasas de alfabetización, la esperanza de vida, etc. Por cada criterio objetivo, el mundo se ha vuelto espectacularmente más igualitario entre los llamados ricos y pobres, y la pobreza se ha aliviado en una escala inimaginable. Hemos superado los ambiciosos Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Sólo para dar un buen número con el que todos pueden relacionarse: en la década de 1970, la pobreza se definió por primera vez objetivamente como vivir con el equivalente a 1 dólar al día. Poco menos que un tercio de toda la humanidad fueron consideradas por esa definición pobres. Si ajustamos la inflación a ese dólar, hoy es menos del 5%. En otras palabras, para fines prácticos, la pobreza como la que teníamos hace 30, 40, 50 años, cuando el programa de televisión típico mostraba a gran escala miles y miles de millones de personas hambrientas, de seres humanos que morían de hambre. Los jóvenes nunca han visto eso, porque ha desaparecido. Desapareció del planeta virtualmente (aunque por supuesto no del todo) completamente.

Así que hemos alcanzado el mayor nivel de igualdad y bienestar para la humanidad que ha ocurrido, y fue tan poco como hace una generación, esencialmente inconcebible. Hasta ahora, lamentando la desigualdad, deberíamos celebrar el alivio de la indigencia y la pobreza a una escala espectacular: mil millones de seres humanos que surgen de la indigencia.

… Deberíamos darnos cuenta de que las comodidades de la vida, como yo los llamo, el acceso a las comunicaciones, el transporte motorizado, la comida, la vajilla, los cubiertos, el entretenimiento, la televisión, se ha disparado como un cohete para las personas más pobres del mundo. Pero tome más: transporte motorizado. Cuando era niño, sólo gente muy, muy rica tenía un auto. … Usamos autobuses y bicicletas y usamos carros de caballos. Me llevaron a la escuela en un carro de caballos. Y ahora, prácticamente toda la humanidad conduce por el mismo camino que Peter Thiel, que sé que es uno de sus amigos o colegas, o Elon Musk o alguien, a la misma velocidad, llega al destino casi al mismo tiempo, pero lo hace un poco menos lujoso.

Esto es todo lo que nos fijamos: acceso a la electricidad, acceso a la información, acceso a la alfabetización, acceso a servicios bancarios y financieros, acceso al crédito, etc. Cada cosa que determina la calidad de vida no sólo ha tenido un crecimiento asombroso para las masas del mundo, los pobres, sino que ha acercado cada vez más a los pobres a los ricos. Probablemente lo más importante de todo es la esperanza de vida. Desde tiempos bíblicos, las personas más ricas vivieron … 70 años. Eso ha permanecido igual. Es más o menos así ahora, un poco más. Ha subido a tal vez 80. Mientras tanto, los pobres que vivían algo así como 25, 30, 40 años de esperanza de vida están ahora en 65. Se están poniendo al día. Así que los pobres ahora viven tanto como los ricos. Ahora, ¿qué te dice eso? Te dice que tienen agua potable. Tienen condiciones de vida sanitarias. Tienen atención médica. Tienen analgésicos. Tienen antibióticos, etc.

… Y ten en cuenta que la razón por la que Donald Trump quiere un muro, ¿por qué? Porque los pobres del mundo saben que el mejor lugar para el pobre es donde están las personas más ricas del mundo. Los pobres del mundo correrán el riesgo y a menudo perderán la vida para emigrar al lugar del mundo donde hay más multimillonarios. Ahí es donde quieren ir. Nadie está tratando de huir del Sur a Corea del Norte. Nadie está tratando de huir de América a Cuba. Lo que quieres hacer si eres una persona pobre es ir donde hay mucha gente rica y donde la llamada brecha de ingresos está en su punto más alto. La razón es que el potencial de movilidad ascendente es mayor en esas condiciones. Leon Louw. “Should We Be Obsessed with “Inequality”? En “AOC is Wrong” por Tom Woods.

Las desigualdades de ingresos y riqueza han sido causadas fundamentalmente por las diferencias en capacidades de innovación tecnológica, escalas de producción y cobertura de mercados más amplios.

…estamos viviendo en la economía global del conocimiento, en que las naciones que más crecen —y que más reducen la pobreza— son las que producen innovaciones tecnológicas. Hoy en día, la prosperidad de los países depende cada vez menos de sus recursos naturales y cada vez más de sus sistemas educativos, sus científicos y sus innovadores. Los países más exitosos no son los que tienen más petróleo, o más reservas de agua, o más cobre o soja, sino los que desarrollan las ejores mentes y exportan productos con mayor valor agregado. Un programa de computación exitoso, o un nuevo medicamento, o un diseño de ropa novedoso valen más que toneladas de materias primas.

… Las pruebas están a la vista. Hay países de todas las tendencias políticas —desde la dictadura comunista de China, hasta la dictadura de derecha de Singapur, o las democracias como Corea del Sur, Taiwán, o Finlandia— que han prosperado mucho más que los países latinoamericanos en los últimos cincuenta años gracias a que le apostaron a la educación y a la innovación. Estos países producen cada vez más patentes de nuevas invenciones, que multiplican cada vez más sus ingresos y reducen cada vez más la pobreza. Al igual que ellos, es hora de que en Latinoamérica entremos de lleno en la era de la economía del conocimiento, y entendamos que el gran dilema del siglo XXI no será «socialismo o muerte», ni «capitalismo o socialismo», ni «Estado o mercado», sino uno mucho menos ideológico: innovar o quedarnos estancados, o para ponerlo en términos más dramáticos: crear o morir.  Andrés Oppenheimer. “Crear o Morir“. (2014)

Y ese es el camino que se está siguiendo, no tanto por voluntad de gobiernos y programas dirigidos a promover la innovación desde arriba, sino como consecuencia de la propia dinámica de la globalización.

Un estudio de Ernesto Talvi, “Latin America’s Decade of Development-less Growth” muy bien documentado con información estadística desde 1960 a 2010 muestra la tendencia de convergencia del ingreso de países en desarrollo con los países desarrollados.

[Al ver los datos estadísticos del] ingreso promedio percápita ponderado por la población en las economías emergentes en relación con los Estados Unidos, no podría haber duda en la mente de nadie de que desde finales de la década de 1990 sucedió algo bastante extraordinario —un nuevo fenómeno sin antecedentes en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial— que impulsó a las economías emergentes a un proceso exponencial de convergencia. Este despegue llevó los ingresos relativos en las economías emergentes a niveles, aunque todavía bajos en relación con los Estados Unidos, el doble de los de finales de la década de 1990 y el más alto desde la década de 1950. Si un camino tan impresionante de convergencia continuara, significaría que los ingresos relativos del ciudadano de la típica economía emergente convergerían a los del típico ciudadano estadounidense en tres generaciones. No hace falta decir que este extraordinario fenómeno tuvo enormes consecuencias para el bienestar de millones de ciudadanos en las economías emergentes. Sacó a más de 500 millones de personas de la pobreza y la pobreza extrema, y dio lugar a las llamadas clases medias emergentes que aumentaron a  ritmo de 150 millones por año. Ernesto Talvi, “Latin America’s Decade of Development-less Growth”,
2014.

La siguiente tabla del informe de Talvi muestra una selección de países que han logrado acercar su ingreso al de los Estados Unidos, o sobre pasándolo en 2013.

Como antes se dijo, la evidencia estadística muestra que el mundo se encamina hacia una convergencia de ingresos entre países ricos y pobres, ya que la revolución tecnológica se propaga continuamente hacia más países debido a la globalización, de modo que hoy en los países menos desarrollados el consumidor tiene acceso al uso de tecnologías que incrementan su productividad y mejoran su nivel de vida y las nuevas empresas que se instalan incorporan en sus procesos de producción y distribución las últimas tecnologías, de mayor productividad y mayor capacidad para generar valor agregado.

El solo hecho de usar nuevas tecnologías implica el aprendizaje de su uso y eso significa mayores posibilidades de adquisición de conocimientos y desarrollo del capital humano. A su vez, el desarrollo del capital humano permite la obtención de mayores ingresos. Esto conduce, en el mediano o largo plazo, a una inexorable convergencia de ingresos entre países ricos y pobres, convergencia que se acerca cada vez más rápido debido al vertiginoso desarrollo de las tecnologías. De modo que las desigualdades de ingresos entre países, regiones y aún entre personas tienden a reducirse a causa de estos hechos.

La convergencia de ingresos entre países pobres y ricos es impulsada por la globalización.  Un ensayo de Dao Kim Tung, asevera que la globalización impulsa la calificación del trabajo y, por tanto, el aumento de los ingresos de los trabajadores, porque “el trabajo no calificado, incluido el trabajo infantil, rara vez se utiliza en los sectores de importación y exportación.” De hecho, la experiencia de las inversiones extranjeras en las maquiladoras en países en desarrollo muestra que las empresas entrenan a los trabajadores en el uso de maquinas, equipos y procesos, aumentando su calificación. Tung concluye su ensayo con el siguiente párrafo:

En conclusión, la globalización no aumenta la pobreza y la desigualdad en los países en desarrollo porque la pobreza y la desigualdad son naturales, además, la globalización ayuda a reducir la incidencia del trabajo infantil y a promover la redistribución de la riqueza a través de la coordinación fiscal. Como la globalización es una tendencia irreversible y tiene un impacto positivo en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, los gobiernos deberían aprovecharla como una oportunidad potencial para abordar la carrera hacia el fondo.

Vea también en el Apéndice: Desigualdad y Globalización

Los factores que inciden en el progreso y la desigualdad

Si hay un consenso entre los principales economistas es que las diferencias de ingresos entre países ricos y pobres se debe no al funcionamiento del sistema capitalista, sino a la falta del mismo, a la falta de una economía de mercado como existe en los países que se han desarrollado -que es la esencia del sistema- o a la existencia de un remedo de la misma.

El capitalismo no ha surgido y no ha funcionado de manera similar en todas partes que ha echado raíces. William J. Baumol, Robert E. Litan, And Carl J. Schramm en su libro Good Capitalism, Bad Capitalism, and the Economics of Growth and Prosperity (2007) categorizan cuatro tipos de sistemas capitalistas: capitalismo emprendedor, capitalismo de grandes empresas, capitalismo guiado por el Estado y capitalismo oligárquico (o capitalismo de compinches). Los mecanismos que dirigen las energías productivas y las inversiones en cada sistema son los que diferencian una forma de otra y explican en buena parte el ritmo de desarrollo económico de los países.

Los economistas que han investigado el tema del desarrollo económico en el mundo han identificado varios factores como las causas de por qué unos países progresan rápidamente, otros lo hacen lentamente y otros fracasan. No existe un consenso definitivo al respecto, ya que cada quien hace énfasis en ciertos factores, pero en resumen podemos mencionar los siguientes:

    • estado del capital humano: educación, emprendimiento, creatividad
    • estado de la cultura y valores predominantes en la población
    • nivel de incentivos a la innovación
    • grado de protección de los derechos de propiedad
    • nivel de independencia y calidad de las instituciones
    • la pobreza misma como causa del estancamiento económico
    • características geográficas y recursos naturales
    • fallas del gobierno: gobernanza, regulaciones, subsidios, tributación, déficit fiscal, inflación
    • fallas del mercado: monopolios y oligopolios colusivos, tasas de interés, salarios
    • niveles de corrupción (en el sector público y privado)
    • nivel de desarrollo de los mercados financieros y de capitales
    • grado de libertad de prensa
    • nivel de derechos políticos y libertades civiles

Un estudio del Instituto del Banco de Desarrollo Asiático informa de la incidencia del milagroso desarrollo económico de las economías asiáticas orientales en la reducción de la pobreza y la poca relación con el nivel de desigualdad.

… “En primer lugar, existe una sólida asociación entre el crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza (una asociación que parece tener una validez mucho más amplia más allá de este pequeño conjunto de economías). En segundo lugar, no ha habido una correlación sólida entre la desigualdad y el crecimiento agregado. La desigualdad, que a menudo está arraigada en la estructura de una economía, se ha mantenido en gran medida invariable al proceso de crecimiento económico. De hecho, algunas de las economías milagrosas incluso han sufrido cierto deterioro en la distribución del ingreso. … El rápido crecimiento, alimentado por un aumento proporcional del empleo, condujo a la rápida disolución del problema de la pobreza.
En cuarto lugar, las condiciones iniciales, como una baja desigualdad inicial de ingresos y activos, un alto nivel educativo inicial y sectores agrícolas dinámicos, no eran comunes a todas las economías milagrosas. En la medida en que estos factores existieron, pueden haber contribuido al crecimiento y la reducción de la pobreza, pero no fueron las fuerzas que desencadenaron el dinamismo económico de estas economías.”

Luego habla sobre los factores que propiciaron el desarrollo económico en esos países:

“En tercer lugar, la causa inmediata más importante de la transformación milagrosa de las economías de Asia oriental fue la rápida acumulación de capital, un proceso alimentado y sostenido por una combinación de políticas e instituciones orientadas al mercado. Esta combinación de políticas e instituciones enfatizó, por un lado, la apertura de estas economías al mundo externo y, por otro, un entorno económico interno propicio para la producción. Su apertura permitió a estas economías aprovechar las oportunidades comerciales internacionales prácticamente ilimitadas de la economía mundial y acceder a nuevas tecnologías. El entorno económico nacional, que se basó en una combinación de estabilidad macroeconómica, flexibilidad del mercado laboral y buena gobernanza económica, potenciada por instituciones legales y políticas propicias, fomentó la producción (en lugar de la búsqueda de rentas), la alta inversión y el uso eficiente de los recursos invertibles.” 

Luego se refiere a los elementos institucionales y políticos:

“Quinto, ya sea políticamente autocrático o no, las economías milagrosas proporcionaron un marco económico que permitió libertades económicas críticas y una estructura de instituciones de apoyo al mercado necesarias para que la economía floreciera. Sin este marco, que este artículo ha denominado liberalismo constitucional, reflejado en los instintos políticos ilustrados de los autócratas y el aislamiento operativo de las burocracias, el milagro económico no habría sido posible. La lección política de esto, sin embargo, no es hacer una transición de una política democrática a un régimen autocrático, sino crear un marco institucional para un mayor liberalismo constitucional en democracias que de otro modo serían antiliberales.
Si bien estas lecciones son útiles, se debe tener en cuenta que las políticas y las instituciones no pueden ser simplemente elegidas. de un contexto empírico a otro. Las políticas y las instituciones evolucionan y prosperan en el contexto de las sociedades, que tienen sus propias dinámicas. Lo importante a explorar es la viabilidad económica, social y política de estos cambios políticos e institucionales y examinar cuánto se puede implementar y cuánto se necesita ajustar para responder a las circunstancias cambiantes.”  Quibria, M.G. Asian Development Bank Institute. Growth and Poverty: Lessons from the East Asian Miracle Revisited. 2002.

Por otra parte, el concepto mismo de desarrollo es elusivo, ya que difieren los puntos de vista sobre la importancia de elementos constituyentes del mismo como ingresos, nivel de vida, seguridad y libertades individuales, solo para mencionar algunos de ellos.

Dado que muchos de estos debates [sobre el desarrollo económico] se refieren a cuestiones de vida y muerte, bienestar y enfermedad, felicidad y miseria, libertad y vulnerabilidad, los objetivos subyacentes son lo suficientemente claros y tienen un amplio acuerdo. En el trabajo de la economía del desarrollo no se necesita esperar una “solución” completa del concepto de desarrollo. Amartya Sen. “The Concept of Development.” (1988).

En 1955  Simon Kuznets estudió los factores que estaban detrás de las tendencias de aumento y disminución de la desigualdad en EEUU y el Reino Unido y encontró que la reducción de la desigualdad, a la par del crecimiento económico se debían a la expansión de la educación, a las diferencias de productividad intersectorial (de manera que el componente salarial de las rentas se igualaría), a los menores retornos del capital y a la presión política a favor de mayores transferencias sociales.  Pero esta reducción alcanzaba un máximo y la desigualdad volvía a crecer de nuevo. Es lo que se denominó la “Curva de Kuznets”, muy utilizada por los estudiosos de la relación entre desarrollo económico y desigualdad en la segunda mitad del siglo XX. 

Branko Milanovic sostiene que “deberíamos ver el actual repunte de la desigualdad como la segunda curva de Kuznets en la era moderna, y que esa segunda curva, lo mismo que la primera, está impulsada en su mayor parte, por lo pronto, por una revolución tecnológica y por la transferencia de trabajo desde una industria más homogénea hacia unos servicios de pericias laborales heterogéneas, con merma, así pues, de la capacidad de organización de los trabajadores. Pero también está impulsada (como la primera) por una globalización que ha llevado simultáneamente al famoso vaciamiento de las clases medias en Occidente y a una presión a favor de reducir la elevada fiscalidad con que se gravaba al capital móvil y al trabajo altamente calificado. Los elementos que se acaban de mencionar no son nuevos. Pero el juntarlos (atendiendo especialmente al progreso tecnológico y a la globalización como fenómenos prácticamente inextricables, aun cuando conceptualmente distinguibles) y observar el conjunto como parte de unas ondas regulares de Kuznets sí que es nuevo. Y tiene implicaciones obvias para el futuro, entre ellas, y no la menor, que ese crecimiento disparado de la desigualdad tendrá un pico, como el anterior, y terminará por iniciar un descenso.”  Branko Milanovic. Introducción a las curvas de Kuznets: cómo la desigualdad de ingresos aparece y desaparece en el muy largo plazo.

Como se mencionó, las transferencias sociales son un elemento en la reducción de la desigualdad.  Se aduce que el Welfare State (Estado de Bienestar) con sus generosas políticas sociales ha producido desarrollo económico y disminuido considerablemente las desigualdades de ingresos.Lo último es cierto, pero lo primero es falso.

En los países donde se ha impulsado, -y hay que hacer notar que no solamente en los países nórdicos, sino que también en otros países europeos, Canadá, Japón y Estados Unidos- no hubo ningún Welfare State durante el tiempo que tardaron para desarrollarse y no es sino después, cuando las empresas privadas y la economía de mercado hubieron alcanzado mayor productividad y creado suficiente riqueza, cuando sus gobiernos tuvieron los suficientes ingresos para empezar casi todos sus programas sociales.

Muchos confunden la intervención gubernamental en algunos aspectos económicos y sociales con un sistema económico socialista. De modo que no es difícil encontrar publicaciones refiriéndose al “socialismo” de los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) y su éxito en el desarrollo económico. Absolutamente falso, todos ellos tienen un sistema capitalista, hay unas pocas empresas estatales y todas las demás son privadas. El Primer Ministro danés, Lars Løkke Rasmussen tuvo que salir al paso de menciones de un candidato presidencial en un debate público en Estados Unidos sobre el supuesto socialismo de los países nórdicos.

Sé que algunas personas en los Estados Unidos asocian el modelo nórdico con algún tipo de socialismo“, dijo. “Por lo tanto, me gustaría dejar una cosa clara. Dinamarca está lejos de ser una economía planificada socialista. Dinamarca es una economía de mercado.” En opinión de Rasmussen, “El modelo nórdico es un estado de bienestar ampliado que proporciona un alto nivel de seguridad a sus ciudadanos, pero también es una economía de mercado exitosa con mucha libertad para perseguir sus sueños y vivir su vida como desee.” Denmark’s prime minister says Bernie Sanders is wrong to call his country socialist.

Un asunto clave en el modelo impulsado por los países nórdicos ha sido su enfoque en asegurar el empleo como fuente principal para el desarrollo, al mismo tiempo que se fomenta la educación y la innovación para aumentar la competitividad de las empresas. Eso está lejos de ser un sistema socialista. El primer ministro sueco, Stefan Löfven, lo deja muy claro en la siguiente entrevista:

“Así que los pilares principales del modelo nórdico son estos tres. Esta es la construcción general.

En primer lugar, una política económica centrada en el pleno empleo. En segundo lugar, un sistema de bienestar universal y generoso. El tercero es un mercado laboral organizado. Esos son los tres pilares y permítanme repasarlos.

Una política económica centrada en el pleno empleo. … la batalla contra el desempleo siempre ha sido el núcleo del modelo nórdico. Lo ha sido porque significa que tener empleo significa una mayor libertad individual. Es un requisito previo básico para la libertad. También da una clave para una economía fuerte. Una economía fuerte que también pueda construir un bienestar que queramos, el bienestar que necesitamos en nuestra sociedad, y distribuye el poder entre empleadores y empleados porque el alto desempleo significa empleados más débiles.

Los países nórdicos son economías pequeñas y abiertas, y hemos acogido con satisfacción la globalización.

… La sociedad necesita ser muy activa apoyando una política activa de la industria porque necesitamos renovar constantemente y desarrollar nuestra industria. Tenemos que centrarnos en la cooperación, la investigación y la inversión, y trabajamos con una modernización continua de nuestra economía, la creación de empleo combinada con el apoyo económico a los desempleados, para que pueda tener un camino seguro hacia un nuevo empleo.

Y también invertimos mucho en educación financiada con fondos públicos, y formación, educación para todos, especialmente, para personas desempleadas.

…Esto nos lleva al segundo pilar, un sistema de bienestar universal y generoso. El foco principal ha sido aquí un sistema de bienestar para todos, para todos, ricos y pobres, porque las soluciones universales tienen menores costos de transacción, y también significa que la ventaja de que movilizas a todo el mundo para apoyar a las instituciones que trae este sistema de bienestar.

… Ahora bien, este sistema de bienestar, una vez más, sólo podía funcionar con un enfoque en el empleo. … Tenemos que tener pleno empleo para poder pagar por esto, de lo contrario, no podríamos tener un sistema de bienestar tan generoso.

A continuación, el tercer pilar, un mercado laboral organizado, que también es crucial. Ahora bien, este es en realidad un área en la que creemos que el Estado no debería tener un papel importante, no debería tener. Por lo tanto, creemos en cambio que las relaciones laborales son principalmente un asunto entre los sindicatos, por un lado, y las organizaciones patronales, por otro, sin interferencias, no todas las interferencias, pero sin interferencias tanto como sea posible del Estado.

Esto significa que Suecia no tiene un salario mínimo en la ley. En cambio, el salario mínimo está cubierto por los convenios colectivos, lo que significa que el salario mínimo puede ser diferente de un sector a otro. Se negocia entre los interlocutores sociales, y también significa que los interlocutores sociales y no el legislador, pueden utilizar este convenio colectivo para adaptarse a la nueva situación en sus diferentes sectores. Significa, también, que … las condiciones no cambiarán si el gobierno cambia. Las condiciones se cambiarán si los socios así lo negocian.

… Este modelo ha entregado hasta ahora muchas cosas. Altos ingresos per cápita. Alto empleo. Más distribución de ingresos igualitaria. Fortalecimiento de la igualdad de género. Ahora tenemos lo que creemos, de todos modos, bastante igual. No es perfecto, está lejos de ser perfecto. Las sociedades modernas,,, necesitan mantenerse dinámicas porque, de lo contrario, no podremos competir. Así que este no es el sistema perfecto, pero creemos en él.”  “The Nordic Model of Social Democracy: A Conversation with Swedish Prime Minister Stefan Löfven“.

Esas son las declaraciones del político de más alto rango en Suecia. Sin embargo, Nima Sanandaji, sueca-iraní, autora de más de 25 libros y presidente del think tank European Centre for Entrepreneurship and Policy Reform tiene una opinión crítica sobre el estado de bienestar y refuta lo que llama “el mito del socialismo nórdico”.

“La razón por la que escribí Debunking Utopia: Exposing the Myth of Nordic Socialism es que los países nórdicos son a menudo utilizados como un argumento principal por la izquierda de por qué debe introducirse el socialismo democrático, un gran término para el “Estado”.

… Y lo curioso es que el mito del socialismo nórdico no existe en los propios países nórdicos. En los países nórdicos no creen que el socialismo funcione. El primer ministro danés dio recientemente un discurso en la Universidad de Harvard, y dijo: dejen de decir que Dinamarca es una economía socialista, somos una economía de mercado. Y lo son. Si nos fijamos en el índice de la libertad económica, Dinamarca tiene la misma puntuación de libertad económica que los Estados Unidos. Lo que esto significa es que son clasificados más abajo por tener altos impuestos y generosos sistemas de bienestar, pero en cualquier otra medida de libertad económica Dinamarca es un país mucho más capitalista que los Estados Unidos porque tienen mucha menos participación del gobierno en su economía.

Una cosa que creo que debería darse cuenta, y lo explico en Debunking Utopia, es que si nos fijamos en Suecia, tuvimos cuatro períodos de política económica diferentes. Uno de ellos era cuando teníamos mercados muy libres, y eso fue súper fantástico. El otro es el primer período socialdemócrata, cuando Suecia tenía un pequeño estado de bienestar, pero se mantuvo fiel a sus políticas de libre mercado. Eso fue un éxito en términos de crecimiento. Luego Suecia tuvo este período de experimentación con el socialismo, que fue una catástrofe absoluta.”

… Cuando Suecia y otros países nórdicos tuvieron pequeños estados de bienestar, tuvieron mucho éxito. Pero una vez que se mudaron a un gran estado de bienestar, una cosa importante a tener en cuenta es que realmente no obtuvieron ninguna ventaja social. Y actualmente hay un gran debate sobre el hecho de que muchas personas no reciben tratamiento de salud, porque es un sistema de atención de salud pública que lo obliga a esperar en una larga fila para obtener atención médica, y fácilmente podría ser medio año, un año, dos años antes de que le administren un tratamiento adecuado. …. Así que debe darse cuenta, en primer lugar, que sus sistemas no están funcionando tan bien como se imagina. Nima Sanandaji. “Does Sweden Prove Government Is Better Than Capitalism?” En “AOC is Wrong” por Tom Woods.

Sin embargo, tal convergencia de ingresos ha mostrado ser más rápida en algunos países que en otros. En América Latina esta ha sido más lenta. El ya referido estudio de Talvi, citado por James Roberts, encontró que el subcontinente falló en desarrollar importantes factores impulsores del crecimiento y desarrollo y Roberts, por su parte, encuentra este hecho asociado al pobre desempeño de los índices de libertad económica o su marcado retroceso en varios de los países, como los del grupo del ALBA —Venezuela, Ecuador y Bolivia— más Argentina. El estudio no incluyó Centroamérica y el Caribe.

Ernesto Talvi considera un subconjunto de determinantes (“impulsores”) ampliamente utilizados en las regresiones entre países que han demostrado tener un impacto positivo en el crecimiento: integración comercial, infraestructura física y tecnológica, innovación y calidad del público, servicios.[6] Él encuentra que, durante la última década, los países más grandes de América Latina no lograron converger hacia niveles avanzados de país en cada factor de crecimiento medido. Esto contrasta fuertemente con las economías exitosas de Asia, como Corea del Sur, que lograron establecer un camino de crecimiento sostenible a través de mejoras en sus motores fundamentales de crecimiento.

Además, Talvi considera que el crecimiento de los ingresos en América Latina en la última década no estuvo a la altura de las reformas estructurales. Los países más importantes de América Latina no lograron converger a niveles de economías avanzadas entre 2004 y 2013 en términos de igualdad de oportunidades por género, calidad del medio ambiente y seguridad personal; solo la igualdad de oportunidades por ingresos muestra algunas mejoras.

… Los hallazgos de Talvi ciertamente se ven confirmados por el hecho de que, a pesar del crecimiento económico que fue impulsado por un entorno externo favorable, la libertad económica de América Latina, según lo medido por el Índice de Libertad Económica, realmente disminuyó durante esa década dorada.  La razón: durante esos años, la región no logró realizar esas reformas fundamentales que conducen a una mayor libertad económica y también a tasas de crecimiento sostenibles y altas.

… Pero, ¿qué importancia tiene para un país tener más libertad económica para lograr el desarrollo sostenible? ¿Por qué eso importa?

Existe una asociación positiva entre niveles crecientes de libertad económica y tasas de crecimiento económico promedio más altas. Aún más, la libertad económica también se asocia positivamente con tasas más altas de alfabetización, mayor matrícula escolar, menor mortalidad infantil y una mayor esperanza de vida.

… En el Índice de 2006, los componentes más débiles de la libertad económica en la región fueron la protección débil de los derechos de propiedad, las percepciones generalizadas de la corrupción del sector público, la protección inadecuada para los inversores, la considerable interferencia del gobierno en el sistema financiero, las reglas rígidas e inflexibles impuestas por el gobierno sobre el mercado laboral y demasiada intromisión del estado en la gestión de empresas privadas. James Roberts. “Economic Freedom: The Only Way for Latin America to Escape Its Slow-Growth Path “. 2016.

Para el año 2018, el índice mencionado no ha tenido cambios sustanciales en América Latina. “El puntaje de la región es de 59.6 y, de los 32 países que abarca el índice, más de la mitad superan dicha media. Sin embargo, los países de América, con algunas excepciones, se encuentran rezagados significativamente en derecho de propiedad y la eficiencia judicial.

En particular, para la mayoría de los países latinoamericanos, una cultura de corrupción frena la inversión extranjera y el crecimiento del empleo, y la mala calidad del entorno regulatorio frena el espíritu empresarial. Estas, entonces, son las áreas más importantes para la reforma en un país típico de las Américas”. Índice de Libertad Económica.

El debate sobre la desigualdad

Actualmente la mayoría de los críticos concentran sus ataques en las desigualdades de ingreso y riqueza acumulada, desigualdades que aducen se han exacerbado y continuarán ensanchándose.

Uno de esos críticos es Joseph Stiglitz, muy conocido por sus publicaciones sobre el tema de la globalización y artículos en importantes periódicos. En su más reciente libro, aduce que la desigualdad aumenta la pobreza. 

La teoría económica del goteo

Los apologistas de la desigualdad -y hay muchos- rebaten con el argumento de que dar más dinero a los de arriba beneficia a todo el mundo, en parte porque da lugar a un mayor crecimiento. Se trata de una idea denominada teoría económica del goteo. Tiene un largo pedigrí y hace tiempo que está desacreditada. Como hemos visto, una mayor desigualdad no ha dado lugar a más crecimiento y, de hecho, la mayoría de los estadounidenses han visto cómo sus ingresos disminuían o se estancaban. Lo que Estados Unidos ha venido experimentando durante los últimos años es lo contrario de la teoría económica del goteo; las riquezas que se han acumulado en lo mas alto se han producido a expensas de los de más abajo.

Podemos hacernos una idea de lo que ha venido ocurriendo en términos de porciones de una tarta. Si la tarta se dividiera de forma equitativa, todo el mundo recibiría una porción del mismo tamaño, de forma que el 1 por ciento superior recibiría el 1 por ciento de la tarta. En realidad, ese 1 por ciento se lleva una porción muy grande, aproximadamente una quinta parte de toda la tarta. Pero eso significa que todos los demás reciben una porción más pequeña.

Ahora bien, quienes creen en la economía del goteo llaman a eso la política de la envidia. No tendríamos que fijarnos en el tamaño relativo de las porciones, sino en el tamaño absoluto. Dar más a los ricos genera una tarta más grande, de modo que, aunque los pobres y los de en medio reciben una porción más pequeña de la tarta, la porción de la tarta que consiguen es mayor. Ya me gustaría que eso fuera cierto, pero no lo es. De hecho, es lo contrario: como hemos señalado, en el periodo de aumento de la desigualdad, el crecimiento ha sido menor -y el tamaño de la porción que ha recibido la mayoría de estadounidenses ha ido disminuyendo. Joseph E. Stiglitz. El Precio de la Desigualdad. 2012.

Es deprimente leer a un Premio Nobel con ese nivel tan pobre de argumentos que no se sostienen. Veamos por qué (las citas van entre comillas).

    1. “Los apologistas de la desigualdad -y hay muchos- rebaten con el argumento de que dar más dinero a los de arriba beneficia a todo el mundo”.  “dar más dinero”? sugiere que alguien “da” el dinero. a los ricos de manera arbitraria. Sugiere que las ganancias de las empresas son entregadas por alguna oscura entidad que tiene el poder para “darlas”. 
    2.  Sigue el ataque a lo que llama “la teoría económica del goteo” diciendo que  “hace tiempo que está desacreditada”.  Solamente por que él lo dice. No ha presentado evidencias. En cambio, en este mismo artículo ya se presentó evidencia de que “los datos muestran que hay un patrón muy claro que muestra cómo todos los quintiles de ingresos tienden a aumentar y disminuir al mismo tiempo.”
    3. Continúa: “Como hemos visto, una mayor desigualdad no ha dado lugar a más crecimiento y, de hecho, la mayoría de los estadounidenses han visto cómo sus ingresos disminuían o se estancaban…. las riquezas que se han acumulado en lo mas alto se han producido a expensas de los de más abajo.” En este artículo muestro evidencias de lo contrario. Usa el ejemplo estadounidense, que discutiblemente pudiera aportar a su argumento, pero EEUU no es el mundo y las cifras demuestran que los países de mayor crecimiento económico son los que han aumentado más la desigualdad y millones de aquellos que están en los menores niveles de ingreso han visto aumentados los mismos.
    4. Sigue con el ejemplo de la tarta: “Si la tarta se dividiera de forma equitativa, todo el mundo recibiría una porción del mismo tamaño”.  Sugiere que cada quien debe recibir una porción igual, independientemente de su contribución a la creación de la tarta?  Y luego: “En realidad, ese 1 por ciento se lleva una porción muy grande, aproximadamente una quinta parte de toda la tarta.”  Lo de “grande” en qué se basa? En su criterio igualitarista? Es inconcebible que un economista use juicios de valor en lugar de criterios científicos. Si la porción que se lleva el 1% es “grande” es porque representa el tamaño de su aporte a la creación de nuevo valor, el cual hace crecer la tarta para todos, no solo para el 1%.
    5. El último párrafo: “…quienes creen en la economía del goteo llaman a eso la política de la envidia. No tendríamos que fijarnos en el tamaño relativo de las porciones…” Claro que no. Mientras aumente el tamaño de la porción que reciben los más pobres, por qué deben preocuparse de que aumente la de los más rico? No es eso envidia? 
    6. Pero a continuación dice que “…. el tamaño de la porción que ha recibido la mayoría de estadounidenses ha ido disminuyendo.” Ya dije en el punto 3  que el ejemplo estadounidense no aplica para lo que pasa a nivel global, donde el tamaño de la tarta ha ido aumentando para todos, además de que es discutible, según otras investigaciones. 

Stiglitz está obviando los datos sobre reducción de la pobreza en el mundo que echan por tierra sus aseveraciones. Mucha de la evidencia que presenta en su libro, además de que se circunscriben al caso de los Estados Unidos, está relacionada a las rentas excesivas que aumentan la desigualdad en el sector financiero y unas pocas en los sectores de producción de bienes. Más que evidencias de fallas del mercado, son evidencias de corrupción o de colusión entre políticos y empresarios, a menudo originadas o promovidas por regulaciones estatales previas, pero la corrupción no es intrínseca a la economía de mercado ni al capitalismo, existe en todo tipo de sistemas económicos y es un asunto de valores culturales. Más adelante abordamos el papel negativo de la corrupción en el crecimiento económico y la desigualdad.

En resumen, el análisis de Stiglitz no puede generalizarse para el resto del mundo y mucho menos para los países en desarrollo. De ahí que cuando publica artículos culpando al “neoliberalismo” del fracaso económico en estos países está combatiendo contra molinos de viento.

Al respecto, Gregory Mankiw sostiene que la concentración del ingreso es resultado de la concentración de talentos, más que del aprovechamiento de rentas por unos pocos.  

La narrativa de Stiglitz se basa más en la exhortación y la anécdota que en la evidencia sistemática. No hay una buena razón para creer que la búsqueda de rentas por parte de los ricos esté más extendida hoy que en la década de 1970, cuando la participación del 1% en los ingresos era mucho más baja de lo que es hoy. 

Estoy más persuadido por la tesis presentada por Claudia Goldin y Lawrence Katz (2008) en su libro La carrera entre educación y tecnología. Goldin y Katz sostienen que el cambio tecnológico imparcial de habilidades aumenta continuamente la demanda de mano de obra calificada. Por sí misma, esta fuerza tiende a aumentar la brecha salarial entre trabajadores calificados y no calificados, lo que aumenta la desigualdad.Sin duda, Goldin y Katz centran su trabajo en los grandes cambios en la desigualdad, no en los ingresos del 1 por ciento superior en particular. Pero es natural sospechar que fuerzas similares están trabajando. La participación en el ingreso del 1 por ciento superior exhibe un patrón en forma de U: cayendo desde la década de 1950 hasta la década de 1970, y aumentando desde la década de 1970 hasta el presente.

Los diferenciales de ingresos entre trabajadores calificados y no calificados estudiados por Goldin y Katz siguen un patrón similar en forma de U. Si Goldin y Katz tienen razón en que los grandes cambios en la desigualdad han sido impulsados ​​por la interacción entre la tecnología y la educación, en lugar de los cambios en la búsqueda de rentas a través del proceso político, entonces parecería una coincidencia poco probable que los cambios paralelos en la parte superior hayan sido impulsado por algo completamente diferente. Más bien, parece que los cambios en la tecnología han permitido que un pequeño número de individuos altamente educados y excepcionalmente talentosos comanden los ingresos de las superestrellas de una manera que no era posible hace una generación. Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee (2011) avanzan esta tesis con fuerza en su libro Race Against the Machine. Escriben (p. 44): “Con la ayuda de las tecnologías digitales, los empresarios, los directores ejecutivos, las estrellas del entretenimiento y los ejecutivos financieros han podido aprovechar sus talentos en los mercados mundiales y capturar recompensas que hubieran sido inimaginables en épocas anteriores”. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

Una reciente iniciativa para emprender un estudio completo sobre la desigualdad demuestra la preocupación que existe sobre este tema.

La discusión de las desigualdades define cada vez más el debate económico y político. Abundan las preocupaciones de que los pobres se están quedando atrás por los ricos, los jóvenes por los viejos, las regiones por la metrópoli, los no calificados por los altamente educados. Las desigualdades no sólo existen en los ingresos y el nivel de vida, sino en la riqueza, la salud, los entornos familiares, las posibilidades de vida y la influencia política. En la década desde la crisis financiera, la presión general el nivel de vida ha puesto estas desigualdades en un enfoque más agudo. El cambio tecnológico y la globalización amenazan formas de vida establecidas. Algunos han puesto el aumento del populismo y la desaparición de los partidos políticos de centro establecidos a los pies de la creciente desigualdad y una mayor sensación de inseguridad económica. Sin embargo, hay poco consenso sobre lo que esto significa y lo que se debe hacer.

… La profundización de las divisiones económicas y sociales ha llevado a algunos a cuestionar si la desigualdad conducirá a una crisis del capitalismo. Sólo una de cada seis personas piensa que el capitalismo está funcionando bien en Gran Bretaña hoy en día, y más jóvenes tienen una visión favorable del socialismo que del capitalismo. Con el apoyo a los candidatos populistas que surgen a ambos lados del Atlántico, y a ambos lados del espectro político, algunos cuestionan si la desigualdad puede suponer una amenaza no sólo para el capitalismo, sino también para nuestro sistema democrático.

… Necesitamos un enfoque integral para responder a estas grandes preguntas, una que abarque las ciencias sociales y se base en la teoría, la evidencia empírica de diferentes países y las experiencias de los ciudadanos. Esto significa mirar más allá de la desigualdad económica hacia la salud, las estructuras familiares, las normas y actitudes, el capital social y el compromiso político. En los próximos años, el Deaton Review se embarcará en esta ambiciosa tarea: construir una narrativa sobre la naturaleza y las causas de la desigualdad moderna y desarrollar una agenda global para el cambio. Robert Joyce and Xiaowei Xu. “Inequalities in the twenty-first century: introducing the IFS Deaton Review“, (2019).

Como menciona una publicación del Consejo Nórdico de Ministros, la desigualdad es un tema complejo y multidimensional, no hay una medida que capture la “verdadera desigualdad”:

El debate sobre la desigualdad es a veces difícil de seguir por una razón muy simple: no siempre se especifica a qué tipo de desigualdad se refiere. Por lo general, es aún menos claro exactamente qué mecanismos se cree que funcionan cuando se hacen declaraciones sobre las consecuencias negativas (o positivas) de la desigualdad. La desigualdad es un concepto realmente complejo y multidimensional. No existe una medida obvia que capture la “verdadera desigualdad” en la sociedad.

¿Deberíamos, por ejemplo, preocuparnos más por la desigualdad en el ingreso o en la riqueza o en el consumo, o quizás en alguna otra dimensión? ¿Deberíamos considerar la desigualdad entre hogares o individuos o quizás alguna otra división de la población? ¿Importa si la desigualdad se debe a que los pobres se quedan atrás o los ricos se vuelven aún más ricos? ¿Deberíamos medir la desigualdad de ingresos en un punto fijo en el tiempo o considerar los ingresos de por vida? Para complicar aún más las cosas, las consecuencias de la desigualdad de ingresos toman muchas formas, en diferentes períodos de tiempo y, lo que es más importante, también interactúan con la organización de la sociedad. En particular, dependiendo del papel del gobierno en el suministro de diferentes bienes y servicios, el vínculo entre el ingreso disponible y el bienestar puede ser muy diferente. Increasing Income Inequality in the Nordics. Nordic Economic Policy Review 2018.

La acumulación de capital implica desigualdad, pero también es la única manera de elevar el nivel de vida de todos, como lo expresó Mises hace más de 70 años:

“El principio fundamental de aquellos economistas verdaderamente liberales que hoy en día son generalmente abusados como ortodoxos, reaccionarios y realistas económicos, es este: no hay medios para elevar el nivel de vida general que no sea acelerar el aumento del capital en comparación con la población. Todo lo que el buen gobierno puede hacer para mejorar el bienestar material de las masas es establecer y preservar un entorno institucional en el que no haya obstáculos para la acumulación progresiva de nuevo capital y su utilización para la mejora de los métodos técnicos de producción. El único medio para aumentar el bienestar de una nación es aumentar y mejorar la producción de productos. 

…La desigualdad de ingresos y fortunas es esencial en el capitalismo. Los progresistas consideran las ganancias como objetables. La existencia misma de las ganancias es, a sus ojos, una prueba de que las tasas salariales podrían aumentarse sin dañar a nadie más que a los parásitos ociosos. Hablan de ganancias sin lidiar con su corolario, la pérdida. Las ganancias y pérdidas son los instrumentos por medio de los cuales los consumidores mantienen un estricto control sobre todas las actividades empresariales. Una empresa rentable tiende a expandirse, una no rentable tiende a reducirse. 

…La tendencia inherente de la evolución capitalista es elevar las tasas de salarios reales de manera constante. Este resultado es el efecto de la acumulación progresiva de capital mediante la cual se mejoran los métodos tecnológicos de producción. Cada vez que se detiene la acumulación de capital adicional, esta tendencia se detiene.

…No hay medios para elevar la altura de las tasas salariales y el nivel de vida general más que acelerando el aumento de capital en comparación con la población. El único medio para aumentar las tasas salariales de forma permanente para todos aquellos que buscan trabajo y ansiosos por ganar salarios es aumentar la productividad del esfuerzo industrial al aumentar la cuota per cápita de capital invertido. 

…La filosofía que subyace al sistema de impuestos progresivos es que los ingresos y la riqueza de las clases acomodadas se pueden aprovechar libremente. Lo que los defensores de estas tasas impositivas no se dan cuenta es que la mayor parte de los ingresos gravados no se habrían consumido, sino ahorrado e invertido. De hecho, esta política fiscal no solo evita la acumulación adicional de nuevo capital. Provoca la desacumulación de capital.”  Ludwig von Mises. Planning for Freedom. 1952, 1974, 2017. 

Entrando más en el tema económico, ya que la desigualdad de ingresos y de riqueza es percibida por muchos como inmoral o injusta, analicemos la lógica de su aparición y desarrollo para entender que es todo lo contrario.

Para entender mejor el tema de la desigualdad de ingresos y de riqueza, necesitamos estar claros, primero, de las fuentes que generan tales ingresos y riquezas. En todas las economías de mercado la fuente son las empresas.

La ganancia de la empresa es la retribución al emprendedor, empresario o propietario. Tal ganancia (o puede también ser una pérdida) resulta, para simplificar, de los ingresos por la venta de bienes o servicios menos lo que se ha gastado en producirlos. Parte de la ganancia la capta el Estado en forma de impuesto. El objetivo del empresario es que la empresa produzca ganancias. Una empresa que no produce ganancias deja de ser un incentivo para continuar operándola. Aún más, el objetivo de obtener ganancias no es solamente para usarlas para el consumo del empresario. Este, como toda persona, tiene que usar parte de ellas para vivir y lo que puede usar para su consumo tiene un límite. Pero está obligado a usar otra parte para reinvertirla en el negocio a fin de que este crezca o al menos pueda sobrevivir frente a la competencia de otras empresas, cada una de las cuales estará buscando lo mismo: crecer obteniendo una mayor cuota de mercado. De este modo, la ganancia ahorrada y no consumida es la fuente de la inversión y la inversión es la fuente de la generación de más producción, de más empleo, de más impuestos, en fin, de mayor riqueza y crecimiento económico. El empresario tiene un incentivo para consumir menos e invertir más, ya que en esa medida puede aumentar su consumo futuro.

La ganancia, vista de otro modo, es un premio para la empresa que mejor satisface las necesidades de los consumidores, un premio otorgado por estos. Las pérdidas, por el contrario, son el castigo del consumidor a la empresa que no ha podido satisfacer tales necesidades, a precios y calidades que el consumidor demanda. Como resultado, siempre que hay un juego limpio y competencia en el mercado, habrá empresas que crecen, abarcando mayores cuotas de mercado, mientras que otras desaparecen. De esa manera, el dinero fluye hacia las empresas exitosas, aquellas que mejor satisfacen las necesidades de la gente. Obviamente, hay empresarios que no juegan limpio, como se ve en el capitalismo colusivo o de compinches, pero los efectos nocivos de estas prácticas se traducen en la insostenibilidad a largo plazo de ese tipo de empresas y bajos niveles de crecimiento económico en los países.

El crecimiento de las empresas permite las llamadas “economías de escala”, concepto que se refiere a la mayor eficiencia lograda con el tamaño. Para el desarrollo de ciertas industrias son necesarias las economías de escala, donde existe un umbral mínimo para el tamaño de la empresa, pues de otra manera no sería rentable determinada actividad económica. El mayor tamaño de la empresa es particularmente muchas veces determinante para la reducción de costos de producción y por ende, de precios en los productos finales, como también es determinante para servir mercados de exportación de amplia demanda. Para vender en el mercado internacional se  requieren altos niveles de producción que permitan alcanzar los niveles de tamaño de pedidos mínimos, calidad y precio –entre otros factores- que las empresas pequeñas no pueden lograr.

La concentración de la riqueza, causada por el aumento del tamaño de las empresas, es parte de la dinámica del capitalismo y es lo que lleva a hacer posible la inversión en investigación y el desarrollo de productos que resulta en innovaciones. Muchas de las innovaciones requieren de la inversión de fuertes montos de recursos en las etapas de investigación y desarrollo por largos períodos de tiempo, algo que las pequeñas empresas no pueden hacer. La innovación es la principal fuente de creación de valor y de más riqueza. Ver al respecto “Teorías explicativas de los factores determinantes del valor y precio de las cosas

Por tanto, los impuestos progresivos al ingreso y al capital de las empresas frenan su crecimiento al reducir los incentivos para invertir en la investigación y desarrollo de productos y servicios, orientada a satisfacer las crecientes necesidades de los consumidores, sino también a reducir incentivos para  mejorar la calidad, reducir los precios de venta o aumentar los niveles de producción.

En 1980, las tasas impositivas corporativas en todo el mundo promediaron 38.84 por ciento y 46.63 por ciento cuando se ponderaron por el PIB. Desde entonces, los países han reconocido el impacto que los impuestos corporativos tienen en las decisiones de inversión empresarial, de modo que en 2018, el promedio ahora es del 23.03 por ciento y 26.47 cuando se pondera por el PIB para 208 jurisdicciones fiscales separadas.” dice un informe publicado por Tax Foundation.

De tal modo que, obstaculizar la concentración de capital que va de la mano con el aumento de tamaño de las empresas, produce precisamente lo opuesto a lo que se pretende, que es reducir la pobreza, caracterizada precisamente por economías donde la debilidad del tejido empresarial es mayor, una de cuyas características es el pequeño tamaño de las empresas, orientadas a servir pequeños mercados locales.

En la era anterior a la primera revolución industrial de la segunda mitad del siglo XVIII, la desigualdad era acentuada, cuando la riqueza era privilegio de monarcas, nobles, aristócratas y autoridades religiosas, esta provenía principalmente de la explotación de esclavos y siervos extrayendo recursos en las metrópolis y las colonias y de los botines de guerra. El crecimiento económico era mínimo y lento, por lo que el pastel no aumentaba mucho de tamaño y los poderosos podían tomar para ellos la mayor parte.

La desigualdad en la era post industrial surge, a diferencia de la era anterior, no por tomar partes más grandes de un pastel limitado, sino por tomar partes de un pastel en crecimiento, que se vuelven más grandes en la medida que el pastel crece.  La desigualdad se produce por el crecimiento del tamaño de los activos de las empresas y del tamaño de sus ingresos. Solo empresas grandes, con economías de escala, pueden reducir precios para servir mercados globales. Las empresas pequeñas no pueden hacerlo. 

En efecto, aquellas empresas líderes en la implementación de cambios tecnológicos encuentran una demanda mundial ávida de consumir los nuevos bienes y servicios y es el gran tamaño de la demanda el que hace surgir y crecer rápidamente a grandes empresas. La riqueza concentrada está pues, invertida principalmente en esas grandes empresas.

No está almacenada en una bóveda de Rico McPato. Está en los activos de las empresas multinacionales:  unas que surgieron primero como General Electric, Ford Motors, AT&T, Westinghouse, Sears, Boeing y Coca Cola, luego otras como IBM, HP, Sony, Dell, Toyota, McDonalds, BMW, Airbus y VISA, y después a otras como Microsoft, Apple, Google, Facebook, Amazon, Zara, Ikea, Walmart, Samsung y Huawei, y más recientemente otras como Airbnb, Uber, Netflix que empezaron a crecer. Todas ellas irrumpieron en el mercado con innovaciones para llenar necesidades insatisfechas de las personas y crecieron.

Todas ellas irrumpieron en el mercado con innovaciones para llenar necesidades insatisfechas de las personas y crecieron. No crecieron porque explotaron a sus trabajadores, ni porque cargaron  precios antojadizos a los consumidores, ni obligando a la gente a consumir sus productos.

Un popular meme que circula por Internet es ilustrativo de la innovación para satisfacer al cliente como fuente del nacimiento y crecimiento de las empresas y la desaparición de otras:

Producir bienes y servicios que demandan cada vez más consumidores, alcanzando mercados internacionales en una era de globalización, ha sido la fuente del crecimiento de las empresas globalizadas y por tanto, de su acumulación de ingresos y riqueza.

Las desigualdades de ingresos y riqueza han sido principalmente -exceptuando la obtención ilícita de riqueza o ingresos- causadas por las diferencias en capacidades de innovación tecnológica y capacidades de servir mejor las necesidades de los consumidores a mayor escala.

Por otra parte, algunos autores aducen que la democracia y las instituciones eficientes “inclusivas” son efectivas en la reducción de la desigualdad (Acemoglu, Johnson y Robinson 2001). El siguiente estudio encuentra evidencias de lo contrario, ya que son precisamente esas condiciones políticas e institucionales las que promueven un clima de inversión de alta calidad, desarrollo financiero e inversión extranjera directa,  factores que impulsan la tendencia natural del capitalismo a producir una mayor concentración de ingresos.

En este documento hemos explorado si el efecto del gobierno democrático sobre la desigualdad de ingresos podría estar condicionado a la capacidad del estado. … Nuestros resultados empíricos son sólidos para varias medidas alternativas de poder de infraestructura estatal y democracia, y se aplican más allá del contexto del mundo industrial, un contexto democrático de alta capacidad donde la desigualdad ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Además, también probamos los mecanismos de nuestra teoría, encontrando un respaldo ampliamente consistente de nuestra afirmación de que el efecto interactivo del gobierno democrático y el poder infraestructural planteado en nuestro análisis principal podría operar a través de un clima de inversión de alta calidad, desarrollo financiero e IED.
… La literatura institucionalista ha asumido implícitamente que las “instituciones inclusivas” no solo promueven el desarrollo, sino también una distribución más equitativa del ingreso, al menos a largo plazo (Acemoglu, Johnson y Robinson 2001). En este documento, hemos proporcionado evidencia de que esta conclusión puede no estar justificada, y las instituciones “inclusivas”, capturadas en la combinación del tipo de régimen democrático y las instituciones estatales de alta capacidad, podrían conducir a una tendencia de aumentos constantes en la desigualdad de ingresos, lo cual argumentamos ocurre a través de una mayor confianza empresarial, desarrollo financiero y entradas de IED.  Estas variables, generalmente asociadas con instituciones estatales democráticas y que funcionan bien (Jensen 2008; Q. Li y Resnick 2003), y un alto crecimiento económico, podrían traer una mayor desigualdad como efecto secundario.  Héctor Bahamonde  and Mart Trasberg. Inclusive Institutions, Unequal Outcomes: Democracy, State Infrastructural Power, and Inequality 1970-2015. 2019.

Consecuentemente, lo contrario es también cierto.  Tener menos desigualdad de ingresos exige menos democracia e instituciones menos eficientes en  promover un clima de negocios e inversión. Eso es totalmente lógico, ya que generalmente las políticas “inclusivas” o redistributivas conducen a desalentar la inversión privada. 

Sin embargo, los que no entienden esto abandonaron el viejo debate entre capitalismo vs. socialismo, ante la evidencia de la eficacia del capitalismo para reducir la pobreza y trasladan el debate al tema igualdad vs. desigualdad. Fracasada la teoría de valor trabajo como explicación de la supuesta inmoral explotación de los trabajadores por los capitalistas, con el consecuente llamado a destruir a la burguesía; ahora es sustituida por la supuesta inmoral concentración de la riqueza, con el consecuente llamado a su distribución.

Teorías y propuestas recientes que atacan la desigualdad de ingresos y riquezas y sus falacias

No han faltado quienes pretenden justificar las bondades del igualitarismo y acusar a la desigualdad de todos los males con supuestos estudios científicos. El siguiente es uno de esos intentos.

Desde que el colapso de los estados socialistas en todo el mundo expuso a Karl Marx como un falso profeta, las tribus perdidas del socialismo internacional han estado vagando por los pasillos de las universidades del mundo en busca de otro mesías. En 2009, pensaron que habían encontrado uno.

El atractivo de Marx para generaciones de intelectuales de izquierda radica en su afirmación de haber puesto el socialismo en una base científica. Marx despreciaba a los “idealistas”: personas que creían en el socialismo como un conjunto de principios morales y que pensaban que podían lograr un mundo más justo al perseguir objetivos éticos. Para él, el socialismo no era una cuestión de ética; se basó en un conjunto de proposiciones objetivamente verdaderas que su ciencia del materialismo histórico había descubierto. Esta afirmación les dio a los seguidores de Marx una enorme confianza, ya que sabían que lo que decían era correcto, que la historia estaba de su lado y que las personas que no estaban de acuerdo con ellos sufrían de una “falsa conciencia”.

Pero luego todo salió mal. La Unión Soviética masacró a millones de su propia gente; La China de Mao desató el hambre masiva y el terror de la Revolución Cultural; Alemania Oriental quedó vergonzosamente detrás de Alemania Occidental, justo cuando Corea del Norte fue eclipsada por el Sur capitalista; y en Kampuchea, los locos de Pol Pot aniquilaron a toda la clase intelectual mientras conducían el país de regreso a la Edad de Piedra. Finalmente, en 1989, los trabajadores se levantaron, tal como la teoría de Marx predijo que lo harían, pero la clase que derrocaron fue la élite gobernante socialista en Europa del Este, y el futuro que adoptaron fue el del capitalismo global.

Los intelectuales socialistas en Occidente no abandonaron su fe después de 1989, pero sí perdieron mucha confianza. Continuaron discutiendo las virtudes de la propiedad colectiva sobre los derechos de propiedad privada, la planificación del gobierno sobre la competencia de libre mercado y el pago de acuerdo con la necesidad en lugar de recompensar el esfuerzo, pero con la refutación final de la teoría de Marx, sus argumentos ahora se basaban únicamente en proposiciones éticas. . Ya no podían reclamar el terreno “científico”.

El problema con argumentar desde proposiciones éticas es que son esencialmente discutibles. Nunca puedes demostrar finalmente que tienes razón y que el otro lado está equivocado. Entonces, aunque la izquierda continuó defendiendo una redistribución más radical de los ingresos y la riqueza, sobre la base de que las personas con pocos recursos ‘merecen’ tener más y los ricos ‘deberían’ conformarse con menos, sus oponentes podrían responder fácilmente a sus reclamos apelando a otros principios éticos igualmente poderosos (por ejemplo, el argumento de que las personas que trabajan duro deberían ser recompensadas por sus esfuerzos en lugar de ser penalizadas al apoyar a los perezosos o los incautos). ¿Quién juzgaría cuál de estas afirmaciones era “correcta”? Al final, no podría haber una respuesta autorizada (aunque el último argumento requiere mucho más apoyo público que el primero).

Lo que la izquierda necesitaba, por lo tanto, era un nuevo Marx, alguien que pudiera proporcionarles un riguroso análisis “científico” que pudiera sustentar una vez más sus creencias éticas. Querían que un científico social les diera la evidencia que obligaría a los oponentes a ceder ante el poder de sus argumentos. Simplemente apelar por una mayor igualdad no los llevaba a ninguna parte. Lo que anhelaban era un nuevo mesías que pudiera demostrar que una mayor igualdad no solo era deseable sino una necesidad urgente para el futuro de la humanidad. En 2009, Richard Wilkinson y Kate Pickett publicaron The Spirit Level, un libro que parecía ofrecer a los intelectuales socialistas todo lo que ansiaban.

… La tesis central de The Spirit Level es que entre las sociedades modernas, aquellos con distribuciones de ingresos más estrechas tienen un mejor desempeño en casi todos los indicadores sociales y psicológicos que aquellos con una mayor disparidad de ingresos. En una serie de gráficos, los autores mostraron cómo las personas en países más iguales parecen vivir más, menos asesinados, las tasas de alfabetización son más altas, las enfermedades mentales son más bajas y la confianza es más fuerte. Estos hallazgos fueron reforzados por su análisis de los 50 estados de EE. UU., Que aparentemente mostraron que aquellos con la mayor desigualdad de ingresos generalmente tienen los peores resultados sociales y psicológicos.

El punto crucial en la afirmación de Wilkinson y Pickett fue que casi todos se benefician de una mayor igualdad. No son solo los pobres cuyas vidas se ven reforzadas por la redistribución radical del ingreso, los ricos también ganan porque los seres humanos evolucionaron para compartir. En las sociedades capitalistas modernas, la naturaleza humana está distorsionada por la competencia y la adquisición, lo que resulta en una gran frustración, agresión e infelicidad.2 La igualdad es la solución y beneficia a las personas en toda la sociedad, de arriba a abajo.

Este análisis pareció quitar la alfombra de debajo de los pies de los conservadores de los pequeños estados y los liberales del laissez-faire por igual. ¿Cómo podría alguien oponerse a la redistribución radical del ingreso si se puede demostrar, con evidencia científica, que aumenta la felicidad de todos?

…Pero cuando llegué a mirar la evidencia de Wilkinson y Pickett poco después de que se publicara The Spirit Level, pronto me di cuenta de que el libro está construido sobre los cimientos más endebles. No soy estadístico, pero sí entiendo las reglas básicas de correlación y regresión (los procedimientos en los que se basan los autores). Los errores estadísticos en The Spirit Level son obvios y fundamentales. O los comentaristas de izquierda y los expertos no se dan cuenta de esto, o no les importa.

…La distribución del ingreso es un tema legítimo para el debate político. Pero el debate no debe estar contaminado por estadísticas inestables y correlaciones espurias. Como sostuve en el Capítulo I, existen fuertes argumentos éticos a favor y en contra de una redistribución de ingresos más igualitaria, y es apropiado que estos argumentos sean transmitidos y examinados críticamente. Sin embargo, lo que no debe permitirse es que los científicos sociales se adelanten a este debate con afirmaciones espurias de que los problemas pueden resolverse mediante la manipulación de algunas estadísticas.

… Todo esto solo confirma mi creencia de que su libro es más una obra de propaganda que una ciencia social seria, ya que incluso cuando sus hallazgos han sido refutados, siguen repitiéndolos. Peter Saunders, When Prophecy Fails. 2011. 

Hoy tenemos la versión 2.0 de El Capital de Marx, El Capital en el siglo XXI de Piketty. que ha tenido una amplia difusión mundial, con sus predicciones de un futuro de alta concentración de la riqueza y sus recomendaciones de política, que incluyen un impuesto mundial al capital y una alta tasa de impuesto sobre la renta.

El libro provocó muchas discusiones entre economistas. Muchas de ellas se centraron en el uso del concepto de “capital” en un trabajo desprovisto de una verdadera teoría del capitalismo. 

A diferencia de Marx, Piketty no aboga por eliminar a los capitalistas, sino por confiscar la mayor parte de sus ganancias. Para la izquierda, provee la justificación teórica actualizada para su lucha contra el capitalismo.  

“El Capital en el siglo XXI” es sin duda un gran libro -tanto en su extensión de 700 páginas, como en sus ambiciones – y es en muchas formas varios libros diferentes en uno: una revisión histórica de la evolución y composición del producto, el ingreso y el stock de capital de un grupo de países desarrollados desde el siglo XVIII; un tratado puramente teórico acerca de la dinámica de la [relación capital-ingreso] ( K / Y) en el muy largo plazo; una revisión de la evolución de la distribución del ingreso (especialmente de la concentración de los más ricos); y, por último, un compendio de la razón capital-ingreso y recomendaciones de política de alcance global.

… Piketty se acomete a mostrar como los ricos concentran su riqueza y cómo ha sido su evolución a través del tiempo. Además, el autor, al explicar las condiciones para que la desigualdad exista, persista, desaparezca y vuelva a existir, insiste que el origen de la desigualdad proviene de la riqueza heredada. En concreto, argumenta que habría dos formas de alcanzar una sociedad muy desigual. La primera es a través de una “sociedad híper patrimonial” o “sociedad de rentas”, en la primera la herencia es muy importante y la concentración es extrema, como por ejemplo, la Belle Époque en Francia. La segunda forma de alcanzar la desigualdad extrema fue creada en las últimas décadas en Estados Unidos y es explicada por las sociedades híper meritocráticas, de “súper estrellas” o de “súper manager”. Este tipo de sociedad se caracteriza por que algunos pocos reciben salarios muy altos. El rompecabezas parece completo, y la consecuencia evidente: … el mundo será cada vez más desigual, en palabras del autor: “una espiral desigualitaria” que podría poner en jaque la sociedad democrática. Frente a este preocupante futuro presenta una de las recomendaciones de su trabajo que más han llamado la atención: un impuesto global al capital. En un mundo globalizado, donde el capital se mueve de país en país, el autor estima que la única forma de gravarlo “adecuadamente” sería a través de un impuesto global, para el cual todos los países compartirían registros, de manera de conocer el patrimonio total de los individuos sin importar el lugar donde este pueda encontrarse invertido. Esto, tal como inmediatamente reconoce el autor, no es aplicable o realista en el contexto actual. Paulina Henoch, Francisco Klapp. “Resumen y Críticas a “El Capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty, 2015.

Más allá de las críticas a las conclusiones de Piketty en base a los datos utilizados, la crítica central que se le hace es ignorar en su obra el aumento del nivel de vida y la reducción de la pobreza en el mundo, centrándose en un análisis de la distribución de la riqueza en países desarrollados.

La primera de estas falencias es a nivel conceptual incluso antes de entrar en la pertinencia de sus modelos y proyecciones, expuesto con erudición en McCloskey (2014), es que el libro se preocupa exclusivamente por la desigualdad en la distribución de la riqueza y los ingresos, prácticamente olvidando el salto en el nivel de vida -sin precedentes- de la mayor parte de los ciudadanos, pero especialmente de los más pobres. En la lógica del autor, pareciese que “El Gran Enriquecimiento”, como denomina McCloskey al aumento del estándar material de vida que ha ocurrido en el mundo desde la revolución industrial, fuese prácticamente irrelevante y un fenómeno secundario en comparación al potencial aumento en la participación del capital que socavaría las bases de las democracias avanzadas (pero que aún no habría ocurrido).

A esto se agrega un segundo problema, Piketty parece estar sólo preocupado por la -aparente o potencial- desigualdad al interior de los países más ricos del mundo, olvidando que a nivel de los individuos el mundo parece ser un lugar cada vez más igualitario. La apertura del comercio mundial puede haber destruido empleos industriales en el mundo desarrollado, pero también ha logrado que cientos de millones de trabajadores del mundo en vías de desarrollo se integren a los mercados mundiales, con la consecuente reducción mundial de la más extrema pobreza. Sala-i-Martin (2006) y (2010) presenta distribuciones de ingreso a nivel mundial con una inequívoca conclusión: a nivel mundial se aprecia convergencia. Piketty nunca presenta su ética que justificaría el mirar sólo al interior de los países más prósperos del mundo, en desmedro de la humanidad completa, al estudiar el fenómeno de la desigualdad. Paulina Henoch, Francisco Klapp. “Resumen y Críticas a “El Capital en el Siglo XXI” de Thomas Piketty, 2015,

En efecto, el análisis concentrado en los países ricos no deja apreciar que la reducción de la pobreza se ha concentrado fuertemente en Asia Oriental, particularmente China por su tamaño. Cienes de millones ha salido de la pobreza en esos países, de modo que el “derrame” de riqueza ha sido desde occidente hacia oriente principalmente.

Una crítica aún más fuerte acusa a Piketty y otros destacados críticos de la desigualdad de sostener posiciones sesgadas en una publicación de mayo de 2019:

Piketty y Oxfam
… ¿Cuáles son sus motivos? Bueno, es una muy buena pregunta. Su motivo es sencillo. Esta es la nueva frontera ideológica, y por eso la considero como una cuestión que ahora necesita la mayor parte de la atención de los intelectuales, especialmente de los que nos preocupamos por las libertades [liberty] y la libertad [freedom] humana y el progreso humano y el bienestar humano. Pero permítanme decirles lo reprobables que son lo que yo llamo los adictos a la desigualdad – Piketty y Oxfam siendo los dos más famosos, pero por supuesto hay muchos otros. Observan mil millones de seres humanos que surgen de la indigencia. En ninguna parte de su literatura, en las 600 páginas de Piketty o en el sitio web de Oxfam, hacen una pregunta muy simple: ¿qué fue lo que llevó a esto? Si están interesados en la pobreza, ¿empezarán diciendo: dónde se ha aliviado más la pobreza, qué ha pasado, qué ha provocado esto? No tienen ningún interés en esa pregunta. Por el contrario, si hicieran esa pregunta, descubrirían que es debido a las políticas de libre mercado, la liberalización, la privatización, la reducción del gasto público, la reducción del papel del gobierno y la liberación de los mercados. Eso no les interesa, porque va en contra de su sesgo ideológico. Oxfam tiene la temeridad de decirle a los países del mundo cómo gravar y cómo distribuir la riqueza, especialmente en los países donde hay menos pobreza, los países a los que todos los más pobres del mundo quieren emigrar.

Este es el último tambor ideológico a batir para los oponentes de la libertad. Hasta hace poco era el cambio climático. Antes de eso eran debates anticuados: capitalismo versus socialismo. Esta es la nueva frontera ideológica. Están mintiendo sobre la desigualdad, generando – ni siquiera puedo llamarlo exageraciones. Es simplemente un idiota. Es una completa tontería. Leon Louw. “Should We Be Obsessed with “Inequality”? En “AOC is Wrong” por Tom Woods.

Piketty vuelve a la carga con un nuevo libro “Capital e ideología” recién publicado en septiembre de 2019 y que parece responder a Louw al afirmar que la desigualdad tiene un origen ideológico y político.

“La desigualdad no es económica ni tecnológica: es ideológica y política. Esta es quizás la conclusión más obvia de la investigación histórica presentada en este libro. En otras palabras, el mercado y la competencia, los beneficios y los salarios, el capital y la deuda, los trabajadores cualificados y no cualificados, los nacionales y los extranjeros, los paraísos fiscales y la competitividad, no existen como tales. Son construcciones sociales e históricas que dependen enteramente del sistema legal, fiscal, educativo y político que elegimos implementar y de las categorías que establecemos. Estas elecciones se refieren ante todo a las representaciones que cada sociedad tiene de la justicia social y de la economía justa, y de las relaciones de fuerza político-ideológicas entre los diferentes grupos y discursos implicados. Lo importante es que estas relaciones de fuerza no son sólo materiales: son también y sobre todo intelectuales e ideológicas. En otras palabras, las ideas y las ideologías importan en la historia. Permiten constantemente imaginar y estructurar nuevos mundos y  sociedades diferentes. Múltiples trayectorias son siempre posibles.” ‘La desigualdad es ideológica y política’, afirma Piketty en su nuevo libro

La propuesta de Piketty, no tiene ninguna viabilidad razonable, por más que haya escrito 700 páginas de información y estadísticas que varios críticos han calificado de contener serios errores y sesgos. Hay que recordar que igualmente la voluminosa obra de Marx, que lleva casualmente el mismo nombre, tampoco pudo sostener como válidas las tesis centrales de sus teorías y mucho menos de sus recomendaciones que fueron probadas en la práctica y resultaron un descomunal fracaso. 

En efecto, Piketty propone un impuesto mundial a la riqueza del 90% para repartirla. Esto lo dice en una entrevista:

Propone un impuesto del 90% sobre el patrimonio de los más ricos. ¿Por qué el 90% y no expropiarlos?
R. El objetivo es hacer circular la propiedad, permitir que todo el mundo acceda a ella. El impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de 120.000 euros a los 25 años. Ahora la mitad de la población no posee patrimonio. Aunque uno tenga un buen diploma y un buen salario, puede que una parte importante del salario sirva para pagar toda la vida un alquiler a hijos de propietarios y carezca de medios para crear su propia empresa.
P. ¿Todos propietarios?
R. Quiero una sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de euros, y en la que algunos que crean empresas y tienen éxito tengan unos millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero, francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya al interés general. Hoy tenemos muchos más ricos con mil millones o más en Estados Unidos que en los años sesenta, setenta u ochenta. Thomas Piketty: “Thomas Piketty: “Propongo un impuesto que permita dar a todo el mundo 120.000 euros a los 25 años

En el Apéndice hay un artículo escrito por Piketty defendiendo su teoría y otro refutándola. En esta publicación pueden verse otras de las críticas: “Las mejores críticas al trabajo de Thomas Piketty sobre la desigualdad,

La propuesta ha sido rechazada por connotados economistas. No podía ser de otra forma, pues no tiene sustento en los principios de funcionamiento del sistema económico. Es una idea descabellada y puramente ideológica. Su objetivo es dar un sustento intelectual a los movimientos radicales en el mundo, guiados por la ideología y no por la ciencia. Cualquier economista, empresario grande o pequeño o en general, cualquier persona con sentido común y razonamiento lógico visualizaría el desastre que tal idea provocaría en el caso hipotético de llevarse a cabo: acabar con cualquier incentivo para nuevas inversiones y por tanto con el proceso de creación continua de riqueza.

Aunque tal propuesta es prácticamente imposible llevarla a cabo, sus consecuencias serían desastrosas. Se pararía la inversión en investigación y desarrollo que requiere de grandes sumas de dinero por largos períodos de tiempo. El ritmo de innovación tecnológica caería en picada. Especialmente, acabaría con las inversiones en proyectos grandes y empresas que requieren economías de escala para producir y vender en el mercado internacional. El mundo retrocedería a los mercados locales, donde las empresas pequeñas y medianas pueden sobrevivir. Sería el fin del comercio internacional y el regreso a la autarquía.

La propuesta es conformar un fondo de capital universal que daría a cada persona 120,000 euros al cumplir los 25 años. Una vez repartida la riqueza de los multimillonarios, esta se gastaría principalmente en consumo. Por un tiempo el aumento del consumo podría aumentar la producción, pero una vez agotado, las nuevas inversiones caerían estrepitosamente en el mundo y las economías se derrumbarían, incrementando el desempleo y la pobreza.

Por qué digo que es prácticamente imposible llevar a cabo tal propuesta? 

El problema práctico es: ¿qué se va a repartir?. La mayor parte de esa riqueza no es dinero líquido. Son los activos de las empresas grandes. Son los activos de las empresas grandes. ¿Cómo se convertirían en liquidez para repartir? ¿Se van a repartir los activos de esas empresas grandes? ¿Las máquinas, equipos, instalaciones, patentes, acciones, etc.? ¿A quiénes se le venderán para convertirlo en dinero y luego distribuirlo? Tendrían que venderse muy por debajo de su valor. ¿Quiénes querrían comprar esos activos? Solamente otros igual de ricos y para utilizarlos para el mismo fin. Pero si son igual de ricos, ¿no serían también objeto del impuesto? De lo que se deduce que no habría nadie quien los comprara.

Como vimos antes, el valor de los activos en sí mismo no es riqueza que pueda consumirse, hasta que los mismos sean liquidados y siempre a un valor mucho menor del que tenían para el propietario.  Piense en las ventas de bienes embargados por créditos no recuperados que los bancos hacen . Se venden a un menor valor y algunos no logran ser vendidos cuando no se encuentra alguien que ofrezca pagar por ellos. Eso indica que el valor depende de la necesidad y del uso que se le da al activo.  En ese proceso de cambio de dueño, los activos pierden valor y se destruye riqueza.

Pero, para qué querría alguien comprar tales activos estando vigente una ley que prohíbe la acumulación de capital? No tiene sentido. No podrían venderse y la destrucción de riqueza es absoluta. También pregúntese, en el hipotético caso de que pudiera hacerse: ¿Qué pasaría con toda la gente que trabaja en esas empresas grandes reducidas a una fracción? Quedarían en el desempleo. ¿Qué pasaría con la producción de esas empresas al ser cercenadas y cuál el efecto en la oferta de bienes y servicios en todo el mundo?   ¿Sabe usted cuántos y cuáles bienes y servicios que consume provienen de esas empresas, integradas en cadenas globales de valor con miles de otras pequeñas y medianas empresas? Ninguna empresa multinacional está integrada verticalmente como para producir autónomamente. En fin, es una completa locura sin pies ni cabeza. La producción sería mínima o cero pues desparecerían las escalas de producción que las hace funcionar.  Su oferta de bienes y servicio desaparecería.

Tendría algún resultado benéfico confiscar, como propone Piketty, hasta un 90%, de esa riqueza invertida? Aunque teóricamente fuera posible repartir esa riqueza, que como vimos antes, no lo es, solo duraría para el tiempo en que todos a los que se la reparte la consuman. Tampoco sería mucho para cada uno.  Piketty estima 120.000 euros. Pero la realidad es que las economías no tendrían capacidad para ofrecer en el mercado bienes de consumo para esa nueva demanda.  Aunque suena maravilloso que se aumente el consumo de toda la población al contar con esa cantidad de dinero en sus manos, es imposible en la realidad. Veamos por qué.

Aun suponiendo que no pasaría nada, hay otro pequeño detalle, una verdad del tamaño de un elefante. Toda economía tiene una relación determinada entre el stock de bienes de capital y el de bienes de consumo que esos bienes de capital pueden producir. Si por efecto de la desafortunada propuesta mencionada estamos reduciendo el stock de bienes de capital al confiscar la riqueza invertida, el resultado será menos bienes de consumo disponibles, no más. Menos capital invertido significa menos producción. Y ya sabemos qué resulta de una demanda incrementada versus menor disponibilidad de bienes en el mercado: inflación, que al final convertirá los 120.000 euros en cero euros en muy poco tiempo. El balance final será cero aumento en el consumo de las personas y destrucción de la capacidad productiva, que en el mediano plazo significa aumentar el nivel general de pobreza. 

Un análisis sobre esta relación entre bienes de capital y de consumo y la desigualdad inherente a la misma puede verse en el artículo del cual extraigo el siguiente párrafo.

La única forma de crear más bienes de consumo es crear más bienes de capital, y a medida que la economía crece, se deben producir más bienes de capital en comparación con los bienes de consumo. Esos bienes de capital son propiedad de alguien, ya sea un pequeño número de personas ya ricas, personas recientemente ricas o un gran número de inversores de clase media. No es necesariamente el caso de que esto produzca más desigualdad en el patrimonio neto, pero puede deberse a que la capacidad de producir bienes de capital y bienes de consumo no se distribuye de manera uniforme: los que son buenos en esto terminan teniendo más.” Robert Blumen. La desigualdad es exagerada y sobrevalorada.

Un análisis de Deirdre McCloskey en esa misma dirección es citado por Hugo Newman. 

“Es sintomático de una serie de falacias y errores, entre ellos la noción de que una economía es un juego de suma cero; que las reglas de redistribución y / o propiedad no tienen efectos adversos significativos sobre la producción  y la cantidad absoluta de riqueza producida; que prescribir un control igualitario sobre la producción necesariamente producirá resultados distributivos igualitarios. … Considere la excelente síntesis de Deirdre McCloskey sobre las implicaciones y la relativa impotencia de la redistribución como un medio eficaz para aliviar la pobreza:

«La redistribución, aunque mitiga la culpa burguesa, no ha sido el principal sustento de los pobres. La aritmética social muestra por qué. Si todas las ganancias de la economía estadounidense fueran entregadas de inmediato a los trabajadores, los trabajadores … estarían un 20 por ciento más o menos en mejor situación, ahora mismo. Pero solo una vez. La expropiación no es una ganancia del 20 por ciento cada año para siempre, sino solo esta vez, ya que no se puede expropiar a las mismas personas año tras año y esperar que presenten las mismas sumas listas para ser expropiadas una y otra vez. Una expropiación única aumenta los ingresos de los trabajadores en un 20 por ciento, y luego sus ingresos vuelven al nivel anterior, o en el mejor de los casos (si las ganancias simplemente pueden ser asumidas por el estado sin dañar su nivel, milagrosamente,” Hugo Newman. It’s Time to Engage Seriously with Socialists.

Otro asunto sería no confiscar la riqueza, ya que es a todas luces impráctico y autodestructivo, sino gravar más los ingresos de los más ricos. Pero de nuevo, ¿quiénes son esos? Las mismas empresas de las que estamos hablando. Actualmente, en términos absolutos, son los mayores contribuyentes al fisco. Aumentarles el impuesto a los ingresos, digamos de 30% a 60%, solo ocasionaría frenar el proceso de inversión, ya que se reduce el incentivo para invertir, con el consecuente impacto negativo en el crecimiento económico a mediano y largo plazo y en la reducción de pobreza, que es lo que importa al final.

Para ilustrar sobre el tema de los impuestos a los ingresos y sus consecuencias, transcribo estos párrafos de Dan Mitchel sobre el tema.

“Cuando los políticos intentan castigar a los ricos, somos los demás los que pagamos el precio. Como Winston Churchill dijo  “para una nación, ponerse impuestos para prosperar, es como un hombre parado en un balde y tratando de levantarse de la agarradera”.

En segundo lugar, las altas tasas impositivas sobre los ricos no generarán muchos ingresos. Como explicamos en nuestra serie de videos sobre la curva de Laffer, las altas tasas impositivas desalientan a las personas a trabajar ahorrando e invirtiendo. Esto significa que producen menos ingresos imponibles. Las altas tasas impositivas también alientan a las personas a esconderse en refugios fiscales y declarar sus ingresos de manera insuficiente. Y esta evasión fiscal también reduce los ingresos imponibles. Y si los ingresos imponibles caen lo suficiente, pueden compensar por completo el impacto de la tasa impositiva más alta, lo que significa menos ingresos.

Veamos un ejemplo del mundo real: en 1980, cuando las personas ricas fueron golpeadas con una tasa impositiva del 70%, los datos del IRS muestran que las personas que ganaron más de $ 200,000 reportaron 36 mil millones en ingresos y pagaron 19 mil millones en impuestos. Para 1988, cuando la tasa impositiva cayó al 28%, la cantidad de ingresos reportados por encima de 200,000 saltó a más de 350 mil millones de dólares, y las personas ricas pagaron 99 mil millones en impuestos, cinco veces más que cuando la tasa impositiva era mucho más alta. 

En la mayoría de los casos, aunque los aumentos de impuestos conducen a más ingresos, pero no tanto como los políticos esperan, lo que plantea la pregunta de por qué están dispuestos a imponer un gran daño a la economía, cuando obtienen tan pocos ingresos.

Por supuesto, a veces a los políticos les gustan las tasas impositivas más altas únicamente por razones de rencor. El presidente Obama dijo durante la campaña, por ejemplo, que quería aumentar la tasa de impuestos sobre las ganancias de capital incluso si el gobierno recaudaba menos dinero.

Tercero, las tasas impositivas más altas sobre los ricos no ayudarán a la clase pobre. Los tipos de la guerra de clases asumieron erróneamente que la economía es un pastel fijo, por lo que alguien como Bill Gates o Tiger Woods está ganando una gran cantidad de dinero, lo que significa que el resto de nosotros obtiene menos.” Dan Mitchell.  Five Key Reasons to Reject Class-Warfare Tax Policy.

A continuación el segmento del video con las palabras de Dan Mitchell y de la campaña de Obama al que se refiere. 

¿Escuchaste a Obama?  Gravar más a los ricos no es para el propósito de recaudar dinero para aumentar los ingresos del gobierno (porque no hay tal ingreso  de ganancias sino pérdidas). Es solo por “justicia social”,

En pocas palabras, para apaciguar los sentimientos de los envidiosos.

Pero no es así como funciona el mundo real. La mejor manera de ayudar a los pobres es un crecimiento más rápido. El gráfico muestra que el PIB percápita ha aumentado dramáticamente con el tiempo. Algunas personas, por supuesto, se enriquecen más rápido que otras en una economía dinámica, pero eso no tiene nada de malo, si las personas ganan dinero con honestidad.

Aún así, en las democracias, la presión que la mayoría, los que están en los niveles bajos de ingresos, ejercen sobre los gobiernos, termina por hacer muy necesario el análisis de cuál es el balance óptimo entre crecimiento económico y desigualdad. 

Como se mencionó al inicio de este artículo, “Podemos usar el sistema del gobierno, los impuestos y las transferencias para trasladar los ingresos de los ricos a los pobres, pero ese sistema es un “cubo con fugas”. Parte del dinero se pierde a medida que se mueve. Esta filtración no debería impedirnos tratar de redistribuir, … porque valoramos la igualdad. Pero debido a que también nos preocupa la eficiencia, la filtración nos detendrá antes de igualar completamente los recursos económicos.

La ineficiencia del Estado es histórica. Hay Estados más eficientes que otros en el manejo de los recursos. Eso depende en buena parte de la cultura. de cada país. Las evidencias de que el Estado en América Latina es un gran despilfarrador de recursos salieron a luz con la publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de su informe insignia  “Mejor Gasto para Mejores Vidas. Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018) que muestra que cada año, la ineficiencia en el gasto de los Gobiernos de América Latina y el Caribe genera un despilfarro total de 220.000 millones de dólares, el equivalente a un 4,4% del PIB. «Esa cifra, bien invertida, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema en la región» asegura Alejandro Izquierdo, economista jefe del BID.  Para ampliación sobre este tema ver: El Estado, un problema o solución?

El marco formal que utilizan los economistas modernos para abordar este problema es el propuesto por Mirrlees (1971). En el modelo estándar de Mirrlees, las personas obtienen la utilidad del consumo C y la desutilidad del esfuerzo de trabajo L. Difieren solo de acuerdo con su productividad W. En ausencia de la redistribución del gobierno, el consumo de cada persona sería WL. Aquellos con mayor productividad tendrían mayor consumo, mayor utilidad y menor utilidad marginal. Luego, el gobierno se presenta como un planificador social benevolente con el objetivo de maximizar la utilidad total en la sociedad (o, a veces, una función de bienestar social más general que podría depender de manera no lineal de las utilidades individuales). El planificador social quiere mover los recursos económicos de aquellos con alta productividad y baja utilidad marginal para aquellos con menor productividad y mayor utilidad marginal. Sin embargo, esta redistribución es difícil de lograr, porque se supone que el gobierno no puede observar la productividad W; en cambio, solo observa ingresos WL, el producto de la productividad y el esfuerzo. Si redistribuye los ingresos demasiado, los individuos de alta productividad comenzarán a actuar como si fueran individuos de baja productividad. Los formuladores de políticas públicas se ven forzados a renunciar al primer resultado igualitario para una segunda mejor solución compatible con incentivos. Al igual que un gobierno armado con el cubo con fugas de Okun, el planificador social mirrleesiano se redistribuye hasta cierto punto, pero también permite que permanezca cierta desigualdad.

En particular, la redistribución óptima depende del grado en que el esfuerzo laboral responda a los incentivos. Si la oferta de esfuerzo es completamente inelástica, entonces el balde no tiene fugas y el planificador social puede alcanzar el resultado igualitario. Si la elasticidad es pequeña, el planificador social puede acercarse. Pero si el esfuerzo laboral responde sustancialmente a los incentivos, entonces el cubo es más como un tamiz, y el planificador social debería intentar una redistribución escasa o nula. Por lo tanto, mucho debate entre los economistas sobre la redistribución óptima se centra en la elasticidad de la oferta laboral. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

Esa elasticidad del esfuerzo depende mucho de la cultura. Hay sociedades donde se valora más el ocio,  el goce del tiempo libre en el presente y el consumo inmediato, y hay otras donde se valora más el trabajo y el ahorro para el futuro.  Incrementos en la tributación a los ingresos de negocios y capital tendrán menor efecto en las primeras y causarán mayor desincentivo en las segundas.  También, el efecto será distinto en sociedades más homogéneas o más heterogéneas. En las primeras, el impuesto se percibe más como una contribución con la que se está de acuerdo, mientras que en la segunda, se percibe más como una obligación impuesta con la que poco se está de acuerdo.

También depende del grado de confianza que los agentes económicos tienen en la eficiencia del manejo de los recursos por parte del Estado. Si la percepción es que existe mucha filtración por corrupción y uso inefectivo de los recursos en la redistribución hacia los sectores de menores ingresos, hay mayor resistencia a los impuestos y mayor nivel de evasión fiscal. Dependerá entonces de cuántos y qué tan grandes sean los huecos del balde en el ejemplo de Okun que ocasionan la fuga de recursos. 

De ahí que no hay recetas que funcionen igual para todos los países, cuando se trata de determinar el nivel impositivo óptimo que no perjudique el crecimiento de la economía.

Otro aspecto que complica la medición de la desigualdad es el grado de satisfacción que obtenemos del ingreso .  Mankiw apunta que “La utilidad [que obtenemos del ingreso monetario] no es inherentemente medible, y es imposible comparar las utilidades entre personas. Quizás los avances en neurociencia algún día conduzcan a una medida objetiva de la felicidad, pero a partir de ahora, no hay una forma científica de establecer si el dólar marginal consumido por una persona produce más o menos utilidad que el dólar marginal consumido por un vecino.

El Informe Mundial de la Felicidad es una publicación de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible, impulsada por datos de la Encuesta Mundial Gallup. Veamos en qué consiste.

Así como las evaluaciones de la vida proporcionan una medida de bienestar más amplia que el ingreso, la desigualdad de bienestar resulta ser más importante que la desigualdad de ingresos para explicar los niveles promedio de felicidad. 
Las evaluaciones de la vida se explican primero a nivel individual en función de los ingresos, la salud y una variedad de medidas de la calidad del entorno social. Se consideran varios riesgos particulares: mala salud, discriminación, bajos ingresos, desempleo, separación, divorcio o viudez, y seguridad en las calles. Los costos de felicidad de estos riesgos son muy grandes, especialmente para alguien que vive en un entorno social de baja confianza. 
Los costos de bienestar de las dificultades son, por lo tanto, significativamente menores cuando hay un entorno social positivo en el que es más probable encontrar una mano amiga y una cara amigable. 
[Existe una] relativa felicidad de la vida urbana y rural en todo el mundo, mostrando que los habitantes de las ciudades son generalmente más felices que los habitantes de las zonas rurales en la mayoría de los países, con estas ventajas siendo menores, y a veces revertidas, en algunos de los países más ricos.  
[El informe también] analiza la felicidad en los países nórdicos y descubre que una mayor confianza personal e institucional son factores clave para explicar por qué las evaluaciones de la felicidad son tan altos en esos países. World Happiness Report 2020.

GPD, GINI, Ind. Felicidad

En el gráfico arriba, se pretende ilustrar con una muestra de países, las diversas relaciones que se obtienen al comparar el Indice de Felicidad, el ingreso percápita y la desigualdad de ingresos. Las barras muestran el nivel de felicidad explicado por sus componentes y a la izquierda tenemos una columna con el Producto Interno Bruto percápita en dólares normalizado por el poder adquisitivo y otra columna para el nivel de desigualdad, medido por el índice de Gini. 

Los siete primeros lugares en el ranking corresponden a los países nórdicos más Suiza. Todos ellos tienen un alto PIB percápita  y un bajo nivel de desigualdad de ingresos.  Es decir, hay bastante uniformidad entre ellos. En el segundo grupo tenemos a tres países con alto nivel de ingresos, Irlanda, Alemania y Estados Unidos y una anomalía, Costa Rica, con un nivel de ingresos mucho menor que el de Panamá, que está en el tercer grupo pero con un nivel de desigualdad similar y que sobrepasa a los de su grupo en nivel de felicidad. En el tercer grupo, México, Panamá y Chile cuentan con mayor nivel de ingreso, sin embargo, Guatemala y El Salvador están muy cerca en el ranking de felicidad pero el nivel de desigualdad de ingresos entre ambos es constrastante. Nicaragua, de menor ingreso, es el último en el ranking de felicidad para este grupo.  El último grupo está compuesto por los tres últimos lugares del ranking de felicidad y Haití. Observe que su ingreso percápita es muy bajo pero el nivel de desigualdad de ingresos es menor que en países que ocupan una posición mayor en el ranking de felicidad. Los datos de este último grupo nos dicen que el bajo nivel de felicidad está más asociado con el bajo nivel de ingresos. 

Ahora, analice los factores que contribuyen al nivel de felicidad en los países de la muestra: apoyo social, esperanza de vida saludable, libertad para elegir,  generosidad y percepción de baja corrupción. También muestran diferencias contrastantes entre países.

Según el Informe Mundial de la Felicidad, los países que mejoran el compromiso cívico al hacer que su gobierno sea más representativo serán más felices. 
La división política y la disminución de la confianza social reducen la felicidad, lo que significa que los gobiernos tienen mucho que ver con la felicidad de la población. 
Combatir la corrupción, evitar conflictos civiles y mejorar los servicios públicos básicos afectan la felicidad de los habitantes, sin embargo hay que permitir que las personas disfruten de la libertad personal. 
«El dinero ayuda, pero no te compra la felicidad», concluye el informe.  ¿Qué es el índice de la felicidad?

La importancia de este informe para el análisis de la desigualdad consiste en que la desigualdad de ingresos y de riqueza no son el único factor que explica el bienestar de las personas. Enfocarse estrictamente en eso es un error. 

Vea también en el Apéndice: Desigualdad y Calidad de Vida y Un nuevo enfoque de la pobreza

La desigualdad es un doble engaño” dice Carlos Rodríguez Braun en un artículo. “Por un lado, no es un problema de por sí, ni es obvio que se extienda. Por otro lado, las consecuencias de su promoción en la agenda política pueden ser onerosas para la gente.

Pero incluso suponiendo que la desigualdad es mala per se, independientemente de si los ricos se enriquecen en el mercado o gracias a estafas o prebendas políticas, ni siquiera está claro que se agrave. De hecho, una de las piruetas recientes del pensamiento único ha sido cambiar la noción de desigualdad a medida que eran refutadas sus tesis. Antes, la desigualdad era internacional, y los antiliberales denunciaban la brecha entre países ricos y pobres, el norte y el sur, y demás jeremiadas. Pero la desigualdad en el mundo ha disminuido en las últimas décadas; la mayor libertad que abrió la crisis del socialismo ­real facilitó que cientos de millones de personas dejaran atrás la pobreza extrema y redujo la desigualdad mundial.

Por eso, la izquierda ahora señala la desigualdad dentro de los países desarrollados y sigue despotricando contra el capitalismo, rebautizado como “globalización” o “neoliberalismo”. Como siempre, los antiliberales presumen de estar respaldados por la ciencia y desdeñan a sus adversarios porque no son científicos, sino presas de la “ideología”. Estas dos supercherías progresistas son tan viejas que están ya en Marx. Pero de todas maneras, incluso en el ámbito nuevo de la desigualdad, los economistas están lejos del aval unánime a las tesis de Piketty y sus colegas, como Emmanuel Saez o Gabriel Zucman. Son varios los especialistas, como Gerald Auten o David Splinter, por ejemplo, que han revisado sus datos y han concluido que no son fiables y tienden a inflar la desigualdad en países como Estados Unidos.

Siendo la desigualdad como problema una añagaza, las soluciones que plantean Piketty y compañía pasan siempre por subir los impuestos. Se apresuran a aclarar que solo es sobre los ricos y además una suma pequeña, que no les dolerá porque ya tienen demasiado. Una mentira fundacional del socialismo, que también está en Marx, es anunciar el paraíso para la mayoría a costa solo del infierno para una minoría de indeseables. Nunca ha sido verdad, y tampoco lo es ahora. El empobrecimiento que ocasionan los socialistas de izquierdas y de derechas jamás se limita a una minoría de privilegiados. Antes bien, al contrario, los diversos costes de sus políticas antiliberales los paga la mayoría del pueblo, en par­ticular los más débiles. Carlos Rodríguez Braun. Contra las teorías de Piketty: ‘La desigualdad es un doble engaño’

En el siguiente video se analizan los argumentos y propuestas de Piketty.

La corrupción como generadora de desigualdad y pobreza

Otros economistas han analizado anteriormente el tema de la desigualdad y realizado investigaciones científicas, sin sesgos ideológicos, que arrojan luz sobre el fenómeno, especialmente sobre la conexión de la corrupción con el  crecimiento económico, pobreza, desigualdad.

Una investigación realizada en 2015 encontró la desigualdad de riqueza, en lugar de la desigualdad de ingresos o la pobreza, está significativamente relacionada con el crecimiento económico.  Pero más importante aún fue la verificación de que la riqueza obtenida a través de conexiones políticas o corrupción está relacionada negativamente al crecimiento económico mientras que los efectos de la desigualdad de riqueza, la desigualdad de ingresos y la pobreza inicial políticamente desconectados son estadísticamente insignificantes. 

Una pregunta central en las ciencias sociales es si la igualdad en el control de los recursos de una sociedad facilita o dificulta el crecimiento económico. Aunque una gran literatura teórica y empírica examina este tema, la cuestión está lejos de resolverse.

Tres características importantes de la literatura contribuyen a esta falta de consenso. Primero, aunque los argumentos teóricos generalmente se basan en la distribución de la riqueza, casi todos los estudios empíricos usan la distribución del ingreso en lugar de la riqueza porque los datos sobre la distribución de la riqueza no existen para un número suficiente de países.

En segundo lugar, la literatura no explica adecuadamente las fuentes de desigualdad.  … el papel que han jugado las conexiones políticas para lograr el éxito económico y lograr la distribución de los ingresos y la riqueza

Tercero, un reciente estudio de investigación en varios países arroja dudas sobre la desigualdad como determinante del crecimiento, sugiriendo que la pobreza inicial en lugar de la desigualdad de ingresos afecta el crecimiento económico de los países.

… Nuestro primer hallazgo es que la desigualdad de riqueza tiene una relación negativa y estadísticamente significativa con el crecimiento económico, mientras que el efecto de la desigualdad de ingresos es insignificante o solo marginalmente significativo, y el efecto de la pobreza es estadísticamente insignificante en casi todas las especificaciones. Por lo tanto, utilizando un modelo global, mostramos que, en las comparaciones directas, la desigualdad de riqueza, en lugar de la desigualdad de ingresos o la pobreza, está significativamente relacionada con el crecimiento económico.

Nuestro segundo conjunto de resultados proviene de especificaciones en las que controlamos el hecho de que algunos multimillonarios adquirieron riqueza a través de conexiones políticas o amiguismo, mientras que otros la obtuvieron en un entorno legal relativamente estándar. … nuestros resultados sugieren que la desigualdad de riqueza y el  crecimiento conectados políticamente están relacionados negativamente, mientras que los efectos de la desigualdad de riqueza, la desigualdad de ingresos y la pobreza inicial políticamente desconectados son estadísticamente insignificantes. El segundo conjunto de resultados sugiere que hay que prestar atención a las fuentes y la naturaleza de la desigualdad de riqueza.

Dos ejemplos específicos de cada país ilustran nuestro hallazgo de que es una riqueza políticamente conectada en lugar de una riqueza políticamente desconectada que probablemente frene el crecimiento. Considere primero el caso de los multimillonarios rusos. Rusia no tenía un solo multimillonario en la lista de Forbes en 1996, pero luego vemos un aumento repentino en su número a partir de la lista de 1997. Nuestra visión del proceso de acumulación de riqueza para estos multimillonarios rusos es que estos individuos pudieron utilizar sus conexiones políticas para adquirir participaciones en compañías de recursos naturales a precios inferiores al mercado. …El Kremlin recompensó a estos hombres vendiéndoles compañías estatales de petróleo y metales a precios de ganga. Una vez que estos individuos adquirieron grandes participaciones, se hizo difícil para el estado regular efectivamente estos sectores de la economía, lo que condujo a fallas del mercado.

Estos y otros ejemplos, junto con nuestros resultados estadísticos formales, sugieren que el debate político sobre las fuentes de crecimiento económico debería centrarse en la distribución de la riqueza más que en la distribución del ingreso. Además, se debe prestar especial atención a la concentración de riqueza conectada políticamente como una posible causa de un crecimiento económico más lento.  Sutirtha Bagchi and Jan Svejnar. “Does Wealth Inequality Matter for Growth? The Effect of Billionaire Wealth, Income Distribution, and Poverty“ 2015

El estudio referido es una confirmación de lo que Baumol et. al. (2007) establecen al denominar el tipo de capitalismo oligárquico “o de compinches” como diferente a otros modelos de capitalismo y su peor desempeño en crecimiento económico. Pero también, son esos los países donde la desigualdad de ingresos y riqueza es más marcada. Mario Vargas Llosa se refiere a este tipo de capitalismo o economía de mercado donde no hay un orden legal que garantice la propiedad privada y el respeto de los contratos.

Sólo para los ignorantes y para sus enemigos, empeñados en caricaturizar la verdad a fin de mejor refutarla, es el mercado únicamente un sistema de libres intercambios. La obra entera de Hayek es un prodigioso esfuerzo científico e intelectual para demostrar que la libertad de producir y comerciar no sirve de nada —como lo comprobaron la ex-Unión Soviética, las repúblicas ex socialistas de Europa Central y las democracias mercantilistas de América Latina— sin un orden legal estricto y eficiente que garantice la propiedad privada, el respeto de los contratos y un poder judicial honesto, capaz e independiente del poder político. Sin estos requisitos básicos, la economía de mercado es una retórica tras la cual continúan las exacciones y corruptelas de una minoría privilegiada a expensas de la mayoría de la sociedad, lo que los liberales llamamos «el mercantilismo». Mario Vargas Llosa. “La llamada de la tribu.” 2018.

El mercantilismo fue una corriente económica durante los siglos XVI, XVII y la primera mitad del siglo XVIII en Europa caracterizada por una fuerte intervención del Estado en la economía que hacía énfasis en la acumulación de riqueza en forma de oro y otros metales preciosos y el proteccionismo en el comercio exterior. Este concepto es utilizado por Vargas Llosa en lo referente a la intervención del Estado que favorece a una oligarquía ligada al poder, limitando el mercado libre.

Jason Riddle se refiere al tema de la corrupción en la distorsión de los mercados y su relación con el aumento de la desigualdad.  

Los emprendedores pueden generar una enorme riqueza al mejorar la situación de las personas en la sociedad. No hay nada de malo en eso. Desafortunadamente, como en los viejos tiempos, también vemos a los políticamente conectados trabajando con agencias gubernamentales para manipular las ganancias .

Al pensar en la desigualdad económica en nuestro mundo moderno, debemos tener cuidado de diferenciar entre los medios económicos y los medios políticos para obtener riqueza.

Hay una verdad en la antigua historia de saqueo de la clase dominante, y todos están de acuerdo en que el poder corrompe. En su estudio de mercados y corrupción, Jason Brennan y Peter Jaworski de la Universidad de Georgetown concluyeron :

La política corrompe los mercados. Cuanto más politizada se vuelve una economía, más actores privados intentan manipular las regulaciones y la ley para engañar a los consumidores y competidores. En lugar de tratar de mantener el mercado desagradable lejos de la política prístina, deberíamos tratar de mantener la política sucia lejos del mercado.”

Los altos niveles de control del gobierno sobre la economía tienden a generar corrupción y desigualdad estructural. Los mercados abiertos de cooperación dinámica tienden a disminuir la desigualdad y aumentar la riqueza para los más desfavorecidos.  Jason Riddle. 5 Spooky Facts about Power and Inequality You Probably Didn’t Know 

Otro estudio realizado en 2009 encuentra una clara correlación entre la corrupción, el voto por la izquierda y la antipatía hacia los mercados, características  bastante comunes en países menos desarrollados.

Mostramos que el capitalismo está lejos de ser común en todo el mundo. Fuera de un pequeño grupo de países ricos, florece una fuerte regulación de los negocios, la retórica izquierdista y las creencias intervencionistas. Relacionamos estos fenómenos con la presencia de corrupción, con causalidad que se ejecuta en ambas direcciones. El documento presenta evidencia de que, dentro de un país, aquellos que perciben una corrupción generalizada también tienden a exigir más regulación. … También encontramos que con el tiempo, los aumentos en la corrupción en un país preceden a los aumentos en la votación de izquierda. …  Los economistas a menudo sostienen que el capitalismo supera al socialismo en numerosas dimensiones. Estos argumentos son tan convincentes que uno puede ser llevado a creer que los mercados libres, quizás con cierta redistribución, son la norma en todo el mundo. En realidad, este no es el caso. Fuera de los Estados Unidos y un pequeño conjunto de otros países ricos, la opinión pública tiende a no impresionarse con el desempeño del capitalismo. Se ha observado resistencia a los mercados libres en los antiguos países comunistas, en los países subdesarrollados de África y en algunas democracias modernas en Europa. En América Latina el fenómeno es especialmente llamativo. Después de una década de reformas económicas en la década de 1990, se ha observado una reacción violenta contra los mercados en la mayoría de los países de esa región. Tal escepticismo hacia el capitalismo en los países pobres es aún más notable porque, presumiblemente, los votantes en estos países tienen más que ganar del crecimiento más rápido que el capitalismo podría lograr. Este artículo es sobre dos puntos principales. Primero, documentamos que el capitalismo es relativamente más popular en los países ricos que en los pobres. En segundo lugar, sostenemos, tanto empírica como teóricamente, que una motivación para tal antipatía hacia los mercados se origina en presencia de corrupción.  Rafael Di Tella, Robert Macculloch. Why Doesn’t Capitalism Flow to Poor Countries?

Aunque no hay un estudio que lo demuestre, existe la percepción de que el capitalismo de compinches también ha venido aumentando en los Estados Unidos. Igualmente la corrupción y el enriquecimiento de unos pocos, ha sido causada en parte por la intervención estatal en el mercado.

El ‘capitalismo colusivo’ no es nuevo. Recordemos el comentario de Adam Smith en The Wealth of Nations de que “la gente del mismo comercio rara vez se reúne … pero la conversación termina en una conspiración contra el público, o en alguna invención para aumentar los precios“. De hecho, uno de los grandes éxitos del proyecto liberal en el siglo XIX fue crear mercados que fueran libres de colusión y esta era inhibida. La inhibición nunca alcanzó la perfección, por supuesto, pero funcionó bastante bien, y ahora parece estar funcionando menos bien.

>Parte del deterioro reciente implica una colusión más flagrante entre las personas del sector rivado o el capitalismo de compinches. El fenómeno es real. Nadie ha logrado poner números precisos a su crecimiento o prevalencia….

Pero afirmo que el problema del capitalismo de compinches es trivial en comparación con la colusión entre entidades de los sectores público y privado. En el mundo actual, las operaciones y el resultado final de cada negocio se ven afectados por las reglas establecidas por legisladores y burócratas. El resultado ha sido la corrupción a gran escala. A veces, la corrupción es minorista, por lo que una sola corporación crea una ventaja competitiva a través de la cooperación de reguladores o políticos. A veces, la corrupción es mayorista, creando un potencial de ganancias para toda la industria que no existiría en ausencia de subsidios o regulaciones gubernamentales. El cartel de esta corrupción es la crisis de las hipotecas de alto riesgo. ¿Por qué las casas de inversión en Wall Street crearían todos estos instrumentos financieros exóticos para negociar hipotecas de alto riesgo? Debido a que el gobierno federal en su “sabiduría” aprobó una legislación, respaldada por regulaciones, que no solo subsidió dichos préstamos, sino que en muchos casos exigió a los bancos que los otorguen. Adivina qué: si haces posible hacerte rico prestando dinero a personas que es poco probable que lo paguen, las personas inteligentes lo aprovecharán. Muchas de esas personas inteligentes en Wall Street se comportaron de manera irresponsable, incluso despreciable, sin pensar en las consecuencias a largo plazo. Pero la única razón por la que tuvieron la oportunidad fue porque el gobierno creó la tentación, a través de políticas bien intencionadas, de aumentar la propiedad de vivienda entre las personas de bajos ingresos, bajo Bill Clinton y continuó con entusiasmo por George W. Bush.

El segundo cambio en las condiciones objetivas ha sido la aparición de grandes fortunas hechas rápidamente en los mercados financieros. Ha sido una tradición estadounidense aplaudir a las personas que se enriquecen creando productos y servicios que la gente quiere comprar. Es por eso que Thomas Edison y Henry Ford fueron héroes estadounidenses hace un siglo, y por qué Steve Jobs era un héroe estadounidense cuando murió el año pasado.

Cuando se genera una gran riqueza al tomar decisiones inteligentes de compra y venta en los mercados, huele a conocimiento interno, instrumentos financieros arcanos y oportunidades que no son accesibles para la gente común. El bien que han hecho estas personas ricas en el proceso de hacerse rico es oscuro. En algunos casos, los beneficios son reales. Los desarrollos modernos en la industria financiera han aumentado en gran medida la eficiencia en la asignación de capital, y contribuido así a la creación de riqueza para la economía en su conjunto. Pero esos beneficios son realmente difíciles de explicar de manera simple y persuasiva. En otros casos, es difícil incluso para observadores sofisticados ver qué final útil se está cumpliendo, por ejemplo, en los miles de millones de transacciones que se realizan en nanosegundos, recogiendo miles de millones de fracciones de centavos. Le he pedido a algunos de mis amigos que trabajan para empresas de inversión cuantitativa que expliquen cómo estos  intercambios mejoran la eficiencia en la asignación de capital, y ninguno me ha dado una respuesta persuasiva; algunos de ellos ni siquiera intentaron dar una respuesta. En cualquier caso, una gran proporción del público solo ve a algunas personas fabulosamente ricas que no han hecho nada para merecer su riqueza. Están equivocados en la mayoría de los casos, pero es difícil explicar por qué; en algunos casos, probablemente tengan razón. Charles Murray  en “Capitalism and Virtue: Reaffirming Old Truths (2012)

En el siguiente segmento del video del diálogo sobre desigualdad presentado al inicio, Juan Ramón Rallo aborda la necesidad de diferenciar la acumulación de riqueza en función de su origen legítimo o ilegítimo.

De 144 países listados en el índice de Gini que elabora el Banco Mundial, el cual mide la desigualdad del ingreso, 68 países superan el promedio del índice (39.48), es decir, son más desiguales que los que están bajo el promedio.Todos los países latinoamericanos incluidos en el índice, 24 en total –la información disponible no incluye a Cuba-, están sobre este promedio, situándose entre los más desiguales del mundo en cuanto a distribución del ingreso.

Fuente: Elaboración propia en base a datos publicados del Banco Mundial y Transparencia Internacional (2019)

Haciendo una comparación con el índice de percepción de la corrupción según expertos y empresarios, que elabora Transparencia Internacional para 178 países y territorios,  13 países latinoamericanos ocupan puestos por encima de 100 en el ranking donde mayor es el número, mayor el grado de corrupción, correspondiendo 0 al país con menos corrupción y 178 al país con más corrupción, los que se muestran en la tabla siguiente.   Otros 8 países están entre los puestos 50 y 99 Colombia (99), Panamá (93), Guyana (93), Argentina (85), Trinidad y Tobago (78), Surinam (73), Jamaica (70) y  Santa Lucía (50). Solamente 3 países se sitúan en puestos menores, Costa Rica (48), Chile (27) y Uruguay (23), que indican menor percepción de corrupción.

En resumen, todos los países latinoamericanos (24) están entre los que superan el promedio mundial en desigualdad de ingresos, 13 de ellos ocupan puestos altos en el índice de percepción de la corrupción, superiores a 100, 9 están entre los puestos 50 y 99 y solamente 3 ocupan bajos puestos. Estos datos muestran que existe una correlación entre el nivel de desigualdad de ingresos de un país y la percepción de corrupción que hay en el mismo.

Concluyendo, de los resultados del estudio de Bagchi y Svejnar antes referido se desprende que la desigualdad de ingresos en los países no se relaciona con el nivel de crecimiento económico, pero sí lo hace la desigualdad de riqueza y el origen ilícito de la misma, es decir riqueza obtenida mediante la corrupción. En América Latina, todos los países tienen un alto nivel de desigualdad en la distribución del ingreso y la mayoría ocupan puestos altos en el índice de corrupción, una de las características del capitalismo oligárquico que Baumol et. al asocian al pobre desempeño económico.

Por tanto, podemos decir que hay un tipo de concentración de riqueza e ingresos, producto de la corrupción, que produce desigualdad y reduce muy poco o no reduce o agrava la pobreza y otro tipo que paralelamente reduce la pobreza.  

En el libro ya citado, Gregory Mankiw apunta que en esos casos, los impuestos progresivos no resuelven el problema de la apropiación de rentas.

Un sistema progresivo de impuestos y transferencias podría hacer que el resultado sea más igualitario, pero no abordaría la ineficiencia subyacente. Por ejemplo, si las empresas nacionales se enriquecen a expensas de los consumidores a través de cuotas de importación (como es el caso de algunos agronegocios), la solución al problema no implica una revisión del código tributario sino un cambio en la política comercial. Soy escéptico de que tales actividades de búsqueda de rentas sean la razón por la cual la desigualdad ha aumentado en las últimas décadas, pero apoyaría los intentos de reducir lo que ocurra. N. Gregory Mankiw. Defending the One Percent. 2013.

El economista e historiador estadounidense Roberto E. Wright tambièn apunta hacia el origen legìtimo o ilegìtimo de la riqueza como fuente de desigualdad de la misma. Nos dice que aquellos que presionan por la “equidad” argumentan que las políticas públicas de Estados Unidos permanecieron amañadas en contra de algunos mientras favorecían o privilegiaban a otros. Pero sus enfoques de política son defectuosos porque no diferencian entre distribuciones naturales y justas y lo que él llama “malas distribuciones” –maldistribution en el orgininal en inglés- de riqueza (o ingresos). 

De hecho, las llamadas políticas progresistas aumentan la mala distribución de la riqueza, que proviene de la fuerza, del tipo que usan los bandoleros, piratas y ladrones, o del tipo que usa el Estado. Cierto, a veces los gobiernos saquean de la misma manera violenta que los delincuentes comunes, pero por lo general sus expropiaciones son mucho más sutiles, integradas en leyes y normas administrativas que van desde subsidios a impuestos y rescates a regulaciones .

Algunas empresas comparten ese botín a través de varios arreglos quid pro quo , algunos ilegales, como el soborno, pero otros, como las contribuciones de campaña, extrañamente tolerados. Los dueños de tales negocios a menudo se enriquecen directamente a expensas de otras personas, incluidos los pobres. Obviamente, eso constituye una mala distribución de los recursos, algo que debe terminar de inmediato, con restitución en los casos más atroces.

Sin embargo, al mismo tiempo, muchos dueños de negocios se enriquecen sin ayuda del gobierno al vender bienes o servicios que la gente compra voluntariamente en mercados competitivos. Las disparidades de riqueza que surgen en esas situaciones son naturales y justas en el sentido de que no se coaccionan y se basan en un intercambio de beneficio mutuo. Las disparidades de riqueza natural benefician a todos porque provocan el esfuerzo necesario para inducir a las personas a idear formas más eficientes de producir bienes existentes o desarrollar bienes completamente nuevos y correr el riesgo de llevarlos al mercado.

Lo que es más importante, las actividades mutuamente beneficiosas aumentan el stock de riqueza en lugar de simplemente redistribuirla. Nadie es explotado cuando todos son libres de descubrir lo que son comparativamente mejores en hacer y comerciar por el resto de sus necesidades en mercados competitivos. Aquellos que trabajan más tiempo, más duro y más inteligentemente, o que ahorran más, tendrán más riqueza que aquellos que consumen todo lo que ganan o que trabajan menos o con menos eficiencia. Cuando no está involucrada la fuerza, ni la fuerza de la ley, todos obtienen lo que les corresponde.

¿Qué podría ser más equitativo que eso? Esa pregunta no es retórica. Un sistema basado en el intercambio voluntario es mucho más equitativo que el sistema buscado por los progresistas, que quieren perpetuar y expandir el sistema de mala distribución donde un pequeño porcentaje de la población saquea al resto bajo la apariencia de la ley. Solo quieren controlar quién saquea a quién.  Roberto E. Wright. The Maldistribution of Wealth. Septiembre, 2022.

Es saludable para la economía y la sociedad acabar con la apropiación ilegítima de ganancias obtenidas mediante la corrupción, pues esta no solamente produce una desigualdad moralmente repudiable, sino que también reduce la competencia legal, disuade la inversión y estanca el crecimiento económico,  necesario para reducir la pobreza.

Pero intentar reducir la desigualdad de ingresos y de riqueza cuando esta proviene de las ganancias que las empresas logran en el mercado de manera legítima,  solo sirve para apaciguar el sentimiento de envidia de los que propugnan por reducirla. No sirve para sacar a las personas de la pobreza.

“Las personas compasivas se preocupan por la pobreza. Las personas envidiosas se preocupan por la desigualdad.”  Tweet de Jon Stewart Mill  (@Jon_StewartMill) 2 de febrero de 2020

En resumen, la gran mayoría de los ataques a la desigualdad de ingresos y a la concentración de la riqueza tienen más bien un origen ideológico y carecen de un análisis científico integrado que permita abordar el tema de manera racional, para llegar a definir políticas y líneas de acción viables que conduzcan a elevar el nivel de vida de todos.

Arturo J. Solórzano
Septiembre, 2019

Apéndice

La riqueza ha aumentado y la pobreza ha disminuido

Un nuevo enfoque de la pobreza

Desigualdad económica y desigualdad de ingresos

Desigualdad y Globalización

Desigualdad y Calidad de Vida

Hacia la superación del capitalismo

Desigualdad y Concentración del Capital

Desigualdad: algunos enfoques relevantes